El 20 de noviembre de 1910 inició la Revolución Mexicana, movimiento armado que tenía como principal objetivo, derrocar al gobierno de Porfirio Díaz, quien llevaba más de 30 años en el poder.
Algunos historiadores han coincidido en que este movimiento armado, también lo fue político y social, al tiempo que sirvió para construir los cimientos del desarrollo que logró México durante el siglo pasado.
Entre otras cosas, la Revolución Mexicana dio pie a la creación de una constitución que garantizó la libertad democrática y la justicia social. los campesinos pudieron tener tierras, los obreros mejores condiciones de trabajo y todos los niños y jóvenes el acceso a una educación laica y gratuita.
Pero el cambio no fue sencillo ni gratuito, a cambio miles de mujeres y hombres arriesgaron su vida para acabar con la dictadura porfiriana. Personas que se volvieron ilustres en mayor o menor medida y aquellos que su nombre no figura en ningún libro, pero lucharon para construir una mejor nación, todo el tiempo fueron curados, alimentados e incluso defendidos por sus mujeres.
El papel de las mujeres en la Revolución Mexicana
A ‘la causa’, como también se le conoció a este movimiento armado, se sumaron esposas, madres hermanas, amantes, para defender a sus hombres, pero también para luchar por su país y reclamar sus derechos como ciudadanas del mismo.
Felipe Ávila y Pedro Salmerón, en el libro Breve Historia de la Revolución Mexicana (Editorial Crítica) señalan que la Revolución Mexicana es un conflicto difícil de entender: “…Habría que señalar que no se puede hablar de una sola revolución mexicana, sino de varias: la maderista, la zapatista, la villista, la constitucionalista, así como numerosas variantes regionales”.
Soldaderas y Adelitas
Ambas fueron mujeres que se rebelaron a los roles de su época. Mientras las ‘Adelitas’, asistieron a los batallones masculinos como cocineras, enfermeras y amantes, las ‘soldaderas’ tuvieron un papel admirable, pues tenían ambiciones militares, pero fueron invisibilizadas por el modelo tradicional de su época.
Pero a pesar de haber quedado invisibilizadas, la acción de estas valientes mujeres, determinaron a la mujer como rompedora de los esquemas sociales del patriarcado. Esto supuso una liberación femenina que tendió puentes hacia la democracia. Un movimiento, que no fue ajeno, sino que fue crucial para ella, y durante muchas décadas parecía un submundo aislado. Además tras el periodo revolucionario, iniciaría por fin el sufragio femenino.
Sin lugar a dudas, el papel que jugaron durante todo el movimiento, estas valientes mujeres rompió con los esquemas sociales y llevaron a sus compatriotas a la liberación femenina.
A continuación, te mencionamos a algunas de las mujeres que jugaron un papel destacado en la Revolución Mexicana:
Carmen Serdán
Siendo esposa de Francisco I. Madero, tuvo una importante participación como activista, quien incluso después de que su marido fuese asesinado nunca abandonó la causa, sino que se involucró todavía más. Reunió valor y organizó una Junta Revolucionaria para combatir a Victoriano Huerta; luchó junto a Carranza y suministró artillería a los soldados. De la casa de Carmen Serdán “salían enormes paquetes de pescado, cajas de zapatos, canastas de verdura que ocultaban granadas de fabricación casera, pólvora”, asegura la historiadora mexicana Carmen Ramos Escandón en su libro“Carmen Serdán, mujer de su tiempo”.
Ángela Jiménez
Fue una experta en explosivos que siempre se jugaba la vida al manipular aquellos artilugios.
Amelia Robles
Amelia Robles realmente se sentía una“pistolera”, y cuando estalló la guerra lo hizo con total naturalidad y comodidad. Desde siempre había sentido predilección por los caballos y las armas.Usó su condición sexual para librar apasionadamente batallas que la harían destacar entre los hombres de Zapata. Amelio, como así se presentaba obtuvo el rango de coronel.
Su biografía señala que al morir su padre, su madre se volvió a casar con un peón, quien se refería a Amelia como “hombrada”. Es probable que se haya unido a la bola revolucionaria con la intención de gozar los privilegios y la libertades de los hombres de su época, pero que posteriormente se nutriera con la ideología de la Revolución Mexicana. Su principal aporte bélico estuvo en las filas de Zapata, quien la tuvo en alta estima.
En un proceso gradual Amelia empezó a convertirse en Amelio, hasta que después de un atentado cambió su identidad de forma permanente. Fueron sus compañeros zapatistas convertidos en gobernadores, quienes le facilitaron una nueva documentación.
Amelio fue reconocido por el ejército y se le condecoró con la presea “Mérito Revolucionario”. Su archivo también mantuvo sin inconveniente su identidad masculina. Tiempo después, Amelio se casó con Ángela Torres y tuvo una hija adoptiva. Estuvo presa por segunda ocasión después de asesinar a dos hombres que quisieron asaltarla para exponer sus genitales.
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Distintos gobernadores de Guerrero y tres presidentes de México le otorgaron reconocimientos por su participación en la Revolución Mexicana y su carrera en las fuerzas castrense. Siempre bajo el nombre de Amelio, su trayectoria e identidad jamás fue cuestionada por las instituciones políticas del país.
Amelio no solo fue un militar ejemplar, también es considerado la primera persona cuyo cambio de sexo fue reconocido en México.
Petra Herrera
Es otra de las personas que cooperó con Francisco Villa organizando y liderando sus ejércitos. Posteriormente su relación con el líder se tensó y se separó formando un ejército de más de mil mujeres. La líder era famosa por hacer saltar por los aires puentes. Una de sus glorias más importantes fue durante la segunda batalla de Torreón, al norte de México en 1914, en la cual apagó las luces de la ciudad para que todos pudieran entrar. Gracias a ella obtuvieron la victoria, sin embargo Villa nunca le reconoció el mérito.
Finalmente se alió con Venustiano Carranza y alcanzó el grado de coronel, ya que el de general le fue negado. Se dice que tras disolverse su ejército de mujeres se dedicó al espionaje hasta su muerte en una balacera de cantina.
La leyenda cuenta que Petra o Pedro, solía levantarse en la madrugada para fingir rasurarse. Sus compañeros le tenían respeto y estima, por lo cual consideró que podía revelar su identidad sin que esto afectara su trayectoria, pero la realidad le fue adversa y terminó por ser discriminada.
El día que quiso dar a conocer su verdadera identidad gritó: “¡Soy mujer y voy a seguir sirviendo como soldada con mi verdadero nombre!”.
Encarnación Mares “Chonita”
Nacida en 1890, Encarnación formó parte del Décimo Regimiento de Caballería, al lado del hermano de Venustiano Carranza. Adoptó una apariencia y voz varonil con la intención de poder luchar en el campo de batalla sin que se le reprimiera. Obtuvo el grado de subteniente, mismo que le fue retirado por el presidente Venustiano Carranza, a quien irónicamente había apoyado.
Carmen Parra “La Coronela Alanís”
Fue una acalorada luchadora del movimiento feminista obrero de México. A los 25 años se unió a la lucha armada del movimiento revolucionario como mensajera de Madero. Posteriormente ayudó a Francisco Villa en la toma de Ciudad Juárez y su avance por Coahuila. Fue arrestada en Veracruz por transportar documentación de Emiliano Zapata, pero fue liberada a los pocos días.
Finalmente se unió al movimiento constitucionalista, mismo en la que fue nombrada comisionada para el proceso de amnistía a favor de los villistas exiliados en Texas. Al finalizar la Revolución Mexicana continuó su lucha en pro de los derechos obreros y trabajó como periodista. Falleció en 1941.
En 1942 el presidente Manuel Ávila Camacho le otorgó el título honorífico de “Veterana de la Revolución”.
Margarita Neri
Margarita fue una indígena maya originaria de Quintana Roo. Después de asesinar a su esposo se unió a la lucha armada en las filas de Emiliano Zapata. Conocida por su crueldad, llegó a liderar ejércitos grandes de hombres.
Rosa Bobadilla “La Coronela”
Junto con su esposo, quien tenía el grado de Coronel, estuvo en el frente de batalla, defendiendo la causa zapatistas. Al caer en batalla su marido, Emiliano Zapata le concedió el puesto de su marido, pues ya empezaba a destacar por su liderazgo. Combatió a los federales a la cabeza de 200 campesinos sin que su condición de mujer fuera causa de censura.
Además de ser una eminente guerrera, también destacó por su labor filantrópica. Zapata le otorgó predios en el centro de Cuernavaca para atender a las viudas y huérfanos de la Revolución Mexicana. Fue aguerrida en la lucha por disolver las desigualdades económicas generadas en el porfiriato.
Al final de los movimientos armados continuó su liderazgo en las organizaciones agrarias. Fue muy querida por los morelenses que solían reconocer su llegada a los festejos patrios por soltar tiros al aire. Su epitafio reza: “Descanse en paz al lado de Dios y de los Héroes”.
Doña Ramona R. viuda de Flores “La Güera Carrasco”
En el texto Mis memorias de la Revolución, Isidro Fabela la describe como una mujer atractiva, que tras enterarse del asesinato de Francisco I. Madero se unió a la Revolución. Pertenecía a la clase alta y su liderazgo fue promovido por sus amigos en el ejército, con quienes mantenía una estrecha relación de iguales.
Poseía un carácter fuerte y solía hacer uso del humor negro. Era una mujer educada que también sabía convivir con los hombres a su mando, por lo cual solía expresarse con groserías pero sin tornarse vulgar. Tras la Revolución mexicana se dedicó a sus empresas y finalmente partió a Nueva York.