El estudio de 2.814 hombres de entre 45 y 84 años encontró que la salud cardiovascular de los padres en la vejez era peor que la que no tienen hijos.
Resulta que Alessandro, y millones de otros padres responsables del planeta, a la larga pagarán un alto precio por ese sobreesfuerzo porque tendrán una peor salud cardiovascular que los hombres sin hijos, según los hallazgos del primer estudio longitudinal multiétnico realizado en Estados Unidos sobre paternidad y salud cardiovascular.
«Los cambios en la salud del corazón que encontramos sugieren que la responsabilidad adicional del cuidado de los niños y el estrés de la transición a la paternidad pueden dificultar que los hombres mantengan un estilo de vida saludable, como una dieta saludable y ejercicio», dijo el primer autor del estudio John James Parker, internista y pediatra de la Universidad Northwestern.
Parker y sus colegas analizaron los datos recopilados de 2.814 hombres de entre 45 y 84 años, que fueron monitoreados durante hasta 18 años.
La salud cardiovascular se evaluó mediante cuestionarios sobre dieta, ejercicio y hábitos de fumar, así como con mediciones de datos cuantificables como el índice de masa corporal, presión arterial, colesterol y niveles de glucosa en sangre.
Los padres jóvenes tienen más riesgo
El estudio reveló que la salud cardíaca de los padres generalmente era peor que los que no tenían hijos. Pero los que tenían peor salud cardiovascular y tasas de mortalidad más altas eran los que se habían convertido en padres antes de cumplir los 25 años.
Los investigadores explican que estas estadísticas pueden tener su origen en una multiplicidad de factores. Uno de ellos es que los padres jóvenes pueden tener una mayor inestabilidad financiera, lo que podría causar mayores niveles de estrés y menores posibilidades de tener flexibilidad horaria para ir al gimnasio o disfrutar de horas de esparcimiento.
«Muchas veces nos centramos en la salud de las madres y los niños, y ni siquiera pensamos en los padres, pero su salud tiene una gran influencia en la familia», afirmó Parker. «Para mejorar la salud de las familias, debemos considerar la relación multidireccional entre madres, padres, otros cuidadores y niños».
Los autores del estudio dijeron que los datos no prueban una causa y efecto directo, pero como las enfermedades cardíacas son la principal causa de muerte entre los hombres estadounidenses, vale la pena investigar la vinculación entre la paternidad y la salud cardiovascular.
Lo más curioso que a pesar de tener peor salud cardiovascular, la tasa de mortalidad general de los padres fue más baja que la de los que no tienen hijos, posiblemente porque los padres pueden tener un sistema de apoyo social más sólido, afirmó Parker. Añadió que la conexión social se ha relacionado con una menor mortalidad.
«También es más probable que los padres tengan a alguien como su futuro cuidador (es decir, sus hijos) para ayudarlos a asistir a las citas médicas y administrar los medicamentos y tratamientos a medida que crecen», dijo Parker. «También descubrimos que los padres tenían tasas más bajas de síntomas depresivos que los no padres, por lo que la salud mental puede estar contribuyendo a las tasas de mortalidad más bajas ajustadas por edad en los padres».
El estudio incluyó a hombres que se identificaron como negros, chinos, hispanos o blancos, y la tasa de muerte ajustada por edad para todos los padres negros fue menor que para los no padres negros, el único subgrupo racial y étnico con esta asociación.
Claves para vivir más y mejor
Cuidar la salud cardiovascular es crucial para mantener una buena calidad de vida, especialmente para los padres que quieren estar presentes y activos para sus hijos. Aquí hay cinco consejos prácticos para lograrlo:
1. Mantén una dieta equilibrada
- Consume alimentos ricos en fibra: Incluye frutas, verduras, granos enteros y legumbres en tu dieta.
- Evita grasas saturadas y trans: Limita el consumo de alimentos fritos, productos de pastelería y comida rápida.
- Opta por grasas saludables: Incorpora aguacates, frutos secos, semillas y aceite de oliva en tus comidas.
- Controla el sodio: Reduce el consumo de sal y opta por hierbas y especias para sazonar los alimentos.
2. Realiza actividad física regularmente
- Encuentra una rutina que disfrutes: Puede ser caminar, correr, nadar, andar en bicicleta o incluso practicar deportes con tus hijos.
- Establece metas realistas: Comienza con objetivos pequeños y ve aumentando la intensidad y duración gradualmente.
- Incluye a tus hijos: Realiza actividades físicas juntos, como salir a caminar, jugar en el parque o hacer excursiones.
3. Mantén un peso saludable
- Monitorea tu peso regularmente: Mantén un control de tu peso y ajusta tu dieta y actividad física según sea necesario.
- Evita las dietas extremas: Opta por cambios sostenibles y equilibrados en tu alimentación y estilo de vida.
4. Controla el estrés
- Practica técnicas de relajación: Prueba la meditación, el yoga o la respiración profunda.
- Encuentra tiempo para ti: Dedica algunos momentos del día para actividades que disfrutes y que te ayuden a relajarte.
- Habla sobre tus preocupaciones: No dudes en buscar apoyo emocional de amigos, familiares o profesionales.
5. Visita al médico con regularidad
- Consulta a tu médico regularmente: Programa exámenes médicos periódicos para monitorear tu presión arterial, colesterol y niveles de glucosa.
- Sigue las recomendaciones médicas: Si tienes alguna condición de salud, sigue las indicaciones y tratamientos recomendados por tu médico.
- Mantén un historial de salud: Lleva un registro de tus chequeos y resultados para su seguimiento