El popular chef estadounidense Anthony Bourdain, de 61 años, se suicidó hoy en Francia, informó la cadena televisiva CNN para la que trabajaba.
«Es con extraordinaria tristeza que podemos confirmar la muerte de nuestro amigo y colega Anthony Bourdain», indicó la CNN en un comunicado, en el que confirmó que la causa de la muerte fue un suicidio.
Bourdain estaba en Francia trabajando en un próximo programa sobre Estrasburgo y su amigo Eric Ripert, chef francés, lo encontró sin conocimiento en su habitación de hotel.
Después de una intensa trayectoria como cocinero en diversos restaurantes en Nueva York, entre ellos Brasserie Les Halles en Manhattan, Bourdain escribió sus memorias «Kitchen Confidential: Adventures in the Culinary Underbelly» (Confidencias de cocina: aventuras en el vientre culinario) y comenzó su exitosa carrera televisiva.
En 2005, su programa «No Reservations» comenzó a emitirse en el canal de viajes Travel Channel, con el rápidamente se hizo muy popular, en viajes por todo el mundo descubriendo nuevos platos y bebidas y con el que ganó dos premios Emmy.
En 2012 amplió su audiencia al pasar a la CNN con su nuevo programa de televisión «Parts Unknown», en el que llegó a entrevistar al presidente estadounidense, Barack Obama, durante su visita a Vietnam.
El chef recibió en 2013 el premio Peabody por «expandir nuestro paladar y horizontes en igual medida».
Recientemente, había estado en Asturias, rodando un episodio con su amigo, el cocinero español José Andrés.
Anthony Bourdain, migración, narcotráfico y su amor por la comida mexicana
Así que nos guste o no, resulte ofensivo para muchos y poco comprensible para otros, forma parte de la realidad y el terrible fenómeno de la migración que resume y explica por qué algunos extranjeros conocen mejor la CDMX, los pueblos, las zonas arqueológicas y las playas que los mexicanos que viven allá. Anthony Bourdain, reconocido chef y viajero que murió este viernes 8 de junio, fue uno de esos “gringos” que podría explicarle a un cocinero en un restaurante de alta cocina en Nueva York, que los taxis que él recuerda ya no son verdes ni bochos, sino Tsurus color rosa con blanco
Entre sus viajes por todo el mundo, especialmente a México para su icónico programa Parts Unknown, siempre habló de la importancia de la comida mexicana y cómo era mucho más antigua y compleja que la cocina europea. En un pequeño ensayo para presentar un episodio de la serie sobre México, el chef escribió: “NO es queso derretido sobre una tortilla. No es simple o sencilla. Es, en realidad, antigua, más antigua que las grandes cocinas europeas e, incluso, más compleja, elegante, delicada y sofisticada. El mole puede tomar DÍAS hacerlo, la perfecta combinación de ingredientes minuciosamente preparados a mano. Podría ser, debería ser, una de las cocinas más apasionantes del mundo. Pero sólo si prestamos atención”.
Y con eso, regresamos al tema de la migración y el porqué los mexicanos, aquellos que le “quitan” el trabajo a jóvenes estadounidenses, son los que cocinan la mayor cantidad de comida para su consumo, siempre a escondidas y bajo la amenaza de regresar a un país que no valora su propia cultura. A través de sus libros, críticas gastronómicas y programas para la televisión, Bourdaincomenzó a hablar de la hipocresía de su propia sociedad ante el rechazo de tener mexicanos trabajando en las cocinas, pero sí saboreando y alabando sus platillos.
“Los americanos aman la comida mexicana. Comemos sus nachos, tacos, burritos, tortas, enchiladas y tamales en enormes cantidades. Amamos las bebidas mexicanas. Nos emborrachamos año con año con mucho tequila, mezcal y cerveza mexicana. Amamos a los mexicanos desde el hecho de que los contratamos. A pesar de nuestra ridícula actitud frente a la migración, queremos que cocinen la mayor cantidad de comida posible para consumirla, queremos que cultiven los ingredientes que necesitamos, limpien nuestras casa, corten el césped, laven nuestros platos, cuiden a nuestros hijos. Entonces, ¿por qué no amamos México?”.
Y mientras los mexicanos les dan de comer a los hijos americanos, mueren los suyos en una guerra contra el narco aparentemente patrocinada por ellos, quienes gastan millones de dólares en las drogas cultivadas –ya no son esos ingredientes que forman parte de un meatloaf preparado por un chef de Michoacán– por campesinos mexicanos y, al mismo tiempo, gastan otros tantos en la lucha contra el paso por la frontera que, lamentablemente, compartimos.
Y así con cada punto de la relación entre Estados Unidos y México; entre esos americanos que quieren hablan con desprecio de los burros-cebras de Tijuana y los mexicanos que le cuentan historias de nahuales a sus hijos. Anthony Bourdain, a través de la gastronomía y un nuevo género para la televisión, habló desde antes que estallara la bomba, antes de que los niños que crecieron entre tortillas y mole, desaparecieran en la frontera que tanto odian, pero necesitan para satisfacer sus pasiones más bajas.
Bourdain estaba en Francia trabajando en un próximo programa sobre Estrasburgo y su amigo Eric Ripert, chef francés, lo encontró sin conocimiento en su habitación de hotel. (ARCHIVO)