LA NACION
CIUDAD DE MÉXICO.- Andrés Manuel López Obrador aseguró este lunes irse “muy contento” de la presidencia de México, que deja con 70% de popularidad, y destacó los logros de su gobierno así como la satisfacción de que el martes entrega el relevo a su aliada Claudia Sheinbaum.
“Me voy muy contento por el cariño de muchos mexicanos, mujeres y hombres. Me dediqué a servir al pueblo, me siento muy orgulloso y contento que atendimos a todos, escuchamos a todos, pero le dimos preferencia a los más necesitados”, declaró al iniciar su última conferencia de prensa “mañanera” que mantuvo de lunes a viernes durante su mandato único de seis años para sumar 1436 ediciones, según recuentos de la consultora Spin.
“También porque voy a entregar mañana la banda presidencial a una mujer excepcional”, agregó.
López Obrador realizó un convivio con periodistas, donde además de despedirse, organizó una rifa de su reloj personal como gesto hacia aquellos reporteros que lo acompañaron desde el inicio de su administración.
Últimas medidas
Como parte de sus últimas acciones como jefe de Estado, López Obrador firmó este lunes la promulgación de dos reformas constitucionales propuestas por él mismo y aprobadas por los congresos federal y estatales, que dominan ampliamente el partido oficialista Morena y sus aliados.
Se trata de una que reconoce los derechos de los pueblos indígenas y afromexicanos y el pase de la Guardia Nacional, el principal cuerpo de seguridad, al mando de la secretaría de la Defensa. Estas serán publicadas el martes para su entrada en vigor.
La primera fue avalada por unanimidad, pero la segunda enfrentó críticas de la oposición, de organismos de derechos humanos y de Naciones Unidas, que denunciaron la reforma como una militarización de la seguridad en México.
Pasar “a formar parte de la secretaría de la Defensa le va a dar (a la Guardia Nacional) solidez, permanencia, disciplina y un manejo honesto, sobre el todo que no se vincule a la delincuencia organizada”, argumentó.
La ola de violencia en México ya suma más de 450.000 asesinatos y unos 100.000 desaparecidos desde que a finales de 2006 el gobierno lanzó una polémica ofensiva militar para combatir a los cárteles del narcotráfico.
En la presidencia del izquierdista, según la estadística oficial, se registraron casi 200.000 de esos homicidios, más que el registro de los dos gobiernos anteriores.
Enseguida, el izquierdista de 70 años empezó a mostrar cifras de su gestión en distintos rubros, sosteniendo por ejemplo que en su gobierno se crearon más empleos que en países europeos o en Estados Unidos.
Último día
López Obrador ha sido un presidente incansable. Ha visitado todos los municipios de México y en los últimos meses ha recorrido de nuevo el país para despedirse presencialmente de sus seguidores en compañía de su sucesora, Claudia Sheinbaum.
Su último día como presidente se atisba como un resumen de su forma de gobernar que, durante seis años, comenzó prácticamente todos los días con una reunión del gabinete de seguridad, seguida de su peculiar conferencia de prensa.
En su último día hubo un convivio con los periodistas que cubrieron sus “mañaneras”, muchos de los cuales han mostrado un notable activismo oficialista hasta el punto de no dejar de elogiarle, hacerle regalos por Navidad, hacerse “selfies” con él, y uno hasta le llevó su tesis para que la firmara.
López Obrador no anunció con qué presidentes almorzará pero entre los que ya se encuentran en Ciudad de México para la toma de posesión de su sucesora, Claudia Sheinbaum, este 1 de octubre, están los mandatarios de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; Cuba, Miguel Díaz-Canel; y Honduras, Xiomara Castro.
“Voy a tener una comida, porque tenía cosas que tratar con algunos”, temas de cooperación y amistad entre los pueblos, adelantó López Obrador el viernes.
El mandatario hará política hasta su último minuto en el poder y la comida con líderes amigos de hoy será un ejemplo.
Después de trasferir el mando a Sheinbaum, López Obrador empezará su jubilación. Según ha insistido en innumerables ocasiones no hará declaraciones, ni discursos, ni vida pública. Y en cuestión de días partirá para su rancho de Palenque, en el sureste mexicano, que bautizó como “La Chingada”, un apelativo de desprecio en México pero del que el mismo López Obrador se ha reído, jactándose de que se va para allá por decisión propia y no porque le manden sus enemigos.
Agencias AP y AFP