Periodista
La figura de Raúl Velasco continúa siendo controversial y va más allá del medio del espectáculo al repercutir en los ámbitos social, cultural y político por lo que hizo frente a las cámaras pero también por lo que hizo detrás de ellas. Su nombre, además, no es recordado con gusto por público, académicos y literatos.
La frase de Úrsula Camba, doctora en Historia por el Colegio de México, de que «nunca se ha hablado suficiente de lo mala persona que fue Raúl Velasco» resonó por estos días entre los usuarios de X (antes Twitter). Camba enfatizó en que era un ser “horrible” porque «les arruinó la carrera a un montón de artistas» con base en humillaciones, acosos y bloqueos.
El comentario de la doctora fue respaldado por otras personas que comparten su opinión.
Julia Santibáñez, actual coordinadora de la Cátedra Carlos Fuentes UNAM y autora de El lado B de la cultura, volumen 2, hizo referencia a Mi rostro oculto, libro autobiográfico de Raúl Velasco, apuntando que «nada resalta más que la intención de autosentarse en las nubes». La escritora señala al presentador de exagerar en las adulaciones hacia sí mismo: «tanta fanfarria en voz propia activa las suspicacias».
Esa mala fama acompañó a Velasco desde que inició Siempre en domingo en 1969 hasta que dejó de transmitirse en 1998. A lo largo de tres décadas fue el hombre fuerte del espectáculo y entretenimiento de Televisa gracias a ese espacio televisivo y al poder que le facultó Emilio Azcárraga Milmo para imponer o ignorar a artistas de la escena musical.
Sabida fue su animadversión al rock en inglés y en español. Partidario del pensamiento que dice que «la imagen lo es todo», se posicionó como un showman que despreció a ese género musical por las letras de sus canciones, su sonido, el perfil de sus intérpretes y el perfil de su audiencia. Por ello les cerró las puertas del programa a agrupaciones de ese ámbito. Y cuando llegó a recibir invitados como Hombres G presentaba a las bandas pidiéndoles perdón a los espectadores por recibir a cantantes así.
También rechazó a representantes de la música popular como Chico Che por su apariencia. En 1988 fue invitado el cantautor a cantar en Siempre en domingo pero le pusieron de condición que utilizara una ropa diferente al overol que solía vestir. El músico argumentó que toda su carrera se había vestido así y subió al escenario con su característico atuendo. La producción decidió cortar su número y no transmitirlo. Se dijo que fue por fallas técnicas, sin embargo, la orden de censura fue de Velasco.
Cuando falleció Chico Che en 1989, Velasco decidió recuperar el número censurado para transmitirlo como un ‘In Memoriam». No obstante, los fans del compositor tabasqueño se molestaron con el presentador por lucrar con la muerte del músico al que no quiso mostrar un año antes y con que el quiso subir su rating tras su fallecimiento.
Al aire tampoco logró ocultar su prepotencia, actitud discriminatoria y clasismo. La escritora Julia Santibáñez recordó en El lado B de la cultura, volumen 2 cuando se comportó grosero con Thalía durante una emisión en vivo al comentarle frente a todos que «te quitaron lo corrientota que te había puesto el primer día». Otro momento bochornoso fue cuando recibió al grupo Bronco y, a manera de mofa, se dirigió al vocalista Lupe Esparza como «feo» y «gorila».
Todavía con vida, el payaso Cepillín ofreció entrevistas en las cuales comentó que fue Velasco quien solicitó a altos ejecutivos de Televisa que lo retiraran de la programación. Las causas de esa petición, según Cepillín, fueron el rating y el ego; Velasco no quería que otro programa familiar registrara más altos índices de audiencia que Siempre en domingo.
Igualmente ofendió y agredió al público. Al presentar a la segunda generación de Locomía, seguidoras de la alineación original protestaron en el foro haciendo la señal del pulgar hacia abajo. Ese gesto molestó al conductor. Enojado, se dirigió hacia una de las fans para tergiversar su reclamo, regañarla y ordenar que se retirara.
La publicación de la doctora Camba trajo consigo que internautas escarbaran la memoria y rescataran un texto escrito por el periodista, dramaturgo y guionista Vicente Leñero. Se trata de Pero cómo me haces esto, chillaba Raúl Velasco. Es un relato en el que Leñero comparte la anécdota de lo sucedido en un restaurante de la Zona Rosa donde fue citado por el presentador para contratar sus servicios y los del dramaturgo Ignacio Solares como guionistas de la película Siempre en domingo.
La conversación fue ríspida por el mal carácter de Velasco, algo que no pasó desapercibido por Leñero: «Su petulancia, su importantismo, su papel bien aprendido de famoso me sacaron de quicio y me hicieron cometer un accidente que Solares calificó después de acto fallido». Le derramó malteadas encima, lo que provocó su ira al grado del llanto. El filme terminó siendo escrito por Fernando Galiana y Ramón Obón 1984, y dirigido por René Cardona Jr.
Una historia que ha ensombrecido aún más su figura es la que ha narrado el cantante Laureano Brizuela. Fue en 1989 cuando causó revuelo la noticia de su detención y encarcelamiento en México por el delito de evasión fiscal. El intérprete salió libre en 1990. Décadas después declaró que el culpable fue Raúl Velasco Jr., que fungía como su representante y no declaró más de 400 mil dólares por concepto de presentaciones y venta de discos. Brizuela ha sostenido su postura de que fue entregado por el conductor como «chivo expiatorio» para salvar a su vástago de la prisión.
A 17 años de su muerte, Raúl Velasco se explora desde sus sombras. En el imaginario colectivo existe un sector que lo tiene presente por su oscura presencia dentro del espectáculo mexicano y el poder que alcanzó a tener.