Desatando su peor imagen de la temporada desde un planteamiento inicial erróneo, con dudas defensivas y una pérdida de identidad que le puso al borde de un ataque de nervios, el Real Madrid superó unos octavos de final de inferioridad ante el Leipzig, haciendo bueno su triunfo de Alemania con un empate tras el gol del alivio de Vinícius y salvado por el travesaño en el último suspiro.
Eligió Ancelotti modificar su sistema en uno de esos días que marcan temporadas y la interpretación de sus jugadores no pudo ser peor. Con la intención de reducir las virtudes del rival, redujo al máximo las suyas. Un Real Madrid anulado en el primer acto. Instalado en la peor de sus versiones desde un dibujo incomprensible. Sólo la falta de acierto en los últimos metros del Leipzig evitó una catástrofe inesperada.
Las nueve paradas de Lunin de Alemania generaron un temor que se impuso a la historia del Real Madrid en la Copa de Europa. Cambió su identidad por protección. Aumentó el músculo en el centro del campo ‘Carletto’ y desde el vigor físico encontró la inconsistencia. Un centro del campo superpoblado y una delantera desguarnecida. Con Bellingham perdido en zona de nadie y Vinícius resignado en banda esperando el balón para jugársela ante el mundo.