Por: José Luis Jaramillo Vela
Sus orígenes como hidalgo rural
Pedro Romero de Terreros, Primer Conde de Santa María de Regla y Caballero de la Orden de Calatrava, nació el 10 de junio de 1710 en Cortegana, Mpio, de Huelva, Andalucía, España, fué el quinto hijo del matrimonio de José Felipe Romero Vázquez y de Ana de Terreros Ochoa y Castilla, ambos provenientes de familias andaluzas de medianos propietarios, considerados como “hidalgos rurales”, el término hidalgo se utilizaba para referirse a personas consideradas como nobles, pero sin título nobiliario, o nobles bajos, o si se quiere, nobles de segunda.
Desde muy niño, Pedro mostró una capacidad intelectual sorprendente, sus padres deseaban que realizara estudios eclesiásticos, con la finalidad de que se dedicara al sacerdocio, pero eso no estaba en los planes del joven Pedro, quien ya mostraba una personalidad resuelta y decidida; como quinto hijo en el orden familiar, sabía muy bien que por la “Ley de Mayorazgo” no iba a recibir nada de herencia, ya que el Mayorazgo consistía en que el mayor de la familia recibiría todos los bienes familiares como herencia, sin posibilidad de dividirse ni de ser repartidos aunque así lo deseara el hermano mayor. Su padre era Comandante de la Caballería Real, a su cargo estaba la vigilancia de la frontera con Portugal, pero a Pedro nunca le atrajeron ni la milicia ni las armas. La familia de Terreros tenía un muy buen concepto de la Nueva España como tierra de oportunidades; su ancestro Pedro de Terreros había sido almirante en las cuatro expediciones de Cristóbal Colón al nuevo mundo, luego, su primo Fray Alonso Giraldo de Terreros se había convertido en Obispo de la Arquidiócesis de la Santa Cruz de Querétaro,
habiendo fallecido al fundar la Misión de San Saba, en lo que hoy es Texas; además otro tío, Juan Vázquez de Terreros se había afincado ya en Santiago de Querétaro con varios y prósperos negocios.
Sin futuro en España, entonces a la Nueva España en busca de fortuna…
A la edad de 18 años, su tío Juan Vázquez de Terreros le pide haga los trámites necesarios para enviar de Querétaro a España una valiosa colección de objetos de plata labrada, 140 kilos de plata, así como dinero en efectivo, que el tío estaba enviando como donación a la Parroquia de Jesucristo Salvador de Cortegana, su pueblo natal de ambos; el joven Pedro se encarga de todo los trámites y rápidamente la carga completa está en su destino; originalmente el tío le había solicitado el asunto a los hermanos mayores de Pedro, pero su hermano Francisco murió al desembarcar en Veracruz y el otro hermano no pudo con el encargo. Es aquí cuando la familia y el tío se dan cuenta de las habilidades y la intuición de Pedro para los negocios.
Su tío, Juan Vázquez de Terreros no tenía familia y necesitaba a alguien de confianza para atender sus negocios en Querétaro, que por cuestiones de su edad y falta de personal de confianza empezaban a venir a menos, entonces le pide a Pedro que le ayude haciéndose cargo de sus negocios y puesto que Juan no tiene familia, le ofrece a Pedro heredarle todos sus bienes, en calidad de su sobrino heredero. Sin dudarlo, Pedro supo que ese era su destino y aceptó el ofrecimiento de su tío Juan; de esa manera, a la edad de 19 años, Pedro Romero de Terreros se embarca al que sería su destino, a la Nueva España.
Muy jovencito, gracias a su esfuerzo ya acumula gran riqueza
Al llegar a Querétaro, su tío Juan Vázquez de Terreros lo pone al frente de sus negocios, con la plena confianza en que Pedro al saberse heredero único de sus bienes, iba a poner todo su empeño en levantar los negocios y acrecentar la fortuna. Muy pronto la habilidad y la astucia de Pedro para los negocios le permitieron levantar los negocios del tío, quien le pagaba un muy buen sueldo y además en compensación, le había otorgado una importante suma de dinero como una gratificación por su esfuerzo; ahora con 21 años de edad, Pedro ya contaba con una regular fortuna personal, la que invirtió en tierras de cultivo y otros negocios ya de su propiedad, y comenzó a amasar su fortuna personal.
En 1735 fallece su tío Juan Vázquez de Terreros, dejando como único heredero universal de todos sus bienes y su fortuna a su sobrino Pedro Romero de Terreros; al recibir esta cuantiosa herencia, Pedro multiplica sus bienes y su fortuna personal y se convierte en un hombre extremadamente rico a los 25 años de edad. Con una gran fortuna en su poder, y con ambiciosos proyectos en mente, comienza a diversificar más sus negocios. En 1739, adquiere tres barcos mercantes y comienza otro negocio en los fletes para la importación y exportación de mercancías entre España y la Nueva España, obteniendo su membresía en las “Carreras de Indias”, que eran las rutas comerciales entre México y España donde
todos los navíos, fueran mercantes o de pasajeros, zarpaban juntos, en grupo, ya sea de Veracruz o de Sevilla, escoltados por buques de la temible Armada Real Española, que los protegía de los ataques de piratas y corsarios en las aguas del Caribe, desde luego, el servicio de protección era pagado por los comerciantes miembros de las “Carreras de Indias”, ya que a lo único que le temían los piratas y corsarios era a la Armada Española, no se acercaban. En estos viajes, lo empezaron a contratar para llevar plata a España, y es aquí donde se despierta su interés inicial en la minería.
En 1741, Pedro Romero de Terreros era ya una verdadera potencia económica, industrial y agrícola, era dueño de las Haciendas de San Miguel Regla, San Javier y Santa María Regla en lo que hoy es el Estado de Hidalgo; las Haciendas Santa Lucía, El Molino y La Gavia en el actual Estado de México; las Haciendas Xalpa, Portales y El Rosario en Ciudad de México, la Hacienda San Cristóbal en Acámbaro y la Hacienda Ajuchitlán en el Municipio de Colón, cerca de Querétaro; era ya el hombre más rico e influyente en Querétaro y El Bajío, además ya tenía influencia en Ciudad de México y en el Palacio del Virrey.
En 1742, el Virrey Pedro de Cebrián y Agustín, Quinto Conde de Fuenclara, lo declara Alcalde de Querétaro, Alguacil de la Ciudad y consigue que el Rey Luis I le otorgue el nombramiento de Alférez Real de Querétaro, un título que solo otorgaba el Rey, equivalente a ser representante del Virrey y del Rey en una ciudad. Como primera autoridad de Querétaro, se informa de las vetas mineras de Real del Monte (hoy Pachuca) y de sus denuncios, esto acrecienta su interés por la minería, que era un proyecto que ya tenía en su mente llevar a cabo.
El negocio de la minería, el benefactor, el hombre más rico del mundo y el Rey
Su ambicioso proyecto minero, lo lleva en 1743 a asociarse con el empresario minero José Alejandro de Bustamante y Bustillos, quien en 1739 había obtenido del Virrey Juan Antonio de Vizarrón y Eguiarreta, los beneficios de explotación minera de la veta “La Vizcaína”; en la sociedad entre Romero de Terreros y de Bustamante, existía un contrato firmado por ambos, que estipulaba que durante diez años la quinta parte de las ganancias mineras se iban a acumular para que al cabo de diez años, usarlas en la fundación de un Monte de Piedad y para obras de beneficencia social. En 1750 de Bustamante fallece en un accidente y para sorpresa de Romero de Terreros, se entera de que su socio de Bustamante le había heredado las minas que tenían en sociedad, todo el capital acumulado en la sociedad, que era para la beneficencia, el cual ascendía a trescientos mil pesos de esa época y dos mansiones, una en Real del Monte (Pachuca) y otra en Ciudad de México; con esto, Romero de Terreros seguía acumulando bienes, riquezas y poder.
A la muerte de su socio, Romero de Terreros hace arreglos con el Virrey Juan Francisco de Güemes y Horcasitas, Primer Conde de Revillagigedo, para que todos los denuncios mineros que tenía su socio de Bustamante fuera de la sociedad con él, le fueran adjudicados para su explotación y no solo eso, el Virrey
le asignó el beneficio y explotación de todas las vetas y minerales que se encontraran en la región que hoy abarcan los Estados de Querétaro, Guanajuato, Hidalgo, Estado de México y Ciudad de México, bajo el argumento de que quien fuera que denunciara una veta, no la iba a poder explotar por no contar con los recursos para invertir en su explotación.
Corría ya la mitad del siglo XVIII y Pedro Romero de Terreros era ya un hombre inmensamente rico, con sus minas produciendo enormes cantidades de plata, solamente la veta de “La Vizcaína” era el sostén de dos mil familias, para eso, Romero de Terreros fundó un bello pueblo minero, para que ahí vivieran los mineros y sus familias, el pueblo de Huasca, hoy pueblo mágico de Huasca de Ocampo, Hidalgo; desde 1745 Pedro Romero de Terreros hacía obras de caridad y de beneficencia, especialmente con la Iglesia Católica, tanto en México como en España; sostenía varios centros religiosos, conventos y colegios franciscanos y de cualquier otra orden religiosa que lo necesitara, hacía múltiples obras de caridad entre la población y fundó el Hospicio de los Pobres. Aportó ciento cincuenta mil pesos al Virrey Agustín de Ahumada y Villalón, para ayudar a sacar de apuros financieros al Ayuntamiento de la Ciudad de México; en fin, hacía muchas obras sociales.
En 1753 se casa con María Antonia de Trebuesto y Dávalos, de tan solo 22 años, hija de los Condes de Miravalle, una de las familias más distinguidas de la Nueva España, y además descendiente directa del Emperador Moctezuma II Xocoyotzin; con ella procreó ocho hijos, tres varones y cinco mujeres. A través de su familia política, el Conde de Miravalle le consigue el Hábito en grado de Caballero de la Orden de Calatrava. En esta etapa funda el Sacro y Real Monte de Piedad (hoy Nacional Monte de Piedad, del cual sus descendientes son directivos); con el fin de que las personas de escasos recursos, ante un apuro, no tuvieran que ir a caer en manos de agiotistas, además las ganancias del Monte de Piedad se iban también a obras de beneficio.
Con una enorme riqueza, propiedades y múltiples negocios y minas, Pedro Romero de Terreros ya era considerado como el hombre más rico del mundo, sus aspiraciones estaban cubiertas y satisfechas, excepto una: le faltaba un título nobiliario, pero para ello necesitaba ser amigo del Rey, y se puso a trabajar en ello. Acababa de fallecer el Rey Fernando VI y estaba por ascender al trono Carlos III; entonces Romero de Terreros, por intermediación del Virrey Agustín de Ahumada y Villalón, II Marqués de las Amarillas ofrece pagar todos los gastos que originara la ceremonia de ascensión al trono de Carlos III, así como de los posteriores festejos y además como regalo al próximo Rey, le envió un buque de guerra de 80 cañones (así se medían en la época a los buques de guerra, por el número de cañones), para ser puesto a disposición de la Armada Real Española; al ser enterado Carlos III de que tal ofrecimiento y tan imponente regalo provenían del hombre más rico del mundo, no dudó en aceptar el ofrecimiento… y el regalito. El ahora Rey Carlos III le concede a Pedro Romero de Terreros el título de Conde y le da la oportunidad de que él mismo escoja el nombre de su título y Pedro escoge ser el I Conde de Santa María Regla, además también el rey concedió el título de Condes a los tres hijos pequeños de Pedro.
A partir de aquí, Pedro Romero de Terreros y el Rey Carlos III inician una buena relación amistosa a distancia, porque seguían sin conocerse; Pedro invita al Rey a visitar la Nueva España y pasar unos días en su hermosa Haciende de Santa María Regla y conocer sus minas, el Rey acepta la invitación, pero no se fijó una fecha para la visita; ya de regreso a México, Pedro se propone pavimentar de plata el camino entre Pachuca y Veracruz, para la visita del Rey, pero las autoridades tanto de Pachuca como de Veracruz y el propio Virrey se opusieron alegando que no sería del agrado del Rey y le propusieron que mejor esa plata la pusiera en beneficios a los pobres.
En 1775 estalla la Guerra de Independencia de Estados Unidos, las Trece Colonias deciden separase de Inglaterra y la Corona Británica envía a todo su poder bélico para aplastar la rebelión; España y Francia deciden intervenir en apoyo a los estadounidenses, ya que ambos países tenían intereses en la región; Francia tenia a las Luisianas y España tenía a la Península de la Florida y la parte norte de la Nueva España, colindaba con los territorios en conflicto, además Inglaterra era el peor enemigo de España debido a la protección que la Corona Británica otorgaba a los corsarios que tanto daño le habían hecho a los buques mercantes españoles. El Rey Carlos III solicita a Pedro Romero de Terreros apoyo económico para la intervención contra Inglaterra y Romero de Terreros le envía otro buque de guerra, éste de 112 cañones y el financiamiento completo de la operación y sin intereses, de ese tamaño era la capacidad económica de Romero de Terreros; por supuesto, el Rey le quedó muy agradecido por ese enorme detalle. La intervención consistió en que la Armada Real Española navegaría toda la costa atlántica de Estados Unidos para evitar el desembarco de tropas inglesas, mientras que la Armada Francesa haría lo propio en las costas del Golfo de México. Dicha operación se prolongó por varios años y Romero de Terreros la financió completa.
Algo sucedió, de pronto Pedro se convirtió en Romero de Terrores
Mientras que Pedro seguía acumulando incalculable fortuna, algo pasó en el camino que hizo que Pedro fuera poco a poco cambiando, hasta convertirse en algo totalmente opuesto a lo caritativo que siempre había sido en toda su vida; los cambios se notaron en sus relaciones de negocios, en sus relaciones familiares, con sus amigos, pero donde más se notaron estos cambios, fué en su relación con sus empleados, trabajadores y sobre todo con sus mineros, aquí fué donde más impactaron de manera negativa dichos cambios en su personalidad.
De pronto se tornó cruel y despiadado con los mineros, se volvió muy hostil con ellos, al grado de que ya no podían ni acercarse a su presencia, sin ser agredidos o insultados; les extendió el horario hasta 16 horas diarias y les redujo la comida a un solo alimento por día; decía que los mineros le estaban robando plata y los pesaba antes y después de salir de la mina, si pesaban más era porque traían mineral y los encerraba en una mazmorra que mandó construir, a donde los encerraba como castigo por tratar de robarle, habiendo dejado morir de hambre a varios ahí en esas catacumbas; les quitó el derecho médico y el promedio de vida de sus mineros cayó a 7 años laborales; cuando alguno se enfermaba o mostraba signos de enfermedad dentro de la mina, los enviaban a un confinamiento a que se murieran. Donde ya
la situación no aguantó más, fue cuando les redujo el salario a los mineros, y les quitó el “partido”, que era una especie de reparto de utilidades, con el pretexto de que “las minas no estaban obteniendo ganancias”.
Esta situación provocó que los mineros se amotinaron, intentaron asesinar a Pedro, pero no pudieron porque se escapó, asesinaron a pedradas a su Administrador General y dejaron casi muerto al Alcalde de Pachuca que trató de intervenir. Ante el desorden social que estaba causando el amotinamiento de los mineros, el Virrey Carlos Francisco de Croix y Marqués de Cruillas envió a las tropas realistas junto con el abogado Francisco Xavier de Gamboa y el Alcalde de Tulancingo Pedro de Leoz, para restablecer el orden, pero los mineros querían la cabeza de Romero de Terreros. Pero el abogado de Gamboa traía ya la orden del Virrey de restablecerles a los mineros su salario, su “partido”, sus derechos médicos y su alimentación completa y amenazó a Pedro Romero de Terreros con despojarlo de las minas si no cumplía con la Ordenanza Real; de esa manera los mineros volvieron a su trabajo, retornando poco a poco la tranquilidad. Desde luego, Romero de Terreros le reclamó al Virrey la falta de contundencia ante el motín minero y el Virrey le contestó: “Dése cuenta que usted propició todo esto, nosotros solo volvimos a poner la piedra que usted quitó: el sueldo y los derechos de los mineros”
… lo que la historia oficial no dice
En esta etapa de la vida de Pedro Romero de Terreros sucede otro hecho trágico que la historia oficial oculta, quizá debido a su enorme labor social y filantrópica con la sociedad, con la Iglesia y quizá también por el buen nombre del Monte de Piedad, esta es la historia: una de las hijas de Pedro estaba iniciando un incipiente romance con el capataz de la Hacienda de Santa María Regla, donde vivía la familia y Pedro ya les había advertido tanto a ella como al capataz de que no le gustaba esa relación y que no la iba a permitir, por lo que les prohibió volver a verse; en una de esas noches, Pedro llegaba a su casa de la Hacienda y alcanzó a ver a su hija entre las sombras y decide seguirla sigilosamente y logró ver como se estaba besando con el capataz de su hacienda; al ver esto, la ira invadió a Pedro y ordenó capturar al capataz y a su hija.
Después reunió en uno de los patios a los empleados y mineros que se encontraban en ese momento en la hacienda y ahí frente a todos ellos y a manera de advertencia, con una saña pocas veces vista, asesinó al capataz; luego mandó traer a su hija y de igual manera, frente a los aterrorizados empleados, y con terrible saña y crueldad la asesinó, después la destazó y para rematar su diabólica advertencia, la descuartizó, arrojando sus partes a una chimenea. El Rey Carlos III al ser informado de lo sucedido, canceló su visita a la Nueva España, a la Hacienda de Santa María Regla y ya no tuvo deseos de conocer a Pedro. Nadie sabe que fué lo que le pasó a Pedro Romero de Terreros, aunque muchos lo atribuyen al fallecimiento de su esposa tras nacer su última hija; las leyendas del pueblo minero de Huasca de Ocampo dicen que había hecho un pacto con el diablo; sin embargo, a pesar de esta etapa trágica en su vida, nunca dejó la beneficencia pública ni tampoco dejó nunca de apoyar económicamente a la Iglesia
ni a la Corona Española ni al Rey Carlos III, de esta manera, el hombre más rico del mundo nunca pudo conocer al Rey de España.
Fuentes Biblográficas:
+ eleconomista.es
+ realacademiadelahistoria.rah.es
+ elbuenasnoticias.com
+ miedoteca.mx
+ nepblog.com
+ revistaespacios.com
+ montepiedad.com.mx
+ artsandculture
+ Wikipedia.org