El 7 de junio 1999 a las 12:08, después grabar su programa “Una tras otra”, el animador y conductor de televisión, Paco Stanley decidió ir a comer a “El Charco de la Ranas”. Al salir del restaurante y abordar su camioneta, un individuo se acercó y, con una ametralladora, disparó contra el conductor televisivo, cuatro impactos de bala en la cabeza terminaron con la vida de Francisco Stanley Albaitero, mejor conocido como Paco Stanley.
El suceso, que bien puede resumirse en un párrafo, conmocionó a la ciudadanía, a las agencias mediáticas; todos dejaron sus actividades para voltear incrédulos cuando les decían “acaban de matar a Paco Stanley”.
Supimos después que pidió un bistec en chile pasilla y un agua de tamarindo. Supimos que ya lo estaban esperando; que Mayito, el fiel patiño, el del “gallinazo”, se había tardado en salir del restaurante, supimos ese detalle y miles más.
La telenovela apenas empezaba.
Prácticamente desde el momento del asesinato, inició una campaña televisiva que presentaba al conductor como un mártir y culpaba de su muerte al gobierno local, encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas. En un hecho insólito, Ricardo Salinas Pliego, dueño de una de las dos televisoras más importantes de México pidió la renuncia del jefe de Gobierno y cuestionó el sistema democrático que había permitido la transición política en el Distrito Federal.
Los actores de las telenovelas de Azteca comenzaron a exigir justicia al aire culpando al gobierno del Distrito Federal por la violencia que había terminado con la vida de su ser querido. El conductor Jorge Garralda dijo al aire que el asesinato era culpa directa de Cuauhtémoc Cárdenas. Acá vemos al “intrépido” Garralda denunciando al Jefe de Gobierno:
El gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas estaba por cumplir dos años en medio de críticas por parte de algunos sectores, los ataques se enfocaron contra el procurador Samuel del Villar, ante la evidente inseguridad que se vivía en la ciudad. O eso es lo que los medios mostraban a la ciudadanía, recordemos que era la primera vez que la ciudad de México tenía una administración que había elegido por ella misma, ya que antes la CDMX era un departamento más del Gobierno federal, al frente del cual gobernaba el PRI. Fue en 1997 el año en el que los ciudadanos del extinto Distrito Federal pudimos votar por nuestras autoridades y en ese momento comenzaron a circular noticias diariamente sobre la inseguridad —como si antes no existiera—.
Sin embargo, con el tiempo se volvió evidente que no presenciábamos el asesinato de un inocente presentador de televisión, que el asesinato había sido un suceso calculado y perpetrado por el crimen organizado. Cuando se llevaron la camioneta —con el cadáver adentro— a las oficinas de la PGR, el show fue transmitido por la TV con los famosos helicópteros y la gente salía a verlos pasar.
En las instalaciones de la funeraria Gayosso el circo mediático se incrementó, la gente se atiborró en el panteón, los familiares y amigos se tuvieron que abrir paso a empujones y jalones. Las transmisiones especiales fueron debidamente vendidas y los encargados de publicidad fueron presionados para colocar más spots entre sus clientes.
Y cuando creíamos que nada de esto tenía sentido, empezó el dramático segundo acto: el ministerio público acusó directamente a Mario Bezares y a una de las edecanes del programa, Paola Durante, de ser responsables del asesinato y los entambaron. Bezares incluso se definió como preso político y hasta amenazó con escribir un libro, dijo que le iba a pedir a Monsiváis que se lo “prologara”.
Tiempo después los seis implicados en el homicidio, incluidos el ex presentador de televisión, Mario Bezares, y la conductora Paola Durante, fueron absueltos por el Tribunal Superior de Justicia del DF (TSJDF). Luego, el entonces cocinero del narcotraficante Luis Ignacio Amezcua, presunto líder del cártel de Colima, Luis Valencia, entró en escena y aseguró que el narcotraficante se reunió con Mario Bezares y Paola Durante para planear el asesinato de Paco Stanley. El proceso se vino abajo después de que Valencia se retractara y denunciara que la PGJDF lo sometió a torturas para inculpar a los detenidos. Todos los implicados fueron absueltos.
Así soltaron a Bezares y a Durante. Con el clásico uste’ disculpe, se llegó a la conclusión de que a Stanley lo mataron porque le debía dinero al narcotráfico; al parecer se había negado a pagar una deuda y había mandado al diablo a su proveedor, el asunto fue una venganza.
En este video se puede ver como a Bezares se le cae un paquete con un polvo blanco —posiblemente cocaína— al ejecutar su afamado “Gallinazo”. Ya sabemos por qué se bailaba como se bailaba.
Las investigaciones arrojaron datos reveladores, se descubrió que Stanley había sufrido varias amenazas de muerte, llevaba consigo una credencial de la Secretaría de Gobernación que lo acreditaba como servidor público y le permitía “cualquier uso de arma de fuego para uso de persona civil”.
A los 20 años de edad, Paquito ya había pisado la cárcel, en Saltillo, Coahuila, fue acusado de robo y de encabezar una banda que se dedicaba a asaltar tiendas. Cuando Stanley fue presidente de la Asociación de Locutores de México, se convirtió en el propietario del Bar Diana de la Zona Rosa, donde se ejercía la prostitución. También era socio del bar de ambiente El Nueve.
De acuerdo con el diario Reforma, un informante de la DEA aseguró que Stanley pertenecía a la estructura del cartel de Juárez; por su parte, El Universal informó que una línea de investigación de la procuraduría del Distrito Federal señalaba al conductor como proveedor de droga entre los adictos del mundo del espectáculo, al estar vinculado con los hermanos Muñoz Talavera, capos del cartel de Juárez.
La hipótesis de una venganza del narcotráfico, se fortaleció cuando dio positivo en los análisis de sangre y orina realizados al occiso en la autopsia y se encontró medio gramo de cocaína entre sus ropas, agrega el informe judicial. A su paso por Televisa y TV Azteca, logró una fortuna superior a los 7 millones de dólares, entre propiedades y cuentas bancarias en México y el extranjero, se conoce que pertenecía a una red de distribución y consumo de cocaína.
Según esto, compraba unos 10 mil dólares cada tercer día, equivalentes al costo de un kg de cocaína base, estas operaciones se manejaban a través de sus cuentas en las Islas Caimán. De acuerdo con el informe de la OAS el Caribe fue una ruta principal de tránsito de cocaína en los años 90.
Las investigaciones de la inteligencia militar afirmaban que “Pacorro” era amigo íntimo de Amado Carrillo Fuentes, el Señor de los Cielos, líder del cartel de Juárez, con quien gustaba de jugar billar en Cancún. Stanley solía visitar hoteles donde se hospedaban, en esas mismas fechas, capos del narcotráfico, utilizando pases de cortesía.
Stanley servía de prestanombres en la compra de bienes inmuebles, además de compartir el médico de cabecera: el célebre Carlos Ávila Mergel, miembro del grupo de cirujanos que, un año después, realizaron un operación de liposucción y cirugía plástica que, oficialmente, condujeron a la muerte al señor de los cielos.
Según las investigaciones de la PGJDF a través de las declaraciones del compadre de Stanley, José Tomás Cabello Moreno, afirmó que Stanley consumía cocaína, gustaba de llevar amigas ocasionales a su pent house en la Condesa, le gustaba el chupirul y hacían reuniones una o dos veces por semana para meterse unas líneas en los camerinos, con Mario Rodríguez Bezares, Tony Flores y Benito Castro.
Después de la cacería de brujas, ahora se sabe que los verdaderos asesinos de Paco Stanley fueron Sicarios de los Arellano Félix. El cártel lo asesinó por sus supuestos nexos con Amado Carrillo Fuentes, para esta tarea envió a su jefe de pistoleros, Arturo Villarreal Heredia también conocido como “El Nalgón”. El Nalgón seleccionó a Luis Alberto Salazar Vega “El Bolas”, a Feliciano o Rubén Quintero Madrid “El Rito” y a un personaje tan sólo conocido como “El Hitler” para hacer el trabajo.
Así, el 7 de junio de 1999, emboscaron a Paco Stanley en el Charco de las Ranas: cuando Paco Stanley subía a su camioneta, el Bolas y el Rito bajaron del puente peatonal que cruza Periférico Sur frente al restaurante y aprovecharon el momento en que el escolta de Stanley se dirigía hacia su propio auto dispararle cuatro balazos en la cabeza. Después, se produjo un intercambio de disparos con la Policía que cuidaba el lugar. Uno de los sicarios resultó herido, pero lograron cruzar el puente peatonal y abordar el Jetta donde los esperaba el Hitler para darse a la fuga.
Años después, los dos fueron detenidos en Tijuana por otros motivos relacionados con secuestro y narcotráfico. El Rito se fugó el 30 de julio de 2003 y el Bolas, un año después, el 14 de abril. Durante el tiempo en que estuvieron presos, jamás se les relacionó oficialmente con el asesinato de Paco Stanley a pesar de numerosas denuncias por parte de algunos reclusos que los escuchaban alardear por su hazaña. Los asesinos de Paco Stanley estuvieron en manos de la justicia mexicana durante un tiempo y se escaparon olímpicamente.
Stanley era locutor de radio y presentador de TV, tenía un humor basado en poner en ridículo a quien se dejara, el tipo de programas en los que trabajaba era del tipo “variedades” en el que se presentaban cantantes, cómicos y patrocinadores de algunos productos, Stanley era Krusty y Mayito su Bob Patiño. Las mismas bromas, las mismas rutinas, los mismos comentarios, más de 20 años al aire. La gente lo estimaba.
El día del asesinato de Stanley, consiguió lo que no había logrado su programa: la audiencia de TV Azteca alcanzó más de 48 puntos, un rating similar al Mundial de Francia 98’. La capacidad de cobertura de los medios y especialmente de la televisión mostró su poder ese día, a pesar de ser un día laboral y una hora de actividad intensa, la gran mayoría de la gente se enteró del evento y marcó a generaciones. El impacto de la cobertura mediática de la muerte de Paco Stanley fue equivalente al asesinato de John F.Kennedy en Estados Unidos.
Por ahí de las 9 de la mañana comenzaba el programa “Una tras otra” y un día como hoy, ese programa se alargó más de lo debido, se convirtió en una telenovela nacional, en una muestra más del poder de los medios y su decadente elenco del entretenimiento, un día como hoy se murió uno de “los hombres más queridos por México”, el bufón cuya muerte, incluso, fue un espectáculo .
*Con información de: Proceso, Blog La vida mafiosa, Panamaamerica, Libro: Terrorismo estatal e impunidad, Carlos Fazio.