Valeria Martínez
Cindy Crawford y Richard Gere fueron una de las ‘power couples’ de Hollywood a principios de los ‘90s. Los fotógrafos los bañaban de ‘flashes’ cada vez que pisaban la calle, llamaban la atención en cada alfombra roja y los medios hacían un festín con sus imágenes. Hasta la revista People los definió como ‘la pareja más sexy’.
Estuvieron casados unos cuatro años, y juntos representaron un fenómeno sin precedentes al unificar el poder mediático de una supermodelo con uno de los galanes más populares del séptimo arte. Aunque el amor no duró para siempre. El tiempo pasó y cada uno rehizo su vida sentimental, felizmente casados y con sus propias familias. Sin embargo, la modelo ahora reflexiona abiertamente sobre aquella relación con un hombre que le llevaba 16 años cuando era una veinteañera, revelando que se “moldeó” para estar a su lado.
La modelo y empresaria de 57 años habla cándidamente sobre su carrera y vida personal en Supermodelos, la serie documental de Apple TV+ de cuatro episodios donde ella, Naomi Campbell, Linda Evangelista y Christy Turlington repasan el fenómeno de las top-models de los ’90. Mujeres que eran el reflejo viviente de belleza y glamour, por encima de Hollywood y sus estrellas. Y en uno de sus episodios recuerda su matrimonio con la estrella de Mujer bonita.
“Al comienzo de una relación, cuando eres una mujer joven, dices: ‘¿Te gusta el béisbol? Me gusta el béisbol. ¿Te gusta mucho el budismo tibetano? Podría estar interesada en eso. Lo intentaré’”, admite haciendo referencia a la religión del actor pero sobre todo, la complacencia e inocencia juvenil que habría jugado un papel esencial en su relación.
«Estás dispuesta a moldearte en torno a quien sea de quien estés enamorada«, continuó.
Cindy y Richard se conocieron en 1988 cuando ella tenía alrededor de 22 años y él era un hombre de 38. Se casaron en Las Vegas en 1991 y se divorciaron en 1995. En aquella época solían rellenar titulares y portadas de revista al tratarse de una pareja que triunfaba cada uno por su cuenta, siendo le representación constante del éxito. Él había conquistado al público femenino como el príncipe de Julia Roberts, mientras ella conquistaba al mundo sin distinción de géneros entre catálogos, pasarelas, comerciales y posados en la revista Playboy.
En realidad, que Cindy Crawford hable de su relación con Richard Gere es algo nuevo. Básicamente porque no suele hacerlo, incluso evitó entrar en detalles en su autobiografía publicada en 2015 porque “quería ser respetuosa”, como dijo a la revista Porter. Solo sugirió hace tiempo que la relación podría haber terminado porque “no pasaban suficiente tiempo juntos”.
Sin embargo, Cindy ahora explica cómo su juventud podría haber derivado en el fin de la relación, al cometer un error típico fruto de la falta de experiencia, al querer “moldearse” para estar con su marido, sin florecer desde un principio siendo ella misma. «Simplemente creo que, para las mujeres, los años veinte son un momento en el que empiezas a ser tú misma, sentir tu propio poder y conectarte con tu fuerza interior», dijo.
«Es difícil cambiar en una relación porque una persona podría haberte aceptado [al principio], y de repente ya no eres el mismo», continuó. «Creo que a los 22 estaba más dispuesta a decir: «Está bien, te seguiré», pero luego empiezas a decir: «No quiero simplemente seguir. A veces quiero liderar y caminar uno al lado del otro”.
Si bien la modelo parece lamentar el rol pasivo que habría vertido a la relación, también celebra que aquella etapa y exposición mediática le permitiera tomar nuevos rumbos profesionales. “Él era mayor así que estaba en círculos diferentes y ya no hacía las mismas cosas en la moda”, explica. “Tomé más control sobre mi carrera”. Y así fue presentando un programa para MTV, apareciendo en videoclips de George Michael y Jon Bon Jovi, haciendo comerciales legendarios para Pepsi, videos de entrenamientos en casa y… cambiando la historia de la moda en Hollywood.
Porque si Cindy Crawford dejó huella en la industria del cine durante sus años acompañando a Richard Gere, no fue por Atracción explosiva, su bochornosa película con William Baldwin, sino la declaración de intenciones que plantó en los premios Oscar de 1991 con su vestido rojo de Gianni Versace.
Cindy acompañó a Gere en la 63 ceremonia de los premios de la Academia poco después de la boda, apareciendo con un vestido de alta costura que se robó todas las miradas. No solamente por el diseño o belleza de la modelo, sino porque Hollywood se había desasociado del glamour y la imagen de la época dorada.
Y es porque existía una noción (bastante retrógrada) de que a las actrices no se las podía tomar en serio si desplegaban demasiado glamour. Existen varios ejemplos, como Julia Roberts llevando un traje holgado el día que ganó el Globo de Oro por Magnolias de acero en 1990.
O sin nada de maquillaje o peinados de gala. Era una época en donde las actrices mantenían cierto halo de sencillez sobre la alfombra roja. Nada que ver con la época de Marilyn Monroe y Elizabeth Taylor, o la que vivimos ahora en donde no pisan un evento sin haber pasado primero por las manos de un ‘glam team’.
Pero Cindy lo cambió todo esa noche. «Si voy a ir a los Oscar, será mejor que sea una maldita supermodelo», recordó haber pensado en ese momento. «Cuando me presenté con ese vestido rojo, creo que fue un poco como: ‘Guau, la moda ha vuelto a los Oscar'».
En resumen, aunque Cindy Crawford cometiera el error juvenil de “moldearse” por su relación con un hombre mayor que ella, supo reconocer el problema, reflexionar y seguir adelante.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.