(EL UNIVERSAL).- Lucila Mariscal, la actriz y comediante reconocida por su icónico personaje «Lencha», ha enfrentado desafíos en la búsqueda de nuevos proyectos artísticos a lo largo de su carrera. Sin embargo, la famosa no es una persona que se rinda fácilmente. En lugar de esperar pasivamente a que la suerte le sonría, ha decidido tomar las riendas de su destino y destacar sus talentos culinarios.
La artista no solo afronta la lucha diaria por los gastos, ya que no ha conseguido empleo recientemente, pues desde 2008, espera noticias de su hijo desaparecido, quien perdió el rastro tras ser ascendido a subdirector de la Policía de Linares, Nuevo León. Además, según sus declaraciones, fue amenazada después de buscar ayuda y más tarde se vio envuelta en un matrimonio que resultó en su ruina financiera. En diversas ocasiones, ha afirmado que su expareja la estafó hasta dejarla en bancarrota.
Ahora a sus 81 años, Mariscal se embarcó en un emprendimiento gastronómico llamado «El Rincón de las Cazuelas», donde no solo cocina, sino también se desempeña como mesera.
«Soy todóloga», expresó para el programa «Sale el Sol».
En su local al sur de la Ciudad de México, la actriz ofrece antojitos mexicanos y platillos tradicionales, ocasionalmente apareciendo caracterizada como su famoso personaje. A pesar de no ser una cocinera experta en el pasado, ahora ha perfeccionado sus habilidades y se involucra personalmente en la atención a los clientes.
«Vengan aquí, yo los atiendo y también Doña Laura (ayudante), que es muy movidita, muy activa y tiene muy buena sazón, no tan buena como yo», aclaró bromeando.
Lucila Mariscal saltó a la fama desde temprana edad y desempeñó roles en programas icónicos nacionales como «Los Polivoces» (1971) y «La carabina de Ambrosio» (1978), los cuales fueron un rotundo éxito en su momento. Si bien trabajó la mayor parte de su vida en Televisa, no ha recibido llamadas de los productores en tiempos recientes.
La actriz compartió abiertamente en una entrevista realizada en agosto de 2022 que estuvo al borde del suicidio por segunda vez, debido a problemas de salud. Antes de someterse a una cirugía de cadera, luchó contra una profunda depresión de la que parecía no haber escapatoria.
En sus propias palabras, comentó: «Yo ya no esperaba nada. Yo ya me quería morir; ya no quería estar aquí, ya estaba harta, desesperada, tenía todo». Añadió que, aunque estuvo a punto de suicidarse y lo había contemplado previamente, pero algo inexplicable la detuvo en el último momento.
Posteriormente, descubrió que la ayudarían para agilizar el procedimiento y así podría someterse a la operación médica que necesitaba.