No hay trabajo ni centro de salud y se ha mantenido en el olvido de todas las autoridades
A más de seis horas de la capital del estado se encuentra la comunidad de Ocoviachi, un poblado perteneciente al municipio de Maguarichi, que por años ha quedado en el olvido de toda autoridad en el país, pues sus propios habitantes platican que las personas pueden morir de hambre antes de un contagio por Covid-19.
Así lo explicó Anabel Núñez, quien es una habitante de esa comunidad; señala que por lo menos el 95% de habitantes son rarámuris, quienes no saben leer ni escribir, pero que su única fuente de ingreso es viajar a la pizca en Cuauhtémoc, ya que en la comunidad no hay una sola fuente de empleo.
“A nadie le importa este poblado, porque son indígenas, llevan nueve años sin energía eléctrica, no hay agua porque hay una fuga de agua que la Conagua no ha querido arreglar desde hace tres meses, hay un solo médico en el Centro de Salud, donde no hay energía, no hay medicinas, no hay trabajo ni mucho menos para comer”, refirió.
Como parte de las complicaciones que mantiene esta comunidad donde habitan por lo menos 400 adultos, es la incomunicación que se vive en esa zona del estado, pues para acceder hay que cruzar un camino de por lo menos tres horas entre brechas, no existe señal en equipos de celular, no hay luz y mucho menos insumos alimenticios.
“Hay un solo médico para todo el pueblo, pero de otras comunidades aledañas vienen a atenderse aquí, no hay capacidad de atención porque no hay luz ni medicinas, para hacer un traslado a Cuauhtémoc son cuatro horas, entonces la gente no le queda más que morir aquí y eso a nadie le importa”, explicó Anabel Núñez.
Recalcó que una de las principales complicaciones que ha tenido la comunidad de Ocoviachi es la energía eléctrica, pues a pesar de su inversión en el 2011 para que los habitantes tuvieran luz en sus hogares, ésta sólo duró un mes activa y a la fecha el servicio no ha regresado a este punto del estado, a pesar de los llamados y reportes que han hecho a la CFE y al Municipio.
Pese a que el servicio no ha sido atendido, desde el 2011 los recibos de luz no han dejado de llegar a la comunidad, algunos por 500 o 700 pesos, pero hay algunos que llegan de más de 2 mil pesos, a pesar de que en sus viviendas sólo tienen un foco y lo peor de todo es que ni siquiera ese único foco han logrado encender, porque no hay energía.
En Creel, San Rafael y Cuauhtémoc se han girado oficios para buscar la solución al tema de la energía eléctrica, también a dependencias federales para que atiendan la problemática, pero a pesar de nueve años de insistir en la reparación, nadie ha hecho algo para buscar la solución, a lo que consideró a un tema ligado a la discriminación de las comunidades indígenas que ahí habitan.
“Ellos también necesitan de servicios de energía, pero qué es lo que pasa cuando llegan las elecciones, es cuando comienzan a visitarnos candidatos, nos prometen todo, pero ya cuando ganan o se termina el proceso, dejan de nuevo en el olvido a toda la comunidad, es un verdadero abandono que hagan eso con las personas más desprotegidas”, indicó.
Dijo que hace un par de años también se inauguró un centro de nutrición, el cual tenía como objetivo brindar alimento a los pobladores, sin embargo, éste dejó de operar desde hace varios años, toda vez que estuvo activo un par de meses.
A raíz de estas carencias, y el olvido de parte de las autoridades para atender los servicios básicos de los pobladores, Anabel Núñez decidió alzar la voz desde hace varios meses para buscar mejores condiciones para el pueblo, pues en ese lugar aún vive su madre, mientras ella va y regresa a Cuauhtémoc.
Los más de 60 hogares que se encuentran en esa zona del estado, no cuentan con ningún tipo de servicio básico, por lo menos 30 tienen un foco, ninguno cuenta con algún aparato como televisión o radio, la mayoría de los habitantes son analfabetas y los niños no van a la escuela para buscar una superación, porque no existe.
“Es un pueblo totalmente olvidado, allá no existe el virus o a menos no han ido a informar sobre la existencia del mismo, muchos de los habitantes no saben hablar, en una urgencia no se puede hacer nada porque los caminos están casi imposibles para transitar, es un olvido total para decenas de personas, que también son seres humanos”, finalizó.