La columna
POR CARLOS JARAMILLO VELA
· Otis: otra muestra de la negligencia gubernamental.
· Migración: un problema humanitario de carcácter internacional.
La devastación causada a Acapulco por el huracán Otis ha venido a constituir un ejemplo más de la negligencia y las erráticas decisiones del actual Gobierno Federal. Al saberse que los servicios meteorológicos estadounidense y mexicano advirtieron con anticipación la peligrosidad con la que el meteoro impactaría al puerto de Acapulco, las críticas hacia el presidente Andrés Manuel López Obrador comenzaron a circular en medios de comunicación y redes sociales. Con razón suficiente, la opinión pública y el gremio periodístico señalaron la irresponsabilidad del mandatario mexicano, al omitir sus deberes de anunciar el riesgo y ordenar las medidas preventivas para evitar, al menos, la pérdida de decenas de vidas que cobró dicho fenómeno meteorológico.
Hoy se sabe que el presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo días para haber actuado en protección de las vidas de los acapulqueños y, sin embargo, fue omiso al permanecer en silencio e inactividad ante la catástrofe que se veía venir y que, con toda certeza y anticipación, fue pronosticada por los centros de estudio atmosférico nacional y extranjero. Por desgracia, Otis no es el primer acontecimiento que revela las erróneas decisiones y la negligencia características del gobierno de López Obrador, ya que la pandemia por coronavirus que cobró miles de vidas, también puso al descubierto la ineficacia y los desatinos de su administración.
La migración continúa siendo un problema internacional cuya solución no es sencilla. A su paso por los territorios nacionales o por las aguas marítimas internacionales, los migrantes van exponiendo sus vidas, e incluso a veces afectan las vidas de los habitantes de los países de paso, pues la migración se caracteriza por sus condiciones de insalubridad, lo que incrementa el riesgo de generación y transmisión de enfermedades. En el aspecto de seguridad la migración también incide, ya que la eventual comisión de delitos por parte de los migrantes constituye un riesgo para la integridad física y patrimonial de los residentes de los territorios por donde transitan los flujos migratorios.
Es cierto que no se puede considerar que los riesgos para la salud y la seguridad sean una consecuencia que lógica y necesariamente ocurra de manera concomitante al fenómeno migratorio, sin embargo, la realidad muestra que sí son un riesgo latente. A esto hay que aunar los delitos y abusos de los que con frecuencia son víctimas los migantes por parte de grupos de extorsionadores y traficantes de indocumentados. No obstante los perjuicios que la migración causa a los países que forman parte de sus rutas de trayecto, este fenómeno tiene una naturaleza socioeconómica inegable. La mayor parte de la gente que emigra lo hace por necesidad, ya sea ésta derivada de sus condiciones de precariedad económica o por situaciones de opresión política -como regímenes autoritarios o conflictos
bélicos-. La migración es hoy un problema de carácter humanitario, que forma parte de la agenda mundial.