Los Bajau, la tribu nómada que prefiere el agua a la tierra y se sumerge 10 minutos sin respirar
Los «gitanos del mar» pasan el 60% del día cazando en las profundidades del mar
El secreto de los súper poderes marinos de los Bajau no surgió de la noche a la mañana. Los integrantes de esta peculiar tribu hace muchas generaciones abandonaron la vida terrestre para vivir en casas flotantes y buscar sus alimentos sumergiéndose en las profundidades, lanza en mano, para cazar especies marinas en apnea.
Fue así como lograron mutaciones en su ADN que les permite mantener la respiración durante períodos tan prolongados. Los investigadores han detectado que los Bajau tiene un “gen nómada marino” que les hace tener un bazo enorme. Esa es una cualidad que poseen otros mamíferos marinos, como las focas, que contienen la respiración por mucho tiempo para cazar en el mar.
Melissa Ilardo, de la Universidad de Copenhague, tuvo la oportunidad de visitar algunas de las comunidades Bajau, animándolos a participar en uno de sus estudios.
«Se sumergen repetidamente durante ocho horas al día y pasan aproximadamente el 60 por ciento del tiempo bajo el agua». Generaciones con este estilo de vida han causado una mutación, llamada “gen del nómada marino”, en un sitio de un gen conocido como PDE10A, que permite a los Bajau desarrollar bazos extragrandes”, explicó la científica.
El bazo desempeña un papel importante en la oxigenación de la sangre mientras está bajo el agua. El órgano contiene una reserva de glóbulos rojos oxigenados y, mientras se sumerge, se contrae, bombeando estas células al torrente sanguíneo y permitiendo que el cuerpo funcione durante más tiempo sin necesidad de aire. «No hay mucha información sobre el bazo humano en términos de fisiología y genética, pero sabemos que las focas que bucean a gran profundidad, como la foca de Weddell, tienen bazos desproporcionadamente grandes». dijo Ilardo a la BBC.
Otro factor que influye en las habilidades marinas de los Bajau es su alimentación exclusivamente marina. Han aprendido a aprovecharlo todo, inclusive a los poco agraciados pepinos de mar, especie a la que prestan especial atención porque creen que posee propiedades medicinales para combatir enfermedades y para mejorar la potencia sexual.
Los marinos intercambian el excedente de sus capturas de pescados y mariscos con los pobladores de las islas cercanas para tener acceso a algunos artículos esenciales como agua y casabe.
Pero la vida moderna está cambiando la vida de este pueblo nómada y apátrida.
En sus orígenes navegaban libremente por lo que hoy se conoce como el mar de Sulú, pero luego del establecimiento de las fronteras entre Malasia, Filipinas, Indonesia y Brunéi, su situación se comenzó a complicar.
En la actualidad apenas quedan entre 100 y 200 marinos habitando sus ancestrales casas flotantes. Pero la contaminación, la sobreexplotación marina y las restricciones del uso de la madera para construir sus palafitos han obligado a muchos a migrar hacia la zona costera, pero al no tener nacionalidad no pueden acceder a los beneficios de los sistemas sanitarios ni educativos de ninguno de los países que rodean sus designios marinos.
A pesar de las adversidades, los Bajau se han empeñado en preservar sus tradiciones artesanales. Un carpintero autodidacta puede diseñar un barco de pesca sin bocetos en tan sólo una semana. Construyen encantadoras cabañas sobre pilotes a lo largo de tres semanas de esfuerzo colectivo, y albergan a familias o comunidades de hasta 30 personas, según The Diplomat.
Las mujeres producen diariamente un protector solar a base de polvo de arroz y cúrcuma para proteger su piel de los rayos del sol. Los niños aprenden a nadar desde pequeños y a los ocho años ya bucean en apnea, cazan y piden monedas a los turistas que se acercan a curiosear. Adultos y niños contribuyen a la economía familiar.