publicada en The New York Times que involucra a Beltrones en una supuesta asociación con el narcotráfico cuando era gobernador de Sonora (1991-1997). El reportaje nunca fue debidamente aclarado y rebatido, aunque el aludido opina lo contrario:
“Quedó perfectamente demostrado, incluso con un dictamen de la Procuraduría General de la República, que (dicho reportaje) era falso y difamatorio. Para mí, ese es un caso cerrado”, respondió el hoy presidente del PRI a pregunta expresa de Proceso (edición 2024). “Solamente lo vuelven a desempolvar aquellos que tienen intereses en lastimar mi figura, pero son parte de la canalla (…) No deja de dolerme, pero ya tengo la piel muy gruesa para resistirlos”.
Los expedientes X de Chihuahua, son las investigaciones de corrupción que inició el gobierno panista de Javier Corral en contra de funcionarios y del propio exgobernador de Chihuahua César Duarte.
Una de esas investigaciones siguió el rastro de 250 millones de pesos que envió la Secretaría de Hacienda y Crédito Público a Chihuahua y que estos recursos salieron del gobierno a través de facturas a empresas fantasmas, que no prestaron los servicios, el dinero fue para las campañas del PRI en 2015.
La captura y encausamiento de los exfuncionarios chihuahuenses que el año pasado participaron en el desvío de recursos públicos a las arcas del PRI destapó un escándalo en el que sale a relucir el nombre de Manlio Fabio Beltrones y que compromete también al canciller Luis Videgaray. El primero –a la sazón presidente del Revolucionario Institucional– es presunto autor del plan que hacía pasar dinero federal a las cajas estatales para de ahí ser llevado a su partido, a fin de reforzar las campañas electorales. El segundo, porque entonces era secretario de Hacienda, y debió saber lo que ocurría con los cientos de millones de pesos que iban a dar al tricolor.
Chihuahua, Chih. (Proceso).- El desvío de 250 millones de pesos de las arcas de Chihuahua para financiar las campañas del PRI en 2016, durante el gobierno de César Duarte Jáquez, salpica a Los Pinos y convierte al canciller Luis Videgaray y al exsenador y expresidente priista Manlio Fabio Beltrones en presuntos artífices y cómplices de un gran escándalo de corrupción electoral.
El periódico New York Times, hizo desde hace semanas una amplia investigación sobre el caso Chihuahua y el desvío de 250 millones de pesos al PRI y hoy publicó un reportaje en el que considera que «durante décadas, Manlio Fabio Beltrones ha presidido sobre la política mexicana mientras acumula una cantidad enorme de poder y una vasta fortuna personal».
Añade el New York Times que «un caso de corrupción podría poner en jaque su futuro político y legal, así como las aspiraciones de cara a las elecciones de julio de su Partido Revolucionario Institucional».
«El caso involucra el presunto desvío de millones de dólares en fondos públicos para financiar las campañas políticas en las que estuvo involucrado el partido en 2016. De acuerdo con documentos y testimonios revisados por The New York Times, los testigos que han comparecido señalan que el plan fue diseñado y dirigido por el mismo Beltrones, quien en ese entonces presidía el PRI», señala la publicación.
El periódico norteamericano hace mención a que la investigación de Chihuahua, «ya resultó en el arresto de uno de los asociados de Beltrones», al referirse a Alejandro Gutiérrez, La Coneja.
El artículo señala más detalles y el reciente nombramiento de Beltrones en la campaña de José Antonio Meade.
El reportaje especial Shadow on the Border. Drug Ties Taint 2 Mexican Governors (Sombra en la frontera. La droga corrompe a dos gobernadores mexicanos), realizado por los periodistas Sam Dillon y Craig Pyes, fue publicado el 23 de febrero de 1997 en el prestigiado diario neoyorquino y obtuvo el Premio Pulitzer en 1998. Basada en fuentes oficiales y de inteligencia de Estados Unidos, así como en entrevistas en ambos lados de la frontera –incluidas las de los dos gobernadores implicados–, la investigación revela que Beltrones y Jorge Carrillo Olea (entonces gobernador de Morelos) colaboraron con el cártel de Amado Carrillo Fuentes para permitir el transporte de toneladas de narcóticos a territorio estadunidense.
Asimismo, menciona reportes de inteligencia que dan cuenta de reuniones en un rancho en las que Raúl Salinas de Gortari recibía dólares en efectivo de los criminales para repartirlos entre los asistentes. Se afirma que Beltrones estuvo presente en al menos tres de ellas. Los periodistas concluyen: “El resultado es un retrato de la frustración en ambos lados de la frontera ante un estudio de caso sobre la impunidad de que gozan algunos políticos asociados con los narcotraficantes.”
En una carta dirigida al New York Times, publicada el 5 de abril de 1977, Beltrones negó todo involucramiento en los actos que se le imputan. Al mes siguiente presentó una demanda por difamación ante la Procuraduría General de la República para que investigara las acusaciones.
Ante la improcedencia de la demanda en los tribunales de Estados Unidos, se intentó una solución política, solicitando la retractación del diario neoyorquino y de los autores del texto. La solicitud fue rechazada. En consecuencia, en otoño de 1997 el procurador Jorge Madrazo Cuéllar emitió un breve comunicado en el que sostenía que tras haber realizado una investigación se había comprobado que no era verdad lo afirmado en el reportaje. No dio más datos sobre la supuesta pesquisa.
“Hasta donde era posible saber públicamente, ninguna autoridad había llevado a cabo ninguna investigación relacionada con el caso”, sostuvo Samuel Dillon en el libro Opening Mexico: The making of a Democracy, publicado en 2004. Y concluyó: “Si, como alegaban, habían sido injustamente ensuciados por funcionarios estadunidenses, merecían una investigación confiable y una exoneración rotunda”. (Citado en: Miguel Ángel Granados Chapa, “Beltrones y Dillon”, El Siglo de Torreón, 19 de octubre de 2004.)
Ello confirma que el “dictamen” de la PGR mencionado por Beltrones nunca se hizo público, acaso porque la investigación nunca se realizó. Si eso es cierto, el caso no puede estar concluido, como lo pretende el líder priista. Se trata de un asunto de credibilidad: la investigación del New York Times contra la palabra del implicado y de dos procuradores mexicanos, Madrazo Cuéllar y José Luis Santiago Vasconcelos. ¿Tú le crees a Beltrones?
La piel de don Manlio Fabio tampoco parece ser tan gruesa para resistir los embates de la crítica periodística, a la que él considera “la canalla”. Así lo demostró el año pasado tras la publicación del artículo de Denise Dresser Cloaca abierta, en el que la prestigiada politóloga y periodista alude al citado reportaje del New York Times (Reforma, 31 de marzo de 2014).
La reacción del presidente del PRI ante la opinión de Dresser fue intolerante y agresiva, al grado de que la organización Artículo 19 denunció que la periodista había sido intimidada por ejercer su derecho a la libertad de expresión. El coordinador de Comunicación Social del grupo parlamentario del PRI en la Cámara de Diputados, Jesús Anaya, emprendió una campaña de desinformación y desprestigio contra la comunicadora, acusándola de escribir “con perversidad y dolo”.
Especialmente grave y preocupante resulta una respuesta intimidatoria ante la crítica, proveniente de quien hoy preside a los priistas y aspira a gobernar a los mexicanos, en el contexto actual de crímenes, desapariciones y amenazas contra periodistas que azotan y avergüenzan al país.
Pupilo de Fernando Gutiérrez Barrios y cercano a Carlos Salinas de Gortari, así como a su recientemente exonerado hermano Raúl, Manlio Fabio Beltrones gobernó Sonora en los años en que la organización criminal de Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos, se convirtió en la más poderosa de México y América, tras el declive de los grupos colombianos hacia fines de los años 80 y principios de los 90. El Cártel de Juárez comandado por Carrillo Fuentes contaba con la protección de los altos mandos de la Policía Judicial Federal, la milicia y el gobierno, además de tener en su nómina al Zar Antidrogas de México, el general Jesús Gutiérrez Rebollo. En julio de 1977, supuesta y misteriosamente, murió Amado Carrillo. Era la época dorada de la paz mafiosa implantada por el PRI hegemónico.
Hoy, más que nunca, debemos conocer la verdad acerca del enigma de Beltrones. ¿Estamos frente a un caso paradigmático de la omertà mexicana?