Paul Dianno: Mezquindad y vanagloria
Eduardo Arredondo Delgado
Di’Anno, tenía 22 años cuando grabó con Iron Maiden; creyó que la fiesta nunca terminaría
Paul Di’Anno, es un superviviente de una época cuasi olvidada.
Chihuahua, Chih.- Su arrogancia, excesos y poco sentido común lo orillaron a ser despedido de Iron Maiden cuando su popularidad se incrementaba y cuando nadie del movimiento NWBHM (New Wave British Heavy Metal) había despertado tanto la atención como la Doncella de Hierro. Solo que aquel pasado, está muerto. Fue hace poco más de cuarenta años y Paul sigue atrapado ahí, en ese renglón torcido de su vida. Necesitó y necesita de ayuda, principalmente sanear su cabeza. Hace tiempo, ratas invisibles devoraron lo que le quedó de cerebro y la paranoia lo consumió. Quizás debió ser sometido a una trepanación.
De tener un público cautivo al que nunca cuidó y no tomó en serio por sus desplantes de ídolo venido a menos nunca pudo progresar artísticamente.
¿Qué sentirá que sus excompañeros llenan arenas y estadios y que él pudo haber estado ahí como gran protagonista y no fue?
Paul Di’Anno no iba a cambiar, y todos sus proyectos desde el efímero Gogmagog (Dianno, Willis, Murray, Gers, Burr), hasta Battlezone pasando por Killers fueron fallidos y únicamente permanece históricamente como el cantante de Iron Maiden que contribuyó a darles el otro horizonte: la fortuna.
Es un oportunista que se siguió ilusionando a los fans, ahogados en un manantial de ingenuidad que crecieron viéndolo como gran cantante que alguna fue y perdió las oportunidades para redimirse, no solo por los fraudes que hizo en Reino Unido sino por su misma carrera en solitario que fue intermitente.
Ahora postrado en una silla de ruedas, consumido por sus enfermedades, falta de circulación en la piernas, una operación de rodillas reciente auspiciada por Steve Harris es decir Iron Maiden (luego del encuentro que tuvieron en Croacia) , solo le hacen reflexionar que vivirá ahí en la silla hasta sus últimos días.
Peripecias para subirlo al escenario
Paul Di’Anno, por su obesidad quizás esté arriba de los 120 kilos más una silla de ruedas que utiliza para todo, podría pensarse que trasladarlo es por encima de los 140 kilos
Los organizadores colocaron una rampa de madera (a la izquierda del escenario) y no lo podían subir porque se ladeaba la silla con su peso y porque el cascarrabias sintió que se caía.
Los gritos del público enfrentaron a las acciones poco atinadas o no sabían de quienes lo subieron al escenario.
Como un costal de papas con un corazón oscuro, finalmente lo subieron ante la algarabía y la ovación de quienes al menos lo quería ver, no tocar porque sus piernas ya no dan más y los propios técnicos hicieron énfasis en no tocarlo menos las piernas, visiblemente hinchadas casi como pavos en hielera: moradas.
Al hacer acto de presencia se llevó una ovación. Se había detenido el tiempo y los fans perdonarían sus ocurrencias, groserías y hasta aquellos desplantes que lo marginaron y lo desfiguraron de la industria musical.
Su cuarta visita ¿La última?
Llegó al escenario y su ensamble, un grupo compuesto por músicos de la Ciudad de México iniciaron el recital con la pieza instrumental, Ides of March,- en referencia a la muerte de Julio César cuyo asesinato ya estaría predestinada según los videntes romanos.
Con los pocos recursos y la voluntad para cantar, Paul hizo lo que pudo, inmóvil en la silla de ruedas, luciendo una camiseta de Exploited, con pantalones cortos, portando una cachucha y unas zapatillas estilo Vans.
El cantante de raíces brasileñas interpretó: Wrathchild, Remember Tomorrow Phantom of The Opera y extrañamente en su condición de lisiado fue ovacionado ya no como en su mejores días pero si agradeciéndole su presencia, esa nostalgia que significa regresar al pasado para renunciar al presente por breves minutos.
Durante el show se le fue el aire en por lo menos dos ocasiones.
Pasada la mitad del concierto, un fan, se acercó al escenario y le obsequió un anillo de metal y hasta se lo intentó probar. Por lo menos le dio las gracias.
Su condición lastimosa/preocupante es una lucha continua por sobrevivir en medio de afecciones y sobre todo una mala actitud como ser humano. Tranquilamente como en los circos de pueblo, se pudo haber dejado llevar por la admiración y fama que le profesan sus fans y ser más accesible, incluso tomarse fotos – sabiendo y conociendo su mala salud. Y no lo hizo. Tal vez fue la última oportunidad.
Steve Harris y compañía quizás se apiadaron de un hombre que les sirvió para su desarrollo y aunque ambos, Di’Anno, y Harris son parte de una alcantarilla de aguas residuales, quizás en ese tenor este peor Paul, quien rechaza la realidad cotidiana. Hace más de cuarenta años fue despedido.
Al final, Paul Andrews- su verdadero nombre- se despidió con el tema, Iron Maiden, dejando el escenario del Salón Pistoleros con recuerdos de un hombre que ilusionó, perdió todo y aun así no aprendió la lección.
Fotos; Eduardo Arredondo