No tendrás más remedio que dejar de escuchar a tu niño interno que les reclama
Cuando los padres mueren, nada vuelve a ser igual. Ya no podemos ser niños nunca más, no nos sentiremos arropados por sus abrazos, sus besos y sus palabras de aliento. Parece que la vida se vuelve más dura porque su cobijo ya no está a nuestro lado. Cuando los padres ya no están con nosotros, estamos huérfanos y eso, es duro sin importar la edad que se tenga. Aunque tengas a tu familia creada, la figura de tus padres siempre está a tu lado, o al menos, les tienes presentes.
Todas las personas, aunque seamos adultas, tenemos vivos en nuestro interior a ese niño que quiere estar protegido todo el tiempo por sus padres. Acudir a su amor incondicional siempre que sea necesario, pero cuando se han marchado, esa opción ya no es posible.
Nunca estarás preparado para despedirte para siempre
Saber que nunca les volverás a ver o a abrazar es lo más duro que se debe afrontar. No es lo mismo que vivir tu vida y saber que están allí para ir a verlos, ahora ya no puedes disfrutar de su compañía nunca más. Tus padres te dejaron el legado más grande; gracias a ellos eres quien eres hoy y gracias a que ellos te dieron la vida, tú se la has podido dar a tus hijos.
Nadie está preparado para afrontar la muerte de sus padres, aunque hayan llegado a los 100 años. El tiempo nunca es suficiente para estar al lado de las personas que realmente amamos. La muerte de los padres es una gran adversidad que nunca se supera totalmente, como mucho se asume y se acepta, pero nunca se supera. La muerte es incomprensible y por tanto consideramos injusto que nos arrebaten de nuestro lado a los seres que más queremos, aquellos que nos dieron la vida.
La muerte si es por causa natural puede ser más fácil de aceptar aunque siga siendo dolorosa, pero cuando la muerte es por un accidente, una larga y dolorosa enfermedad o a manos de un asesino, la forma de asimilar la muerte es mucho peor.
No solo se van tus padres… Una parte de ti se va con ellos
No solo se va el cuerpo de tus padres, se va una parte de ti con ellos. Los mejores recuerdos, su amor, su cobijo… todo ello se va. Lo bueno y lo malo, lo que te gustaba más y lo que menos, todo desaparece. Incluso lo que no te gustaba tanto te gustaría que volviese aunque fuese un momento, para poder abrazarle de nuevo. Se echan tanto de menos que duele en el corazón, un dolor punzante y real.
No se piensa que ese día llegará y hacemos nuestras vidas sin pensar en que un día ya no estarán. Por eso es tan importante disfrutar del tiempo a su lado, todo el tiempo que se pueda para estar en familia, sentir su amor incondicional, para que tus hijos disfruten de sus abuelos y puedan empaparse de sus valores y todo su cariño. El amor de los abuelos no se repite en la vida y es importante que tus hijos puedan tenerlo mientras tus padres estén en vida.
Si esto no lo haces te sentirás culpable y solo harás que hundirte en tu tristeza. Si tienes algo pendiente con tus padres arréglalo, es necesario tener una buena relación e intentar estar felices los unos con otros siempre.
Sentimiento de abandono
Es probable que cuando tus padres se marchen para siempre te sientas en cierto modo, abandonado. Es necesario superar las fases del duelo para poder vivir tu vida teniendo a tus padres en tu corazón todo el tiempo. Su cuerpo se marcha pero su alma se queda junto a ti. Cierra los ojos y notarás su energía, está a tu lado aunque no puedas verla ni sentirla.
Tus padres siempre serán tus padres, aunque ahora ya no tengas su protección, su apoyo o su amor incondicional. Si has tenido la suerte de disfrutar de tus padres, tendrás su amor contigo toda la eternidad. Mientras estén vivos, sé consciente de que no estarán para siempre y disfruta de ellos.