El texto está inspirado en la visión que tenían los mexicas sobre el mundo al que se esperaba llegar luego del deceso. Según sus creencias, el fallecido tenía que recorrer la tierra de los muertos para llegar a la casa de los dioses.
En las siguientes páginas, encontrarás un relato sobre la muerte. La aceptación de un nuevo mundo en el que las personas que resultaron significativas ya no existen es un hecho al que tarde o temprano habrá de enfrentarse todo ser humano. Tanto es así que la existencia de otro destino después de la muerte es una noción común en toda civilización. Aunque cada una de las concepciones sobre la vida después de la muerte es interesante, esta narración se ambienta y toma su inspiración en la cosmovisión de los mexicas, en lo que hoy se denomina Mesoamérica.
Durante la historia, acompañarás a Tlanextli, una mujer joven y recién fallecida por problemas del corazón, en su recorrido por tierras desconocidas: el Mictlán o la tierra de los muertos. En el viaje, no solo tendrá que enfrentarse a las vicisitudes que este sitio contiene, sino que también hará frente a las dudas que las circunstancias de su muerte suscitan en ella. En su larga travesía, Tlanextli se encontrará con otros difuntos que la harán reflexionar sobre su manera de interpretar su destino, así como el orden del mundo.
El texto está inspirado en la visión que tenían los mexicas sobre el mundo al que se esperaba llegar luego del deceso. Según sus creencias, el fallecido tenía que recorrer la tierra de los muertos para llegar a la casa de los dioses que lo gobiernan, Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl, por lo cual no podría considerarse un castigo, sino un privilegio poder ver a los dioses en persona. La peregrinación, que duraba cuatro años, era ardua debido a la naturaleza oscura y fría del inframundo, aunque su dificultad se corresponde con la connotación positiva o aceptable que se tenía del sacrificio, debido a que es necesario para la renovación del mundo y que este siga en movimiento. Pese a todo esto, no debes olvidar el carácter humano de la protagonista, pues estará en su naturaleza dudar sobre el propósito de todo lo que tiene que pasar.
A pesar de que existe mucha información sobre el Mictlán, esta historia toma como base principal las investigaciones realizadas por el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, ya que, como especialista en la materia, es él quien puede darle un mejor sentido y forma a la información recabada tanto en los códices como en los vestigios encontrados. En menor medida, pero igual de importantes también fueron las investigaciones de Alfredo López Austin sobre el funcionamiento de los componentes anímicos en Mesoamérica. Por supuesto, al tratarse de un escrito original y ficticio, esta es una interpretación más de dichos datos.
También se toman en cuenta las descripciones dadas en algunas fuentes más cercanas a la época, como la Historia general de las cosas de la Nueva España de Fray Bernardino de Sahagún, así como el Códice Vaticano A. Estas son dos de las fuentes más citadas para este tema, y fueron utilizadas para la construcción de los espacios. La estructura de los capítulos retoma las áreas descritas en las fuentes, las reorganiza y las reinterpreta de una forma original combinando ambas perspectivas.