Eduardo Arredondo Delgado
El rector de la Uach, Luis Fierro está solo. La cárcel lo espera.
De sus compinches, cada uno renunció y pidió a Dios que nos les llegue el fuego a los aparejos y con un poco de fortuna algunos se podrían salvar, por lo menos no dormir en la Penitenciaría.
Dicen que quienes salen egresados de la Facultad de Filosofía y Letras tienen mala suerte o son aves de malagüero.
Luis Alberto Fierro se caracterizó por ser uno de los rectores más grises en la historia de la universidad y en sus hombros pesa una losa de corrupción, que ni en sus peores sueños imaginó.
Olvera Neder su flamante amigo está oculto y renunciado, no así como “profesor” e historietero y otros ya de perfil bajo sobreviven en su misma condición de ladrones y ex tapaderas del todavía rector, como el caso de Raúl Sánchez Trillo y la diva de la comunicación, Susana Rodríguez conocida por haber sido la productora de un programa de revista de Televisa. Rodríguez huyó al enterarse que se jugaba la libertad. ¿Y dónde están los millones de pesos del impuesto universitario? ¿Lo dividieron en partes iguales?
Pesan las irregularidades y las corruptelas y de esas no escaparán, están al borde del colapso, es por eso que Fierro no aparece ni siquiera en los baños menos en las cafeterías y quizás su casa sea su madriguera segura aunque si tiene mascota incluso ella lo acusa de ratero.
Aún el culebrón de la Uach no va ni a la mitad, solo que cuando María Eugenia Campos, la gobernadora actué conforme a derecho, quizás ni Luis Fierro ni sus ayudantes puedan celebrar la navidad. Si acaso hay milagros prenavideños rueguen por evitar una fría y lóbrega celda.
Fierro quiso perseguir a periodistas que no estaban en su línea de pensamiento porque los pocos, los contados sabían de los alcances de rapiña y de corrupción que paulatinamente emergieron cuando el entonces gobernador, Javier Corral le soltó la correa. Ahora la historia es otra.
Que fume mucho. Cigarros los necesitará en la prisión a menos que una alma buena acuda a llevarlos.