The New York Times
NUEVA YORK.– En un video de TikTok visto más de seis millones de veces, Kati Morton, una terapeuta familiar y de pareja de Santa Mónica, California, hace una lista de las señales que, según ella, pueden ser indicadores del “síndrome de la hermana mayor”.
Entre ellos se incluyen: una profunda sensación de responsabilidad hacia la familia, la tendencia a complacer a la gente y un resentimiento hacia tus hermanos y tus padres.
En la plataforma X, antes conocida como Twitter, hay una publicación viral que pregunta: “¿Eres feliz o eres el hermano mayor y, además, mujer?”.
En estos momentos, las hijas mayores están en el centro de la atención, al menos en internet, con memes y artículos de opinión que dan una sensación de reconocimiento a las hermanas mayores responsables y abrumadas de todas partes. Pero incluso los profesionales de la salud mental como Morton, quien es la menor de su familia, alertan contra darle demasiada atención a la psicología del orden de nacimiento de los hermanos y a la idea de que eso moldea la personalidad o los resultados a largo plazo.
“La gente dice que ‘¡Eso lo es todo!’. Y otras personas dirán: ‘No hay pruebas’”, comentó Morton, y señaló que el síndrome de la hermana mayor (que en realidad no es un diagnóstico de salud mental) puede tener tanto que ver con las normas de género como con el orden de nacimiento. “Todos buscan comprenderse a sí mismos y sentirse comprendidos, y esta es tan solo otra de las páginas de ese libro”. advierte.
Qué dicen las investigaciones sobre el orden de nacimiento
Muchos de nosotros conocemos los estereotipos: los hijos mayores son confiables y tienen grandes logros; los del medio son sociables y rebeldes (e ignorados); y los menores son encantadores y manipuladores.
Ciertamente, los estudios descubrieron vínculos entre la participación que alguien tiene en la alineación familiar y diversos resultados, entre ellos el rendimiento escolar y el coeficiente intelectual (aunque las puntuaciones no necesariamente son indicadores confiables de la inteligencia), la tolerancia al riesgo financiero e incluso la participación en deportes peligrosos. Pero muchos estudios se concentraron en un momento determinado, advirtió Rodica Damian, una psicóloga social y de personalidad que trabaja en la Universidad de Houston. Eso significa que los hermanos mayores podrían parecer más responsables o incluso más inteligentes solo porque estaban más maduros que sus hermanos, comentó Damian, y añadió que en la mayor parte de los estudios de orden de nacimiento, el tamaño de las muestras fue relativamente pequeño.
En análisis más grandes, la relación entre el orden de nacimiento y los rasgos de personalidad parece mucho menos sólida. Un estudio de 2015 con más de 20.000 personas en Alemania, Reino Unido y Estados Unidos no descubrió ningún vínculo entre el orden de nacimiento y las características de personalidad, aunque los investigadores sí hallaron pruebas de que los hijos mayores tienen una pequeña ventaja de coeficiente intelectual. (Así que, hijas mayores, siéntanse con derecho a presumir cuando puedan hacerlo).
Damian trabajó en un estudio a gran escala diferente, también publicado en 2015, que incluyó a más de 370.000 estudiantes de escuela secundaria en Estados Unidos. Este reveló pequeñas diferencias de personalidad e inteligencia, pero tan pequeñas que prácticamente no tuvieron importancia, recordó la psicóloga, quien admitió que las prácticas culturales –como la herencia de propiedades o negocios (que pueden pasar al primer hijo– afectan la manera en que el orden de nacimiento influye sobre la dinámica familiar y la función de los hermanos.
Sin embargo, no hay modo de convencer a algunos hermanos que insisten en que el orden de su nacimiento predestinó su función dentro de la familia.
Después de haber publicado su estudio, Damian participó en un programa de radio en el que la audiencia hace llamadas. Las líneas se saturaron con llamadas de radioescuchas que estaban felices de decirle lo sesgados que eran sus hallazgos.
“Alguien decía: ‘¡Estás equivocada! ¡Soy el mayor y soy más concienzudo que mis hermanos!’. Y, luego, alguien llamaba para decir: ‘¡Estás mal, yo nací después y soy más concienzudo que mis hermanos!’”, recordó Damian.
Lo que dice la experiencia personal
Sara Stanizai, una terapeuta familiar y de pareja certificada de Long Beach, California, dirige un grupo virtual con reuniones semanales, donde los participantes reflexionan sobre la manera en que creen que les afectó el orden de su nacimiento y cómo este podría seguir interviniendo en su vida sentimental, sus amistades y su trayectoria profesional.
Este programa fue inspirado por la experiencia de Stanizai como hermana mayor en una familia afganoestadounidense, donde sentía que era “paternalizada” y tuvo “demasiada responsabilidad” sobre sus hermanos, debido en parte a que era mayor y, en parte, a que era mujer.
Aunque Stanizai reconoció que las investigaciones en torno del orden de nacimiento son heterogéneas, le parece útil que muchos de sus pacientes reflexionen acerca del orden de su nacimiento y de cómo creen que este moldeó su vida familiar, sobre todo si se sintieron acorralados o abrumados por ciertas expectativas.
Sus grupos de terapia pasan cierto tiempo reflexionando sobre preguntas similares a las siguientes: ¿Cómo me ve mi familia? ¿Cómo me veo a mí mismo? ¿Podemos hablar sobre cualquier diferencia en nuestros puntos de vista y cómo estos influyen en la dinámica familiar? Puede ser que, por ejemplo, un hermano mayor mencione que casi siempre es él quien planea las vacaciones familiares. Y quizá sea un hermano menor quien se siente presionado a estar de acuerdo con cualquier cosa que quiera el resto del grupo.
Los especialistas reconocieron que es casi irrelevante el hecho de que haya o no pruebas de que el orden de nacimiento determina los rasgos de personalidad.
“Creo que la gente solo está en busca de un sentido y de comprensión de sí misma”, afirmó Stanizai. “Los horóscopos, el orden del nacimiento, los estilos de apego” son unos cuantos ejemplos, dijo. Y concluyó: “Las personas solo buscan un conjunto de palabras clave y modos de calificar sus experiencias”.
Por Catherine Pearson