Los insurgentes olvidados en Chihuahua
Chihuahua, tuvo un papel trágico y definitorio en la historia de 19 insurgentes, que fueron fusilados por el gobierno colonial, junto al Padre de la Patria, Miguel Hidalgo.
La historia registra que las cabezas decapitadas de Hidalgo, Aldama, Allende y Jiménez, principales jefes del movimiento de independencia que fueron ejecutados en 1811 en la antigua villa de San Felipe, ahora ciudad de Chihuahua, fueron trasladadas para su exhibición pública a la Alhóndiga de Granaditas, en la ciudad de Guanajuato. Acto que se propuso como escarmiento para el resto de los insurgentes.
Pero hubo otros insurgentes más que fueron aprehendidos igualmente en Acatita de Baján, Coahuila, y traídos a Chihuahua para ser ajusticiados. Entre ellos Mariano Hidalgo, Ignacio Camargo, Francisco Lanzagorta, José María Chico y Onofre Portugal
Y ¿Qué sucedió con sus cuerpos? Pues siguen en Chihuahua, enterrados y en el olvido, en lo que fuera el primer cementerio formal de la ciudad que hace siglos sólo contaba unas cuantas cuadras, el panteón de San Felipe.
Sus cuerpos yacen en algún sitio cercano a la esquina que actualmente hace la antigua Alameda de Santa Rita que hoy día forma parte del Paseo Bolívar y la avenida Independencia, aproximadamente en lo que ahora es el Jardín Abraham González y la Quinta Touché, en la actual esquina de Independencia y Paseo Bolívar.
En el año de 1878, una parte importante de este panteón fue destruida para que se construyera en ella un edificio; finalmente el gobernador del estado, en turno, ordenó que se construyera la prolongación de la avenida Independencia, con lo que se terminó de perder el cementerio y con ello también la historia de estos hombres que, sin duda, también fueron libertadores que nos dieron patria en una lucha que comenzó muy lejos de esta tierra norteña en 1810.