Esta semana estuvo dominada por dos grandes temas: el desalojo de la Gómez Morín y la fuga de la gente del PRI y Morena a la alianza panista. Todo lo que ahora sucede en Juárez forma parte de la campaña electoral y el camino al 6 de junio es de una intensidad que ya se tenía prevista, pero carece aún de calidad política, un ingrediente poco común en este tipo de pasteles.
Exalcaldes priistas de Meoqui, Cuauhtémoc, Galeana y otras localidades se sumaron a la campaña de Maru Campos antes de que la candidata hiciera su primera visita de campaña en la frontera. Apenas un par de días después el jefe distrital de Morena, una diputada federal y otros 60 militantes se fugaron en la misma dirección para saludarse con sus enemigos prianistas, ahora todos reunidos en el PAN.
En otros tiempos esto sería ciencia ficción, pero con los tiempos que corren y un nuevo tablero político que arrasó con las viejas estructuras y las formas de hacer política, estos movimientos serán cada vez más frecuentes, en todas vías y sentidos.
Por su parte, Adriana Fuentes Téllez tiene la bandera del BRT en las manos hace varias semanas y no la suelta ni la comparte. Su detención en la protesta por los inicios de las obras derivó en un escándalo nacional y medio despertó a una somnolienta e insensible clase política.
No hace falta haber transitado tantos pasillos como Mirone para saber que las oportunidades se aprovechan y Adriana lo tiene más que claro. Calculado o no, el escándalo de su detención se convirtió en una inmejorable coyuntura para quien venía desde atrás, y nos hizo recordar que en política nadie está completamente vivo o muerto.
En medio de la polvareda de esa desgraciada jugada corralista, Maru Campos se lanzó al micrófono y se volvió protagonista sin ensuciarse la ropa, justo cuando se encontraba encampañada en Ciudad Juárez. ¿Será que las mujeres marcarán el tono de esta campaña electoral en la frontera? En Palacio deberían manejar los tiempos políticos con más prudencia y no darles semejantes manjares a sus adversarios.
Partidos como el PRI o el PAN en Ciudad Juárez recibieron ayudas inesperadas de sus principales enemigos, sea por los cambios de camiseta o por las ocurrencias de Palacio. Mirone sabe que no se comete semejante desatino político frente a una mujer.
Aunque la campaña por la gubernatura apenas está comenzando y las locales todavía están en espera, llama la atención la capacidad de bienvenida de la candidata panista. Los recién llegados dicen que les interesa el proyecto y que Maru es muy capaz, esas bellas palabras que los políticos repiten sin cesar ante cualquier micrófono.
Algún comentario insidioso diría que están buscando carnita para el día después, cuando haya que seguir viviendo de los fondos públicos y no haya con quién.
A la hora de las sumas y restas, la gente que llega del PRI y Morena no trae consigo una carga desniveladora de votos ni una atractiva penetración territorial. Tampoco aporta un prestigio que vuelva más glamurosa la campaña marucampista, ni tampoco fortalece los flacos equipos de campaña con estrategas de gran alcance.
Todo lo dicho es cierto. Sin embargo, ¿por qué hay tanta confianza en la gente de Maru? ¿Acaso el experimentado Arturo García Portillo cree que amontonar gente es un síntoma de crecimiento? Mirone entiende que están en juego mecanismos más simbólicos y profundos.
En un contexto de desconfianza hacia los políticos en general y hacia el panismo en particular, lo importante es fortalecer la figura de la candidata. Entre la prudencia, el miedo y las restricciones legales, la pandemia no da mucho margen para el contacto físico, obligando al uso intensivo de los medios y las redes. En esta campaña la imagen lo es todo.
Maru Campos se ha presentado como una mujer víctima de una persecución política. Ahora cambió el juego y está mostrándose más empoderada, como una mujer que atrae a los fuertes y cuenta con una estructura para gobernar y tomar decisiones. Un inestable equilibrio entre sonrisas y garrotes, así va la cosa.
Terminaba 2020 y Graciela Ortiz, secretaria de Operación Política del CEN del PRI, se reunía con Javier Corral en un encuentro sin anuncios, pero que seguramente tuvo contenido electoral, donde se habló de las candidaturas a gobernador en los 15 estados con elecciones locales y las alianzas opositoras a Morena que se tejían en el país, asuntos que pasaban por su oficina nacional del tricolor.
Unos días después, cuando el eco de las fiestas ya había pasado, Ortiz afirmó que la alianza opositora en Chihuahua había fracasado por la negativa del residente en Palacio estatal. Corral tenía interés en impulsar a Madero para sucederlo en el cargo y el PRI no le aportaba ninguna ventaja competitiva, mucho menos el PRD.
Quedó claro que Corral no encajaba con los planes de Marko Cortés y otros para concretar una alianza con vistas a 2021, porque entendía que con Madero de taparrabos ya ganaba. Lo que sí le interesaba era arreglar con MC y con Alfredo “el Caballo” Lozoya, el nuevo dueño de la franquicia. Con Madero para gobernador y Lozoya para diputado federal en la Sierra los números le alcanzaban para ganarle a Morena.
Corral y Ortiz se tiraron algunas pruebas de amor, pero el matrimonio nunca se consumó. El PRI tenía un par de condiciones con la vara muy alta: quería a una mujer encabezando la lista a la gubernatura y además las alcaldías de Juárez y Chihuahua. Al PRD le gustó la primera condición y se sumó a la alianza. Las matemáticas daban para que esta alianza ganara, aunque el mejor posicionamiento dentro del PAN lo tenía Maru y no Madero, lo cual era bueno para el PRI y pésimo para Corral.
Esta fallida operación dejó a la emisaria del CEN priista como candidata solitaria, a Madero vestido y alborotado y a Maru Campos como la candidata de una alianza mocha y flácida con el perredismo, todos mal parados. Por el lado del Caballo Lozoya se acabaron sus trotes por la Sierra, pero se mantiene en la cuadra de Corral como candidato a gobernador por MC.
Después de ese flojo arranque, los estrategas del “cuarto de guerra” de Maru buscaron generar la percepción de que saben construir una alianza robusta, un amasiato con el PRI basados en la idea de que el sabio priismo sabe por dónde “masca la iguana” y respalda su candidatura. Los operadores hacen gala de los “nuevos activos políticos” sumados a su campaña, desempolvados de los baúles cachivacheros del invencible PRI.
La idea es lanzar golpes a la mandíbula para tratar de noquear a su adversario, anunciando un día sí y otro también la adquisición de operadores del PRI y de Morena sumados a su dream team.
¿Quiénes son Pepe de la Madrid, Gustavo Chávez, Juan Carlos Hernández, Pedro Montes, Efrén Romo? Con esa misma boca abierta se quedó Mirone, porque todavía no descubre cómo harán esas escuálidas figuras políticas para fortalecer la campaña panista.
Es muy probable que el PRI no extrañe a estos personajes de la grilla que no prometen mucho en la calle y en territorio. Lo mismo se puede decir de Rosy Gaytán o de Pancho Salcido, el exlíder cetemista dueño de la franquicia de la Catem en el estado, que al igual que los recién llegados liderazgos morenistas, tampoco le pondrán mucho jamón al lonche.
La idea es generar una imagen de fortaleza, de que el PAN, el PRD, el PRI filoduartista más personajes nacionales como Calderón y Fox apoyan a Maru, todo con la sencilla idea de liderar la oposición y que Morena no llegue al poder.
No está asegurado que estas acciones emprendidas obtengan la adhesión de los indecisos o de los simpatizantes obradoristas y que puedan sumar la desbandada tricolor a su favor, pero este es el camino elegido. Con un contenido menos conservador y algunas ideas progresistas cobraría mejor gusto.
Para muchos ciudadanos de la clase media, frustrados, asustados y enojados con Corral y López Obrador, las dos figuras de poder en Chihuahua, Maru pudiera representar un cambio. Además de mostrarse empática y atractiva electoralmente, ayuda susurrar convincentemente en el oído del votante las palabras que quiere escuchar: mejor salud, más seguridad, más trabajo, cero impunidad. Son los lugares comunes de las campañas políticas.
El viernes le tocó a Maru Campos atender el caso que le tiene armado la Fiscalía Anticorrupción, que se suma al ya iniciado por cohecho por la Fiscalía de Corral. Además se le apilan tres juicios iniciados por Morena, MC y Fuerza por México en los tribunales electorales.
Se trata de recursos legales que cada partido, por su cuenta, interpusieron contra el registro de Maru como candidata al Gobierno estatal. Mirone se arriesga a decir que con cinco juicios corriendo en su contra en un lapso tan corto de campaña, queda establecido uno de los territorios donde se definirá el Gobierno del Estado.
Hace pocos días, el pleno del Tribunal Estatal Electoral resolvió dos puntos de la queja promovida por Morena contra el acuerdo del Consejo Estatal Electoral, que aprobó la candidatura de Maru Campos. En el primer punto, el tribunal consideró que la demanda de Morena es improcedente y fue desechado. En el segundo punto decidió reencausar de oficio el medio de impugnación promovido incorrectamente por Morena.
Este juicio se acumula a las quejas interpuestas por los partidos Movimiento Ciudadano y Fuerza por México, todos con el fin de demostrar que Maru es inelegible. Para algunos, estos hechos no acarrean costos para la campaña de Maru, porque las encuestas dicen que está blindada y su carrera sigue remontando. Para otros, los que siguen insistiendo con Corral a la cabeza, esta presión en tribunales ya hizo mella en su campaña, la intención de voto llegó hace rato a su techo electoral y ahora se encuentra pendiente abajo.
Ambos tienen razón, la candidata está herida y así, cargada de cicatrices, sigue en plena campaña. El 6 de junio sabremos a quien asiste finalmente la razón.