Las ovaciones de varios minutos de a pie se están convirtiendo en una costumbre confusa en el prestigioso certamen francés Valeria Martínez
Las miradas del cine están dirigidas a un solo lugar. Como cada año, el Festival de Cannes ha vuelto a convertirse en el centro del universo cinematográfico con su despliegue de glamur habitual y el estreno de algunas de las películas más esperadas de la temporada. Sin embargo, este año estamos viviendo una distorsión de la realidad que probablemente confunda a los amantes del cine. Porque si bien este certamen siempre destacó por la idolatría y adulación máxima a las figuras del cine, así como el glamur y la pasión por el séptimo arte, en esta ocasión está cobrando protagonismo con una práctica que ya está perdiendo todo el sentido.
Hablo de las famosas ovaciones que, noche tras noche, contabilizan minutos que parecen eternos entre aplausos y vítores de los 2309 espectadores que caben en la sala principal del festival, el Auditórium Lumière. Si bien estamos ante una práctica legendaria que solía reservarse para ocasiones especiales donde la película en cuestión despertaba furor entre los invitados, y servía justamente para marcar la diferencia –como pasó con El laberinto del fauno cuando marcó un récord nunca superado hasta ahora de 22 minutos- ahora parece haberse convertido en una moneda de cambio para provocar el interés mediático.
El problema se hizo más evidente en los últimos días viendo el bombardeo de titulares, publicaciones de X (antes Twitter) y reacciones en general, destacando los 7 minutos de ovación que recibió Francis Ford Coppola por Megalópolis mientras el director reaccionaba emocionado.
O los 6 minutos de Furiosa que llevaron a Anya Taylor-Joy a reaccionar con gestos teatrales y lanzar besos al aire mientras a su compañero, Chris Hemsworth, se le llenaban los ojos de lágrimas.
Lo mismo pasó con Kevin Costner y el estreno de Horizon: An american saga, la primera parte de una trilogía que conforma un proyecto personal que dirigió, protagonizó, coescribió y produjo mientras hipotecó uno de sus ranchos para financiar el presupuesto necesario de $100 millones. Estrenó esta primera parte de tres horas de duración bajo una ovación de siete minutos que también lo emocionó hasta las lágrimas.
“No hay lugar como este. Nunca lo olvidaré, y mis hijos tampoco lo olvidarán”, dijo evidentemente afectado por la reacción.
O Tipos de gentileza y sus 6 minutos de ovación, lo nuevo del director griego Yorgos Lanthimos en su tercera producción con Emma Stone tras el reciente éxito de Pobres criaturas.
A su vez, el pasado fin de semana, vimos titulares destacando los 11 minutos que recibió The substance, la película de terror física con Demi Moore y Margaret Qualley o los 9 minutos de Emilia Perez, un drama musical en español protagonizado por Zoe Saldaña, Selena Gomez y Karla Sofía Gascón.
La confusión moderna de las ovaciones de Cannes
El problema de estas ovaciones es que ya no sirven como medidor de calidad constante, sino que empieza a sentirse como una competencia de lo invitados por ver cuánto tiempo aguantan aplaudiendo.
A diferencia de años anteriores donde se ovacionaba durante largos minutos a producciones que más tarde llegarían al Oscar, ganarían otros premios o terminarían generando conversación, como El laberinto del fauno, Fahrenheit 9/11 (20 minutos), Masacre en Columbine (13), El artista y Elvis (12), Bastardos sin gloria (11), Los asesinos de la luna (9) y muchas más, ahora parece haberse convertido en una especie de respuesta con intenciones mixtas.
Porque si tenemos en cuenta la conversación que circula en redes por parte de aquellos que asistieron a proyecciones de las diferentes películas y la propia crítica, existe una realidad distorsionada que demuestra que estas ovaciones ya no cumplen la misma función tradicional. Ya no son un medidor de calidad fiable, sino una práctica donde se mezcla el respeto y adulación con la verdadera reacción cinematográfica.
Por ejemplo, Megalópolis obtuvo una ovación de siete minutos emocionando a Coppola, sin embargo, la crítica está diciendo que es “profundamente defectuosa” (Independent) y una “película hinchada, aburrida y desconcertantemente superficial” (The Guardian), acumulando un desaprobado raspado del 52% en Rotten Tomatoes mientras existen decenas de reacciones en X que se burlan del show de aburrimiento que sería el filme.
Ante las reacciones tan diferentes llegamos a la conclusión de que, en esta ocasión, probablemente los aplausos iban dirigidos a la figura de Coppola, director de la trilogía de El Padrino y Apocalipsis ahora, lo que representa en la historia del cine y que pase por el Festival de Cannes con la película que estuvo 41 años queriendo sacar adelante. No solo se trata de su primer esfuerzo como director desde Twixt en 2011 sino que invirtió $120 millones de su propio bolsillo tras vender parte de su exitoso viñedo. Es decir, no estaríamos ante una reacción genuina hacia el filme, sino a la figura en sí misma.
Lo mismo habría pasado con Kevin Costner cuya primera entrega de su saga western tiene un desaprobado rotundo del 20% en Rotten Tomatoes, con críticas que se burlan de ella diciendo que, quizás, fuimos duros con el otro desastre del actor y director, El mensajero (Vanity Fair), o diciendo que es “intrincada, ambiciosa, intrigante y sinuosa. Pero nunca se mueve del todo” (Variety). Reflejando que la ovación formaría parte de la adulación hacia el glamur hollywoodense que se cuece en Cannes, más bien celebrando el logro personal de Costner como director de una película 21 años después de Pacto de justicia, que la calidad real del filme.
A su vez, Furiosa dividió a parte de la crítica con reacciones mayoritariamente positivas pero que la distancian de su predecesora, Mad Max: furia en el camino, destacando que no está a la misma altura. Al igual que Tipos de gentileza, que también obtuvo reseñas buenas, sobre todo para el trabajo de Jesse Plemons, pero destacando que no está pensada para el mismo publico comercial de Pobres criaturas.
Mientras The substance ha enamorado a la crítica con comentarios tan positivos que ya dan ganas de verla. Screen International dice que la directora Coralie Fargeat “cumple de manera espectacular y repugnante” con esta película de ‘body-horror’, Variety destaca que la película “es el trabajo de una cineasta con una visión” y Deadline sentencia que es “la película de género revelación y perfecta del año”. Algo parecido sucedió con Emilia Perez, siendo ejemplos de ovaciones centrados en reacciones genuinas a nivel cinematográfico, sin estar influenciadas por factores externos como el glamur, el personaje en cuestión o su historia cinematográfica.
Todo esto refleja las diferentes motivaciones detrás de las ovaciones de Cannes, donde el glamur y la adulación hollywoodense chocan con la aprobación consciente y la crítica especializada, marcando diferencias tan evidentes que dejan entrever la poca fiabilidad de estos aplausos de a pie.
Porque si previamente la cantidad de minutos de una ovación nos hacían esperar una película con ganas, creyendo que podría tratarse de una obra maestra que emocionó al público que la vio por primera vez, ahora nos toca buscar la opinión externa para corroborar si merece estar en nuestra lista de futuras visitas al cine o no.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.