Margarita Rodríguez – BBC News Mundo
Martín Urieta había escrito un poema y se lo mostró a un amigo que cantaba rancheras en la Plaza Garibaldi, en Ciudad de México.
A su amigo, Humberto Cabañas, le gustó mucho y decidió incluirlo cuando cantaba “De qué manera te olvido”, del compositor mexicano Federico Méndez.
En una ocasión, al poeta y al cantante los invitaron a una comida donde estaban otros músicos y representantes de esa industria.
En esa reunión, la vida de uno de ellos cambiaría para siempre.
“Mi amigo siempre quiso estar en la marca donde grababa Vicente Fernández”, le cuenta Urieta a BBC Mundo.
Y con eso en mente, se le acercó a Méndez, que era el director artístico de Fernández, y le dijo:
“Oye Federico, ¿cuándo vas a venir a ver mi show? En tu canción recito este poema:
Hablando de mujeres y traiciones
Se fueron consumiendo las botellas
Pidieron que cantara mis canciones
Y yo canté unas dos en contra de ellas”
Tras escuchar el poema completo, Méndez quedó “fascinado”.
-¡Mire Humberto! Se me enchinó el cuero con eso. ¿De quién es?
-De Martincito Urieta, que está aquí.
Te contamos lo que sucedió después de esa conversación, cómo nació “Mujeres divinas” y cómo le dio paso a una alianza artística que les trajo muchas satisfacciones a Urieta y a Fernández.
“Era una de sus canciones favoritas. Desde la primera vez que la grabó, era obligatorio cantarla en cada presentación”, le cuenta a BBC Mundo Vicente Fernández Abarca, el hijo mayor del artista.
“Aunque hay una cantidad enorme de éxitos de mi padre, esta canción tiene un lugar muy especial en todo su catálogo”.
Urieta, que este lunes cumple 81 años, conversó con BBC Mundo no solo sobre su composición, sino sobre su extraordinaria trayectoria artística de 50 años.
«Un trancazo»
Urieta cuenta que después de que Méndez escuchó su poema, todos se distrajeron en medio de la reunión. Pero al rato, lo llamó y le pidió hablar aparte:
-Oiga, Martín, ¿y ese poema tiene música?
-Sí
-Llévamela para Vicente el martes
-¡Claro!
Pero Urieta no tenía la música, así que se la hizo entre el viernes, que había sido la comida, y el sábado.
“Tan rápido le hice la música que no le tenía fe a mi canción”, cuenta. Aun así, la grabó y se la llevó en un casete.
Después, Fernández recordaría que Méndez le pidió aprenderse la canción.
“La estudié, la grabé y fue un trancazo”, le contó, en 2014, a Mónica Garza del programa Historias Engarzadas de TV Azteca.
Fernández, que ya era una figura consagrada, la grabó en 1987 y se convirtió en un gran éxito y no solo en México.
La primera vez que Urieta escuchó al «número uno» de la música ranchera interpretar su creación, se sintió feliz.
Un año
“La estuvo cantando un año completo. Se la pedía todo el mundo, pero decía que era de un compositor que ‘ni conozco’ y eso me molestaba”, cuenta Urieta.
“Hasta que en un concierto en Bogotá, vio a todo el estadio ponerse de pie para cantar ‘Mujeres divinas’ con él”.
Tras ver esa reacción del público, Fernández preguntó por el autor y le dijeron que se trataba de “un mexicano llamado Martín Urieta”.
Después le contaría al compositor que lo primero que quería hacer al regresar, era conocerlo.
“Yo estaba muy sentido con Vicente. Cuando un intérprete dice eso es peligrosísimo porque los plagiarios lo traducen en que la canción no tiene autor”.
Y el encuentro se dio. Urieta estaba cantando en “un lugarcito” cuando llegaron dos personas.
“Venimos a escoltarlo porque el señor Vicente Fernández lo quiere conocer”, le dijeron.
“Yo, muy resentido, les digo: ‘¿Por qué me quiere conocer? Ha cantado mi canción por un año, en el disco está claramente el nombre del autor. ¿Por qué nunca se ha tomado la atención de leerlo?”.
“A regañadientes me llevaron al Auditorio Nacional, donde se estaba presentado. Allí le reclamé y me dijo: ‘Sé que fue un error mío decir eso que no te conozco, pero la próxima vez que te grabe una canción voy a gritar tu nombre para que te conozca todo el mundo’”.
Así lo hizo, en otro de sus grandes éxitos, también de la pluma de Urieta, “Acá entre nos”, Fernández grita:
“Martín, no cabe duda que también de dolor se canta cuando llorar no se puede”.
La historia de la canción
“Cuando me entrevistan, muchos me dicen: ‘Usted debió haber estado muy enamorado para escribir una canción tan hermosa’”, dice Urieta.
“Pero es que no la han entendido, ‘Mujeres Divinas’ no habla absolutamente nada de amor”.
“La canción es una historia. La mayoría de mis composiciones son vivencias”.
“Nos habíamos reunido varios autores en un lugar que llamábamos estudio para componer, pero también para socializar, convivir, con amigos y amigas”.
“Cada quien cantaba su canción nueva y me tocó a mí”.
El músico recuerda que ese día “andaba un poco sentimental”, dolido por un desamor y entonó la que en ese momento era su creación más reciente: “Te me vas al diablo”.
Al terminar, un amigo se le acercó y le dijo: “A mí no me gustó tu canción” y le expresó su descontento porque la letra iba dirigida contra una mujer.
“Como era joven, guapetón y rico, porque era banquero, le dije: ‘Pues a ti porque no te han hecho lo que a mí me han hecho. Cuando te lastimen como a mí, te va a gustar mi canción’”.
“Y me respondió: ‘Te equivocas, a mí siempre me han lastimado, las mujeres me han hecho trizas el alma, pero no voy a andar de chillón, quejándome, si los momentos más bellos los he pasado al lado de una mujer’. Eso me impresionó porque también era mi forma de pensar, de adorar a la mujer”.
“Y me dije: ‘Esto te lo voy a hacer una canción’. Así surgió su majestad la idea. La madre de una canción es la vivencia, de ella nace la idea y de la idea, la canción”.
“Mi amigo, que en paz descanse, se volvía loco de alegría cuando la escuchaba porque él la inspiró”.
Mas nunca les reprocho mis heridas
Se tiene que sufrir cuando se ama
Las horas más hermosas de mi vida
Las he pasado al lado de una dama
Pero hay más.
En 2018, en una entrevista con el periodista Gustavo Alvite, de Radio Felicidad, Urieta habló de su canción y de un cuento del autor del Decamerón, Giovanni Boccaccio, poeta considerado uno de los precursores de la literatura renacentista.
«Las ocas del hermano Filipo» es la historia de un hombre que “se quedó viudo al nacer su único hijo” y que para protegerlo del mundo, se lo lleva a vivir a una cueva. Al cumplir los 18 años, el padre lo saca y van a Florencia.
Maravillado, el joven le pregunta al padre por todo lo que le llama la atención y que nunca había visto. Y en eso, ve a un grupo de mujeres. Filipo nunca había visto a una mujer.
Ante la curiosidad del adolescente, el padre le dice que cree que esas criaturas se llaman ocas y le suplica que vea hacia otro lado. Pero era muy tarde, Filipo había quedado encantado con ellas.
“Por eso, a ustedes, mujeres, ocas” -decía Urieta en esa entrevista- “despertadoras del eterno Filipo, que es el corazón del hombre, les escribí esta canción que se llama ‘Mujeres Divinas’”.
«Muchos éxitos»
“Mujeres divinas” fue el inicio de una relación artística muy fructífera para Urieta y para Fernández.
En el programa de TV Azteca, el cantante elogió el talento del autor. “Para mí, hablar de Martín Urieta es hablar de un poeta”.
“Tanto le gusta a él como interpreto sus canciones como a mí me gusta interpretarlas”.
Y recordó que en una oportunidad le comentó: “‘Oye muñeco, ya es tiempo de que me grabes un disco entero’. Y dije: si le grabé a Joan Sebastián, que es muy amigo mío también, por qué no voy a grabarle a Martín, que me ha dado muchos éxitos”.
En 2017, en el programa Hoy de Televisa, ambos dejaron ver el afecto que los unía.
“Como compositor es uno de mis preferidos”, dijo Fernández -vía telefónica- sobre Urieta, quien le recordó que le había grabado 25 canciones.
“¿No más?”, le respondió el cantante. “Aquí tengo como otras 10”, añadió entre risas.
Ambos aprovecharon esa oportunidad para expresar su gratitud mutua.
“Hicimos un buen equipo, después fuimos amigazos”, le cuenta a BBC Mundo el compositor.
Años después, Urieta lo visitó en su rancho.
“Cuando ya me iba, me metí en la camioneta, y me dijo: ‘Adiós, mi compositor predilecto’, y sentí que se me enchinó el cuero”.
“Pensé: ‘o me voy a morir yo o él’. Ya jamás lo volví a ver. Eso fue lo más triste porque prácticamente se despidió de mí”.
Poco más de un año después, Fernández murió. Era el 12 de diciembre de 2021.
Los otros Fernández
“Martín es un gran ser humano, es un tipazo, independientemente de la cuestión musical, fue un gran amigo de mi padre y lo es de toda la familia, por su sensibilidad como persona”, señala el hijo mayor de Fernández.
“Tiene una cantidad enorme de canciones, pero la selección que hizo mi padre fue muy del agrado del público”.
Tanto él como su hermano Alejandro desarrollaron sus carreras como cantantes.
Vicente cuenta que acompañó a su padre en su gira de despedida por Latinoamérica y Estados Unidos y “Mujeres Divinas” no podía faltar en cada presentación.
“Existió magia con ene cantidad de canciones, pero con esta era algo muy especial”.
Y la magia sigue: “Mujeres Divinas” está entre las cinco canciones más populares de «el Charro de Huentitán» en Spotify, con más de 231 millones de reproducciones.
La pieza también ha sido parte del repertorio de Alejandro, quien también ha interpretado otras composiciones de Urieta. De hecho, su hijo Alex ha cantado “Mujeres Divinas” con él y solo.
La nostalgia de la infancia
“Yo soy de provincia, de un pueblo donde no había luz eléctrica. Solo algunas personas tenían radio”, recuerda Urieta.
“Siempre estuve inmerso en mi género. Para mí, José Alfredo Jiménez es el santo patrono de la canción ranchera”.
Y, así, en su infancia cantó sus composiciones.
“Fui un niño feliz. De pequeño, vi caritas hermosas de mujeres divinas”, cuenta.
“Como era hijo de madre soltera, para mi mamá, mis tías, yo era su tesoro y, así, nace un amor y un respeto extraordinario por la mujer”.
“Para mí la mujer es la piedra angular donde descansa la humanidad. De ahí surge, mi adoración por la mujer y por eso es que casi todas mis canciones están dirigidas a ensalzar a ese ser maravilloso”.
Urieta pasó varios años de su niñez y adolescencia en internados. “Era una nostalgia tremenda, un sentimiento de haber dejado a mi mamá, a mi entorno, a mis amigos. Para mí, prácticamente, ese internado era una cárcel”.
“Los niños podían salir cada ocho días con una persona que los cuidaba, pero era tan estricta la disciplina que yo casi nunca podía salir porque me la pasaba arrestado, siempre fui un niño como rebelde”.
“En ese tiempo se decía: ‘Martín Urieta arrestado hasta nueva orden’. Cuando me levantaban el castigo podía ir con los otros niños al parque o al zoológico. Era una distracción del encierro en el que vivíamos”.
De esa nostalgia, surgió su primera composición. A los 15 años, le dedicó una canción al lugar donde nació: “Vuelve a Huetamo”.
El catedrático compositor
Urieta continuó con sus estudios.
“Cuando me gradué de profesor de primaria, estudié para ser profesor de secundaria y, después, tuve la oportunidad de ser catedrático de mi alma mater, la Escuela Nacional de Maestros”.
De esa época surge la que es su canción “consentida”: “Qué de raro tiene”, que también interpretó Fernández.
“La escribí cuando cantaba con mi guitarra en los bares. Pensaba que nunca se iban a escuchar mis canciones, incluso ya era catedrático de la Nacional de Maestros, pero para redondear el sueldito, cantaba”.
“Era muy mal visto que un catedrático cantara en esos lugares. Había compañeros que me lo tomaban a mal, decían que era un desprestigio para la institución”.
Sin embargo, Urieta no dejó de componer: “La canción que yo escribo es una canción en la cual se manifiesta mi verdad”.
“Es importantísimo hacer canciones para comer, pero también es importantísimo hacer canciones para vivir y pasar a la posteridad”.
Dice que siente un agradecimiento muy profundo hacia el público por aceptar sus composiciones.
Y reconoce que “hay canciones con suerte”. Si no que lo diga quien no se resiste a:
Pudiéramos morir en las cantinas
Y nunca lograríamos olvidarlas
Mujeres, oh mujeres tan divinas
No queda otro camino que adorarlas