JIRONES DE NUESTRA HISTORIA
PACA AGÜERO Y PEPA PEÑA, DOS MEXICANAS QUE RENEGARON DE SU PAÍS Y ACTUARON EN CONTRA DE MÉXICO; SIN EMBARGO, NO SON CONSIDERADAS COMO TRAIDORAS A LA PATRIA.
Por: José Luis Jaramillo Vela
Una rápida explicación acerca de estas dos mujeres
Estas dos mujeres mexicanas que fueron prácticamente contemporáneas en el siglo XIX; ambas pertenecientes a la más alta alcurnia de México; ambas nacidas en el seno de familias ricachonas y ultraconservadoras; ambas casadas con muy encumbrados personajes de la aristocracia y la milicia europea; ambas renegaron de su país; ambas realizaron acciones en contra de los intereses de su propio país de nacimiento.
Sin embargo, a pesar de haber renegado de su propio país y de sus acciones en perjuicio de México, ninguna de estas dos mujeres ni está considerada con el deshonroso título de “Traidoras a la Patria”, ni ha sido juzgada por tal motivo, a pesar de que pruebas en su contra sobran por todos lados; una se perdió en los confines de la historia y a la otra, digamos que Porfirio Díaz “se la perdonó”, hablando en lenguaje coloquial.
Por tal motivo veamos de la manera más breve posible un poco de la vida y obra de estas dos malas mexicanas; hoy que México está plagado de traidores a la Patria, tanto en el gobierno saliente, como en el gobierno entrante, funcionarios y por supuesto, de malos mexicanos que simpatizan con los destructores de México.
La primera de ellas, Paca Agüero
Francisca Agüero y González nació el 2 de abril de 1830 en Veracruz, Ver., hija única del millonario banquero y empresario mexicano Francisco de Agüero y de la aristócrata española Antonia González y Echavarría, cuya familia estaba en España y México, incluso uno de sus hermanos era el Secretario de Hacienda de Benito Juárez y su familia estaba emparentada con la realeza española y con la esposa de Napoleón III de Francia.
Además de sus múltiples propiedades en México, la familia Agüero González poseía una residencia en París, en la Rue d’Astorg, en el exclusivo barrio de La Madeleine, a escasos metros del Palacio del Elíseo, residencia oficial de
Napoleón y otra residencia en el exclusivo sector de Manzanares en Madrid, por lo que Doña Antonia González y su hija Francisca (Paca para sus padres y Paquita para sus amistades), se pasaban grandes temporadas en París y Madrid socializando con la crema y nata europea; Doña Antonia ofrecía rimbombantes reuniones en su casa de París y Paquita ya con diecisiete años se desenvolvía muy bien en el sofisticado ambiente social de Europa.
A esas fastuosas reuniones comenzó a asistir el laureado y condecorado General Juan Prim y Prats, Conde de Reus, Marqués de Castillejos y Vizconde de Bruch, quien era agregado militar de la Embajada de España en Francia; ahí se conocieron y se enamoraron la jovencita Paquita Agüero y el General Prim, un romance que desde su inicio desaprobó Doña Antonia González por dos razones: la diferencia de edades, pues el General Prim era diecisiete años mayor que Paquita y en segundo, porque a Doña Antonia no le gustaba la vida de los militares ni de los policías, los consideraba unos aventureros.
Durante la mayor parte del año de 1847, el General Juan Prim y Paca Agüero como él la llamaba, disfrutaron de un romance bajo la desaprobadora mirada de su madre, hasta que en septiembre de 1847, el General Juan Prim y Prats es designado por la Corona Española como nuevo Gobernador de Puerto Rico y a partir de este momento, Prim comienza a tratar con Paca el tema de su matrimonio; a pesar de la gran diferencia de edades, Paca estaba muy enamorada de él y deseaba casarse, pero también Paca tenía otros asuntos en Europa, asuntos que el General Juan Prim desconocía.
Los motivos de Paca
Durante esas largas estancias en Europa, tanto Doña Antonia González como su hija Paquita Agüero, comenzaron a establecer lazos entre los grupos conservadores mexicanos con las cúpulas de poder político y económico, así como con las monarquías europeas, principalmente con la Corona Española y con el Imperio Francés, con quienes Doña Antonia González tenía ciertos vínculos familiares; la esposa del Emperador Napoleón III, Marie Eugénie Ignacia Agustina Palafox de Guzmán Portocarrero y Kirkpatrick – Montijo, Condesa de Teba, tenía la deferencia con Doña Antonia, de que con ella la Emperatriz dialogaba en español; de esa manera, los conservadores mexicanos fueron teniendo contacto y acercamiento con Napoleón III.
Muy pronto, la joven Paquita Agüero desarrolló un instinto, un talento y un fino e intuitivo olfato para la política, por lo que ella comenzó a tomar las riendas de las relaciones políticas entre los conservadores mexicanos y Europa; mientras en Puerto Rico, el recién nombrado Gobernador de la isla, el General Juan Prim y Prats, era ajeno por completo a los movimientos políticos de su amada Paca y su madre. Estas acciones de Paca Agüero fortalecieron en gran medida al grupo conservador en México.
La boda proscrita
En 1856, contra viento y marea se celebró la fastuosa boda entre el General Juan Prim y Prats de 43 años y su querida Paca Agüero y González de 26, en la Iglesia de La Madeleine de París; Don Francisco Agüero y Doña Antonia rehusaron asistir a la boda y su padre la amenazó con desheredarla, aunque Doña Antonia cedió un poquito nada más, al darse cuenta de que su hija adquiría de inmediato por matrimonio los títulos de Condesa de Reus, Marquesa de Castillejos y Vizcondesa de Bruch; por su parte, Teresa Prats y Vilanova, madre del General Prim tampoco estaba muy de acuerdo con la relación debido a la diferencia de edades, aunque la enorme fortuna de los Agüero le hacía guiños, pero ella no sabía que Paca había sido desheredada por casarse con su hijo. Juan y Paca
tuvieron dos hijos, Juan e Isabel Prim Agüero; Juan, apadrinado por el Emperador Napoleón III de Francia; Isabel, amadrinada por la Reina Isabel II de España.
Paca Agúero opera contra México
La familia Prim Agüero vivía en la total opulencia, rodeada de la alta sociedad y al amparo que brinda la realeza de España y Francia; el General Prim, aunque conservador y aristócrata no se sentía totalmente cómodo sabiendo que su esposa actuaba en contra de México, pues él nunca actuaría en contra de España; sin embargo, tampoco hacía por desalentarla.
En México ya había estallado la Guerra de Reforma entre conservadores y liberales del Presidente Benito Juárez y los conservadores lidereados por el General Juan Nepomuceno Almonte (hijo de Morelos), tocaban base con Paca Agüero en París, ella los contactaba con los grandes personajes que podrían apoyarlos con recursos y armamento para luchar contra Juárez. Francia había cedido un préstamo a Benito Juárez para financiar esa guerra, pero a sugerencia de Paca Agüero, Napoleón III no veía mal en apoyar discretamente a los conservadores y jugar una carta en cada bando. El resultado, Juárez gano esa guerra de tres años, pero los conservadores ya tenían sólidos contactos en Europa, gracias a los oficios de Paca Agüero
Mientras, la opulenta vida de los Prim Agüero comienza a ir en picada, los excesivos gastos de la familia, más las enormes deudas de Teresa Prats y Vilanova, madre de Prim, que éste tuvo que pagar, terminaron por hundir económicamente a la familia; esto produjo una carambola de tres bandas en la familia Prim Agüero.
Primera: la familia mexicana de Paca Agüero le pedía que se regresara a México, con sus hijos, pero sin su esposo, para que pudiera disfrutar de la fortuna familiar; Paca se negó a abandonar a su esposo.
Segunda: la familia europea de Paca Agüero también le exigía acogerse a la Monarquía Española o al Imperio Francés de una vez por todas, el problema era que el General Prim había caído en desgracia y ya no podía tener acceso a los altos niveles que antes gozó.
Tercera: El General Juan Prim decide marcharse a México junto con su familia, con la esperanza de que los parientes mexicanos de Paca le ayuden a incrustarse en el gobierno del Presidente Benito Juárez, con el apoyo del Secretario de Hacienda, José González y Echavarría, hermano de la madre de su esposa y tío de Paca Agüero; en un intento desesperado por rehacer su fortuna. Para ello, Prim dejó a su familia en la Habana, Cuba mientras él llegaba a Veracruz para intentar buscar el apoyo de Benito Juárez, quien se rehusó a recibirlo y le pidió abandonar el país, todo debido a las acciones de Paca Agüero en contra del Gobierno Mexicano.
Paca, que sin el conocimiento de su esposo ya había llegado a Veracruz con sus hijos, al enterarse de la situación se puso furiosa y le exclamó a su esposo e hijos: “¡vámonos lejos de esta tierra maldita que no quiero volver a pisar nunca!”, marchándose rumbo a Cuba, de ahí a Nueva York donde pasaron unos días y luego a Madrid, en donde el General Prim fue bien recibido y volvió a escalar los altos niveles
Paca Agüero y su rol en la Segunda Intervención Francesa en México
La familia Prim Agüero había recuperado su status social, sobre todo en España, donde el General Prim ya estaba de nuevo dentro de la Corte de la Corona Española, mientras que Paca seguía gozando de todas las confianzas de Napoleón III y de su esposa Marie Eugénie de Montijo y esto fue un factor clave para que en 1861, Paca Agüero fuera el contacto decisivo para que una delegación de doce conservadores mexicanos se entrevistaran en el Castillo
de Miramar en Trieste, Italia con Maximiliano de Habsburgo para pedirle tuviera a bien aceptar ser Emperador de México, poniendo al país en charola de plata a extranjeros.
El historiador catalán José Miguel Verges afirma que esta fue la última acción de Paca Agüero en contra de México, después se perdió en los entretelones de la historia y de la vida social y la aristocracia europea, falleciendo el 12 de febrero de 1889 en Madrid, España.
El otro caso: Pepa Peña
La otra mujer de esta historia es María Josefa de las Angustias Bonifacia Brígida Federica Pascuala Feliciana de la Santísima Trinidad Peña Azcárate, hija de Francisco Ramón Blas Peña Barragán y de María Josefa Azcárate Vera y Villavicencio, nacida el 14 de mayo de 1847 en la Ciudad de México; de familia aristocrática y de abolengo, nació en cuna de oro y nunca pasó penurias, en su entorno familiar y su círculo social se le conocía con el cariñoso Pepita Peña; más tarde, los liberales la nombrarían con un seco Pepa Peña. Al igual que Paca Agüero, Pepa Peña también fue hija única.
Al morir su padre, Pepita y su madre heredaron una gran fortuna, propiedades en la Ciudad de México así como las Haciendas El Hospital y Palo Grande en el Estado de Morelos; su tía Juliana Azcárate Vera y Villavicencio era esposa del ex presidente Manuel Gómez Pedraza; como su madre y su tía habían enviudado, las tres decidieron vivir en la casona de su tía Juliana.
En 1862, en la Segunda Intervención Francesa, Napoleón III envía al General Fréderic Forey para formar un gobierno conservador al mando del General Juan Nepomuceno Almonte, todo ello para preparar la llegada del Emperador Maximiliano de Habsburgo; Forey es enviado al norte de África y es sustituido por el Gran Mariscal Francois Achille Bazain (el grado de Gran Mariscal era el grado más alto en la milicias francesa y tenía rango de autoridad en donde sea que estuviera); Bazaine llega a México a preparar la llegada de Maximiliano y Carlota, a la llegada de estos, Bazaine les ofrece un fastuoso y elegante baile con lo más selecto de la alcurnia mexicana y del conservadurismo nacional.
En esa elegante recepción Bazaine (quien hacía unos meses había enviudado al suicidarse su esposa), ahí Bazaine conoce a una jovencita de 16 años, era Pepita Peña Azcárate; Bazaine quedó enamorado de la jovencita como si fuera un adolescente, lo más curioso es que Pepita también había correspondido a ese flechazo y ambos iniciaron una relación, a pesar de la diferencia de 37 años en las edades.
Cuando Maximiliano y Carlota asumen el Segundo Imperio Mexicano, el Mariscal Bazaine ocupa el más alto cargo después del Emperador y su aún novia Pepita Peña es designada como dama de confianza de la Emperatriz Carlota, asumiendo un papel muy importante y protagónico en el juego de poderes e influencias dentro del Castillo de Chapultepec, hasta llegar a hacerse indispensable para la Emperatriz.
En 1865, el Mariscal Francois Achille Bazain y la joven Pepita Peña Azcárate contraen matrimonio, él de 54 años y ella de 17, con una diferencia de 37 años ambos se veían muy contentos; los padrinos de boda fueron Maximiliano y Carlota, que le otorgaron a Pepa el título de Mariscala y quienes como regalo de bodas les dieron el Palacio del Conde de Buenavista (hoy Museo Nacional de San Carlos) completamente amueblado, con la salvedad de que si dejaban el país o no lo deseaban usar el palacio, la Nación volvería a quedarse con él, en cuyo caso el gobierno se obligaba a darle a Pepa Peña la cantidad de cien mil pesos como retribución por el Palacio de Buenavista; de ese tamaño era el afecto de los Emperadores, no tanto por Bazaine, sino por Pepita, como ellos la llamaban.
Pepa Peña, ¿el poder tras el trono?
Después de su matrimonio con Bazaine, el poder de Pepa Peña dentro del Castillo de Chapultepec y dentro de la Corte Imperial pareció haber aumentado; conforme pasaba el tiempo, se hacía más notorio no solo lo indispensable que resultaba ser Pepa Peña para la emperatriz Carlota y la influencia que ejercía sobre ella, sino que también el Emperador Maximiliano comenzaba a prestar oídos a las ideas y sugerencias de Pepa Peña; por lo que muchos se preguntaban ya del por qué la pareja imperial le hacía tanto caso a Pepa y realmente quién estaba gobernando.
Lo más extraño del caso, era que Pepa Peña no actuaba con la intención de ponerse por encima de Maximiliano y Carlota, sino que eran ellos mismos quienes parecían confiar ciegamente en Pepa; los historiadores coinciden en señalar que se llegó a esta situación por cuatro principales motivos: Primero: el Emperador Maximiliano comenzaba a dar muestras de ser un tipo blandengue con poca capacidad para gobernar y tomar decisiones, era despilfarrador e irresponsable, además ya se rumoraba de sus amoríos con jovencitos; Segundo: era ya muy notoria la inestabilidad mental y la actitud divagante de la Emperatriz Carlota, lo que la hacía muy influenciable; Tercero: la relación entre el Mariscal Bazaine y el Emperador Maximiliano se había deteriorado debido a la excesiva presión que éste ejercía sobre Bazaine y Cuarto: la verdadera y real disposición de Pepa Peña por contribuir a afianzar el Segundo Imperio Mexicano y derrumbar al sistema político del Estado Mexicano.
Claro que Pepa se dio cuenta de esta situación y también la aprovechó; durante las constantes salidas y ausencias de Maximiliano y Carlota, era Pepa Peña quien, por instrucciones del Emperador, se quedaba al frente del Castillo de Chapultepec durante sus períodos de ausencia, por lo que Pepa comenzó a dar órdenes, tomar decisiones y ejecutar ciertos proyectos; de todo ello solo tenía que informar a Maximiliano a su llegada y éste simplemente lo aprobaba.
Con todo esto, Pepa Peña se da cuenta de que podía influir para tratar de restaurar la relación entre Maximiliano y su esposo el Mariscal Bazaine y pone manos a la obra; lo primero era “cilindrear” a Maximiliano para crear en él un odio ciego hacia el Presidente Benito Juárez y su Gobierno Itinerante, Pepa lo manejó muy bien, hasta el punto en que le dijo al Emperador que la única manera de afianzar su Imperio, sería acabando con Juárez de una vez por todas, y además era cierto, el Segundo Imperio Mexicano ya iba para cuatro años y no podían con Juárez.
Luego lo convenció de que se enfocara en asuntos de gobernanza y dejara absolutamente todas las decisiones militares en manos del Mariscal Bazaine y le aseguró que su esposo le traería la cabeza de Juárez; enseguida convence a su esposo de que él personalmente debe de ir a cazar a Juárez, misión que terminó en un total fracaso.
Los Bazaine – Peña se van de México
La desastrosa campaña de Bazaine por ir a traer la cabeza del Presidente Juárez, que se encontraba en Paso del Norte (CJ), en donde perdió batalla tras batalla hasta llegar a Chihuahua (que fue lo más cerca que estuvo de Benito Juárez), de donde fue echado a cañonazos por los Coroneles Joaquín Terrazas y Jesús Zambrano, bajo el mando del General Luis Terrazas, teniendo Bazaine que huir hacia Saltillo, puesto que ya desde Durango ya venía el General José María Pattoni y ya no quiso sufrir otra derrota.
Tras esta derrota, Napoleón III toma la decisión de ordenar el regreso de las tropas a Francia, dejar México y suspender el apoyo a Maximiliano, por lo que los Bazaine – Peña se van a Francia, en donde son recibidos por Napoleón y su esposa Eugénie Montjo quien al igual que con Paca Agüero, le demuestra gran confianza a Pepa Peña, también incorporándola a su séquito.
Por su parte, Napoleón III envía al Mariscal Bazaine a varias misiones militares, en las que pierde todas las batallas; Napoleón pone en la balanza todas las derrotas sufridas en México más éstas nuevas derrotas y no le quedan dudas de que Bazaine en realidad no es un buen militar, procediendo a destituirlo y mandarlo a la congeladora, mientras que su esposa Pepa Peña ya gozaba de todas las confianzas de Napoleón y su esposa.
Francois Achille Bazain cayó por completo de la gracia de Napoleón e inició el desastre económico de la familia, pasando rápidamente de la opulencia a la pobreza y de ahí a la pobreza extrema, teniendo sus hijos que dejar las caras universidades donde estudiaban, para ingresar a universidades públicas y al ejército; tratando de salir de esa situación, Pepa Peña regresa a México pensando en cobrar los cien mil pesos por el Palacio de Buenavista que le había regalado Maximiliano; esos cien mil pesos los sacarían de problemas, puesto que en ese momento el peso mexicano y el dólar estadounidense eran las monedas más fuertes del mundo.
De regreso en México a Pepa Peña le va de mal en peor
En 1886, Pepa Peña regresa a México, a pesar de la nutrida correspondencia que sostenía con su esposo Achille Bazaine, estos nunca más se volvieron a ver; en México Pepa inició los trámites para regresar el Palacio de Buenavista y cobrar los cien mil pesos, pero se encontró con la dura realidad, en México ya no había monarquía, ahora gobernaban los republicanos encabezados por el General Porfirio Díaz, quien en un muy breve encuentro con ella le dijo muy breve pero muy claro lo siguiente: “Señora Bazaine, recuerde usted que su pasado la condena como traidora a la Patria, sepa usted que el Estado Mexicano reconoce y paga adeudos de Estado más no de la monarquía a la que usted perteneció; por el recuerdo a su tío Gómez Pedraza y a su tía Juliana, le recomiendo lleve una vida tranquila, alejada de la política y nada le pasará; puede usted disponer de la casa de su tía Juliana”. Lacónico y preciso como era Porfirio Díaz para decir las cosas, con este mensaje el historiador mexicano Alejandro Rosas y el historiador catalán José Miguel Verges piensan que tácitamente Porfirio le perdonó a Pepa Peña sus traiciones a la patria.
En 1888, Pepa Peña se entera de la muerte de su esposo el Mariscal Francois Achille Bazaine en Madrid y de la muerte de su hijo Frasncisco, caído en combate en Cuba; su hija Eugenia Bazaine Peña vivió con ella y se mantuvieron fuera de los reflectores hasta la muerte de Pepa Peña en el año de 1900, a la edad de 53 años.
Por si va a prestar servicio a un gobierno extranjero
El Artículo 37, apartado, fracción II de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece los siguientes requisitos y procedimientos para poder prestar sus servicios a un gobierno extranjero:
I.- Carta de solicitud de permiso al Poder Ejecutivo Federal
II.- Carta de solicitud dirigida al Director General de Protocolos Diplomáticos de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
III.- Copia certificada de Acta de Nacimiento o Declaratoria de nacionalidad mexicana y Carta de Naturalización.
IV.- Copia de identificación oficial con fotografía y firma.
V.- Currículum Vitae
VI.- Documento de oferta de trabajo del gobierno o embajada extranjera, indicando sus derechos, obligaciones y beneficios
+ El incumplimiento de lo anterior puede derivar en la pérdida de la nacionalidad mexicana corriendo el riesgo de pasar a ser un apátrida.
+ Aquellos mexicanos que se hagan merecedores a premios, condecoraciones, preseas, títulos y reconocimientos de algún gobierno extranjero, deberán pasar primero por la aprobación del Senado de la República, para proceder a aceptar el reconocimiento de que se trate.
Fuentes Bibliográficas:
+ historiamexicana.colmex.mx
+ dbe.rah.es/biografías
+ historia-hispanica.rah.es
+ Flickr.com
+ crónica.com.mx
+ cosmouniversitario.com
+ castillodebelmonte.com
+ es.wikipedia.org