Omar Peralta
Esta historia la publicamos en Yahoo en Español en Febrero 14 de 2023. La mostramos de nuevo a nuestros usuarios porque figuró entre lo más visto y comentado de nuestro sitio en todo el año.
Guillermo Ochoa llegó al Salernitana con la encomienda de ser suplente. Él lo sabía, pero asumió el reto. Así lo ha revelado el entrenador del equipo, Davide Nicola, luego del partido que enfrentó al Salernitana con Hellas Verona en la jornada 22 de la Serie A de Italia. El partido acabó mal para el equipo del mexicano (perdieron 1-0 y están en el puesto 16), pero las conclusiones fueron todavía más duras para Paco Memo a nivel individual.
«Contrataron a Ochoa para darnos una mano hasta el regreso de (Luigi) Sepe. Es un rol particular y aquí hay jerarquías; Sepe ya tomó su lugar y con razón. Tenemos dos porteros excelentes y si la Juve rota a sus porteros, no sé por qué no podemos nosotros”, dijo Nicola en conferencia de prensa. Hasta el momento, el portero del Tri había jugado un total de seis partidos, en los que recibió un total de 17 goles. Aunque tuvo atajadas que evitaron marcadores todavía más escandalosos, es cierto que Ochoa ha padecido la misma realidad que vivió en clubes como Ajaccio y Granada: recibir muchos goles. Y ahora, con la declaración de su director técnico, también puede revivir otro fantasma.
Ochoa ya sabe lo que es ser suplente en Europa. Lo vivió en el Málaga en 2014. Después de la Copa del Mundo de Brasil, el guardameta mexicano arribó al equipo español con la plena confianza de que sería no solamente titular, sino referente. En el Mundial había sido de los porteros que más reflectores había acaparado, sobre todo por su actuación en el partido ante Brasil. Lo ficharon para llenar el vacío que dejó Willy Caballero, portero argentino que en ese verano se marchó al Manchester City, pero se topó con el camerunés Carlos Kameni, que en los papeles tenía que ser el sustituto de Ochoa.
No fue así. Jamás hubo oportunidad para el nuevo fichaje y Kameni, por su parte, mostró hostilidad hacia Ochoa en cada ocasión que le era posible: «No existe relación alguna entre nosotros, es inexistente. Hubo diálogos profesionales a su llegada. Después del segundo partido ya no me habló, me dijo ‘hola. ¿Qué tengo que hacer?’. Pero sigo trabajando y la vida no se detiene allí. Me llevo muy bien con todos los demás compañeros de equipo, con el personal. Así que no me fijo en ello y hago lo que tengo que hacer», contó Kameni al portal francés So Foot en 2015.
Ochoa apenas pudo jugar como titular hasta marzo de 2016, cuando Kameni se lesionó y le dejó el puesto por dos meses, al final de la temporada. El mexicano se marchó a la temporada siguiente al Granada, en donde sí pudo ser titular, pero descendió (y acumuló dos récords que le pintan de cuerpo entero: portero más goleado en la historia de LaLiga y portero con más atajadas en la historia de un torneo de la Liga). Esos dos años, que debían ser los de la consolidación para Ochoa en Europa, fueron una pesadilla. Incluso en la Selección Nacional tuvo consecuencias, pues aunque Miguel Herrera le dio confianza durante su primer año, el Tuca Ferretti en su periodo de interino prefirió darle la portería a Moisés Muñoz, mientras que Juan Carlos Osorio alternó a Ochoa con Alfredo Talavera y Jesús Corona.
Ya no pudo el portero surgido del América retomar los grandes vuelos en el futbol europeo. Después de Granada, pasó al Standar de Lieja, equipo en el que olvidó el martirio de la parta baja de la tabla, pero siempre en el marco de un futbol menos competitivo, como lo es el de Bélgica. Ahora Ochoa enfrenta lo peor de sus dos infiernos: un equipo que pelea por no descender y la suplencia, a la que no está del todo condenado, porque bien podría alternar el puesto, según las palabras de su entrenador. Pero es un hecho: a sus 37 años no lo ficharon como referente ni salvador, simplemente tenían que llenar un hueco de urgencia. Ahora, que ese hueco está cubierto, Guillermo Ochoa no tiene margen de error.