¿Niños genio o sólo dedicados?
No todos los mexicanos sufren con las matemáticas. En un país donde año con año un gran número de niños reprueba en cálculo y ciencias, estos pequeños demuestran que sí se puede
Más de la mitad de los niños y jóvenes en México no alcanzan los conocimientos mínimos en matemáticas para ingresar a la educación media superior, según la evaluación que realiza año con año la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) a través de la prueba PISA.
En la misma situación están las materias enfocadas a la ciencia, pues sólo 45 por ciento de los mexicanos egresados de la secundaria cuentan con los conocimientos mínimos para seguir estudiando la preparatoria.
Sin embargo, existen jóvenes que con talento y dedicación han sobresalido en esta materia, lo cual los ha llevado a representar a México en certámenes internacionales de cálculo, robótica y ciencias en donde han tenido resultados sobresalientes, y les abrió las puertas a oportunidades académicas y laborales que les resulta complicado encontrar dentro del país.
Estas historias de éxito representan sólo al uno por ciento de los estudiantes mexicanos, lo cuales, a decir de la OCDE, pueden desempeñarse en áreas de estudio y trabajo complejas, además de poder aspirar a obtener posiciones de liderazgo.
Para darse una idea de la relevancia de estos jóvenes, México ocupó el último lugar entre los 36 miembros de la OCDE en la última prueba PISA en las áreas de matemáticas y ciencias, por lo que este selecto grupo de estudiantes representa esperanza y un ejemplo para el país y su futuro.
Estado de México | Velocista del cálculo
Iker se coronó como Grand Champion en el Campeonato Internacional de Cálculo Mental 2019, celebrado en China, resolviendo 70 operaciones sin ningún error en un tiempo máximo de cinco minutos. Este año ya superó su propio récord al lograr la meta en cuatro minutos.
Este niño genio, originario del municipio de Coacalco, en el Estado de México, estudia en una escuela primaria del municipio, sin embargo, participa en el Aloha Mental Arithmetic que es un programa diseñado específicamente para niños de 5 a 13 años que contribuye a su desarrollo mental de una manera divertida, y que les permite manejar rápidamente los números.
Los niños aprenden aritmética mental a través del uso y visualización de un ábaco, lo que les permite ejercitar simultáneamente los dos hemisferios de su cerebro, principalmente el derecho.
Este sistema desarrolla habilidades como concentración, imaginación, creatividad, entre otras; además de que los alumnos pueden realizar mentalmente operaciones aritméticas a gran velocidad y precisión.
Iker ya se prepara para participar en el Challenge de España y México, mientras tanto sigue tomando sus clases virtuales en Aloha, donde todos los sábados se conecta con su coach.
Su madre, Karina Hernández Campuzano, lo define como un niño juguetón, al que le gusta videograbarse, platicar con la gente, bailar, “es muy cariñoso, es mi gran compañero”.
“Ser un niño genio no le ha quitado disfrutar como cualquier otro niño de jugar con sus amigos, simplemente tiene una pasión adicional, los números”.
Ya ha pasado un año del Campeonato Internacional de Cálculo Mental que ganó, y doña Karina lamenta la falta de apoyo para su hijo. “Financiamiento no se ha tenido, sólo fue el apoyo que brindó el municipio de Coacalco para su viaje a China, pero independientemente seguimos trabajando con él, impulsando su talento”, afirma.
Tras el triunfo de Iker en China, no hubo seguimiento por parte de las autoridades educativas del Estado de México, “pero nosotros seguimos, acompañándolo en todas las competencias, porque el que no se tenga un apoyo, no es un obstáculo”.
Numeralia. 5% de los niños del mundo comparten la habilidad de Iker
Sonora | Necio en lo que quiere
Con tan sólo 20 años, Saúl Daniel Durán Jiménez, pasa parte de su tiempo dando conferencias nacionales por Zoom a otros jóvenes interesados en ciencia, tecnología, ingeniería, artes y matemáticas, y además, planea terminar un artículo de investigación en Aerodinámica para publicarlo en una revista científica.
Es originario de Guaymas, Sonora, y estudiante de quinto semestre de la carrera de Ingeniería Mecánica en el Instituto Tecnológico de Hermosillo (ITH), ha logrado a tan corta edad participar en diversos eventos de talla internacional.
“Fueron varios días dando conferencias a jóvenes interesados en el ámbito de STEM, era más que nada para motivarlos y me tomaron como ejemplo; esto fue gracias a la Fundación Persiste, la cual me brindó certificaciones en diseño que me ayudarán a potencializar mis habilidades en el ámbito profesional, y ellos mismos también me invitaron a ser juez nacional en la Fórmula 1 (F1 in Schools)”, cuenta.
Como buen ciudadano y estudiante, quiso contribuir a inicios de la pandemia derivada del Covid-19, por lo que fue invitado a realizar el diseño de respiradores para hospitales, ya que había desabasto de este artículo en la región, y también y retomó el aprendizaje del idioma alemán, pues habla Lengua de Señas Mexicana, español, e inglés.
“No me gusta hablar mucho de mí mismo, siempre me he considerado alguien ordinario, pero lo que sí reconozco es que le echo muchas ganas a todo lo que hago. No seré el más inteligente o un genio, o el próximo Einstein, pero mis logros se los debo a la necedad que tengo, porque no me rindo fácil y eso me ha ayudado mucho a cumplir lo que quiero”, expresó.
Asimismo, en diciembre pasado, Saúl Daniel fue requerido para participar como jurado en el concurso F1 in Schools, en Abu Dhabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos, en lo que ha sido el evento con mayor importancia para él.
“Fue un parteaguas en mi vida ser jurado de Fórmula 1, porque antes de meterme al concurso pues era diferente, sí sacaba buenas calificaciones, pero a veces llegué a reprobar, pero este tipo de eventos como que me abrió los ojos para ver todas las oportunidades que puedo conseguir y además me hizo madurar porque haces contactos con empresas; es un salto enorme a la vida profesional, le cambia mucho la vida a uno ese tipo de proyectos”, dice.
Y es que su pasión por los carros lo ha llevado a ser uno de los alumnos más destacados en su carrera y escuela, incluso participará de manera virtual junto con sus compañeros de clases en un concurso de la Fórmula SAE, donde tienen que crear un auto y echarlo a correr, y serán evaluados bajo ciertos documentos que enviaron.
“Estoy en un grupo de la escuela llamado Sonora Motors, que está compuesto por estudiantes de mecánica, eléctricos, mecatrónicos, electrónicos, aeronáuticos, y de gestión empresarial y es un evento similar al de Fórmula 1 en las escuelas, pero esto tiene mayor nivel porque hacemos un auto tripulado y debe cumplir con reglas muy estrictas. Pensábamos viajar en julio de este año a Ciudad de México a la competencia, pero fue cancelada”, explica.
Saúl Daniel tenía distintos proyectos establecidos para este año de manera presencial, pues en este mes estaría viajando a Australia para ser nuevamente jurado de la Fórmula 1, pero esta vez organizado por la fundación internacional de Belfort LTB, donde evaluará a jóvenes de todo el mundo en marzo de 2021.
Menciona que desde hace dos años inició su propia investigación en Aerodinámica, por lo que decidió continuar con este proyecto durante la pandemia, además de hacer ejercicio, tocar el piano, la batería y jugar videojuegos.
“Me nació investigar sobre la aerodinámica porque considero que hay muy poca información sobre ello, y quiero ser punta de lanza en este mundo, además de influenciar a otros en mis próximas conferencias para que descubran cosas nuevas”, afirma.
Saúl Daniel invita a todos los jóvenes a creer en ellos sin importar las circunstancias, echarle ganas a todo lo que realicen, ser insistentes, “necios”, y que siempre busquen motivación para cumplir sus metas diaria.
Guanajuato | Curar animales con robots
“Hay que echarle ganas al estudio porque con esfuerzo y dedicación todo se puede”, asegura Joey Ibarra Bárcenas, quien, con tan sólo 10 años, participó y ganó, junto con tres compañeros, el primer lugar en el Torneo de Robótica Educativa WER 2019 en la categoría primaria realizado en Shanghái, China.
El pequeño quien estudia en la primaria ‘Héroes de Celaya’, platica su mayor sueño; “de grande quiero ser veterinario y quiero trabajar con el robot Krypton para ayudar a los animales, que salude, cocine si se puede y también quiero crear otros robots. También quiero ahorrar para crear prótesis para los animales, por ejemplo, un tucán que no tenga pico se le puede hacer una en la impresora 3D”.
Actualmente continúa entrenando su mente, recibiendo clases en línea y agradeció mucho a su hermano por apoyarlo siempre e impulsarlo a seguir estudiando por su cuenta, ya que en su tiempo libre su mamá coloca una lona, sacan un robot y con el iPad lo programan.
Joey es aficionado al fútbol, juega de delantero, ha sido campeón junto a su hermano y es el único en su familia que le va al equipo Pumas; y en la escuela, sus materias favoritas son matemáticas y ciencias, siempre ha sacado 10 de promedio, a excepción de un año que sacó 9.8. Desde el kínder, él y su hermano han sido los mejores de su clase e indica que se siente muy orgulloso porque Jordi también ha participado en torneos de Robótica en Monterrey en la categoría de secundaria.
Haber ido a China lo llena de orgullo y “lo primero que hice fue hablarle a mi hermano Jordi para agradecerle todo lo que me ha ayudado, también le agradecí a mi equipo y al coach, que era el director, por todo el esfuerzo que hicimos para llegar hasta allá”.
“Ir a China me hizo sentir mucha alegría y a la vez tristeza porque iba sin mi familia, los extrañaba, por eso todos los días les hablaba para decirles cómo estaba, cómo me había ido y ellos me platicaban a mí. Después cuando regresamos conocimos a la alcaldesa, eso también me hizo sentir alegría, porque nunca pensé que me iba a pasar eso”.
El pequeño Joey reconoce el arduo trabajo que realizó junto a sus compañeros Julián Mejía Arámburo, Axel Tristán Martínez Ramírez y el director Cuitláhuac Álvarez Morales. Al igual que a sus papás Jacqueline Bárcenas y Jorge Omar Ibarra, por todo el apoyo que le bridaron.
Querétaro | Hay que leer y mucho
Alexander tiene 11 años, es originario del municipio de Corregidora, Querétaro, y su preocupación por la contaminación del medio ambiente lo llevó a formular una de las preguntas más interesantes en el ámbito nacional: ¿podemos modificar un hongo para que absorba contaminantes?
Es un niño con altas capacidades intelectuales interesado principalmente en la biología, en especial la que se relaciona con ecosistemas marinos y la micología; está preocupado por el cuidado del medio ambiente.
El proyecto Curiociencias lanzó una dinámica en la que los niños y niñas planteaban preguntas para que fueran respondidas por científicos mexicanos.
El cuestionamiento concreto de Alexander fue; ¿podemos, modificar a un basidiomiceto para que absorba los pesticidas y otros químicos dañinos en las granjas y campos y los integre a su sistema, de tal manera que el suelo tenga menos contaminantes por el uso de fertilizantes?
La respuesta fue sí, aunque implica una modificación de estos microorganismos para que puedan alimentarse de estos compuestos.
“Veo que hay muchos pesticidas que se usan en las granjas agrícolas, también hay muchos animales que alimentan como vacas, cerdos y pollos con medicamentos, lo que crea bacterias resistentes que dañan los suelos y así me surgió la duda de qué podíamos hacer para resolver esto y se me ocurrió que con hongos”, detalla.
El gusto de Alex por la biología, la lectura y la vida marina empezó debido a que su mamá es bióloga y al salir de clases pasaba un tiempo con ella, donde podía jugar y familiarizarse, incluso escucharla, lo que despertó su interés por las ciencias, a sus 11 años estima que la leído más de 200 libros, la mayoría relacionados con ciencias.
Es un niño normal, aunque muy destacado y apasionado en los temas que le interesan, al principio parece un poco serio, pero cuando genera confianza habla con mucha emoción de otra de sus pasiones que son las plantas, sobre todo el estudio de los hongos.
En sus vacaciones convive con sus abuelitos en el municipio de Zacualtipán, Hidalgo, ahí es donde se familiarizó con los hongos y los recolecta.
Sus juegos favoritos son un maratón, el dominó, su conocimiento es muy alto en ciertos temas, incluso su mamá reconoce que a veces sabe más que ella, practica la natación, la cual le será de gran ayuda para explorar el mar, sus películas favoritas son las de Ayao Miyazaki y Génesis, donde conoció primera vez al rape.
Y es precisamente el pez rape su animal favorito, incluso tiene dos peces corydoras, “Aletitas” y “G2” y dos patos que dejó en Zacualtián, son sus mascotas.
Reconoce que a veces se aburre en la escuela y trata de apoyar a sus compañeros, la maestra le dice que si no lo hace no entenderán, considera que su pasión por estos temas es normal, una curiosidad que le hace buscar más información.
“Para mí es muy normal porque es mi forma de ser, no sé cómo me ven los otros pero para mí es normal, es curiosidad, diversión o un hobby”.
Alexander se ve en un futuro como un especialista en temas de botánica, biología, ornitología, maestro, escritor, pero sobre todo para aportar en investigaciones para ayudar al medio ambiente, mejorar el entorno para las futuras generaciones.
“Me veo como todas esas, me encantaría ser malacólogo, ictiólogo y cancerología (que es el estudio de los cangrejos), yo le diría a lo demás niños que es bueno leer y mucho”.
Tlaxcala | Astros y videojuegos
“Lo más significativo que me ha dejado la vida, es ver que cuando le transmites algo a un niño o adolescente que tiene un gusto y no lo ha desarrollado porque no sabe cómo, no se da la oportunidad de buscar información o nadie lo orienta, lo toman y se apasionan y buscan más”, afirma Marco Antonio Romero, estudiante tlaxcalteca que ha tenido la oportunidad de recibir cursos de científicos de Estados Unidos.
Oriundo del municipio de Zacatelco, cuenta algo de lo que ha sido su vida académica y de cómo se ha ido abriendo puertas hacia su meta, que es convertirse en desarrollador de videojuegos y que eso, a su vez, sirva para ayudar a la humanidad.
En este sentido, relata que su gusto por las matemáticas y la astronomía comenzó en la secundaria, donde ingresó a un club de astronomía a través del programa generado por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla llamado “Del aula al universo”, donde invitaban a escuelas a participar en capacitaciones y los enseñaban a elaborar su propio telescopio con materiales caseros y otras piezas.
Aunado a lo anterior, menciona que también tomó conferencias y talleres sobre cómo manejar el telescopio, con lo que decidió formar en su escuela –en 2012- un club de astronomía, con el participaron en noches de estrellas, además de que impartía conferencias para alumnos de secundaria y primaria, donde les enseñaba lo que había aprendido en esas capacitaciones.
Posteriormente, en 2013, recordó que comenzaron –como club- a participar en las olimpiadas nacionales de astronomía, donde su grupo fue finalista en las ocasiones que participaron, pero en la octava olimpiada nacional, solo, quedó como finalista.
Gracias a eso, explica, obtuvieron la oportunidad para hacer su primera visita a Estados Unidos, al Instituto Tecnológico de California, además de visitar el Monte Palomar, un observatorio que está en Pasadena, California, donde realizaron varias actividades.
En ese viaje, también fueron al Jet Propulsion Laboratory donde les dieron un recorrido, tomaron algunas conferencias y les mostraron mucha de la indumentaria que se utiliza en la Administración Espacial Aeronáutica de Estados Unidos (NASA, por sus siglas en inglés), para enviar sondas, satélites y demás al espacio.
Más adelante, en 2014, participó en el curso Marte y el cometa ,en la Universidad Estatal de Arizona, “ahí me enseñaron cómo aplicar los fenómenos naturales para la enseñanza de las matemáticas, astronomía y esos temas que son a veces científicos, pero que los puedes llevar a un nivel no tan técnico para los alumnos”.
Ya en 2015, Marco Antonio acudió a Houston, Texas, a tomar un curso junto con adolescentes de varias nacionalidades, donde hicieron una simulación con un traje de astronauta y cómo se utiliza la impresión 3D para hacer modelos útiles en una misión espacial, y cómo sería un posible gobierno para colonizar Marte.
Asimismo, participó en un curso de robótica y alimentación, donde su equipo ganó varios premios.
Al mismo tiempo, continuó participando en diversos cursos que ofrecían algunas escuelas en Tlaxcala e impartió conferencias sobre impresión 3D.
Actualmente, Marco Antonio Romero tiene 21 años y estudia la Ingeniería en tecnología interactiva en animación digital en la Universidad del Valle de México campus Puebla, carrera que llamó su atención debido a que desde niño los videojuegos han sido parte fundamental de su vida, pues creció con algunos “retros” que ahora ya no se utilizan, pero que en su momento fueron grandes consolas.
“Siempre me llamó la atención saber lo que hay detrás de un videojuego, lo que había y demás, entonces me di cuenta cuando fuimos al Centro Espacial Johnson que eso no sólo se podía aplicar en un videojuego, sino también en otros rubros como la educación, porque había aplicaciones que ayudaban a saber respecto a los planetas, las naves y el sistema solar”, rememora.
Los planes de Marco Antonio para cuando concluya la universidad son variados, le gustaría especializarse más en lo digital 3D y el desarrollo de videojuegos, le gustaría aplicarlo en algo que pueda ayudar a las personas, más a los niños, pues “cuando se adentran en eso empiezan a despertar esa curiosidad”, o estudiar una maestría en audio, que es algo que también le gusta mucho.
|| Con información de Editoras: Patricia Venegas, María José López, Ana Medina, Alejandro Payán, Jesús Lima ||