Está considerada como una pionera del séptimo arte y una de las directoras más controvertidas por sus aportes a la maquinaria propagandística del nazismo
Murió el 8 de septiembre de 2003, 58 años después de la caída del Tercer Reich con el fin de la Segunda Guerra Mundial. Tenía 101 años. Apenas unos días antes de fallecer, la conocida como la directora de Hitler presentó su último trabajo cinematográfico en la ciudad española de Sevilla. Un documental sobre el pueblo nuba de Sudán con el que Leni Riefenstahl volvió a demostrar por qué era un referente en la industria del cine. No dejó nunca de trabajar detrás de las cámaras, su gran pasión. Una posición privilegiada desde la que ensalzó el ideario genocida nazi y su catálogo de falsedades sobre la superioridad de la raza aria. De su mente brillante y tan cuestionada nacieron obras maestras como ‘El triunfo de la voluntad’ (1935), sobre el congreso del partido nacionalsocialista celebrado en Núremberg en 1934, y ‘Olympia’ (1938). Esta última, una auténtica oda de los Juegos Olímpicos celebrados en Berlín en 1936 y primer largometraje jamás concebido sobre la cita olímpica.
‘Olympia’ está considerada como una de las cien mejores películas de todos los tiempos por ‘The Times’ y ‘The Guardian’ debido a las revolucionarias técnicas audiovisuales que empleó Riefenstahl para su elaboración. Técnicas como los ángulos de cámara picados y los contrapicados, los primeros planos extremos o la innovadora idea de situar una cámara fija en el estadio para captar la reacción del público. El valor artístico de la cinta de la cineasta alemana sentó las bases para el desarrollo posterior de la industria cinematográfica tanto en Europa como en Estados Unidos.
De esta mujer adelantada a su tiempo en lo que a su trabajo se refiere se dijo que fue la musa del Führer y una de las grandes depositarias de su confianza plena. El dictador quedó rendido a sus pies tras visionar su opera prima, ‘La Luz azul’, con la que ganó la medalla de plata en el Festival de cine de Venecia. Numerosos documentos gráficos que han trascendido hasta nuestros días dan fe de la buena relación que se fraguó entre ellos. Riefenstahl le describió como “una persona extremadamente simpática”. En contrapartida, Hitler le permitió una libertad absoluta a la hora de desarrollar su arte.
Tras el desmantelamiento del Tercer Reich, la directora alemana trató de desvincularse del genocida con una fórmula exculpatoria que convenció a pocos. Según su testimonio, ella solo se encargaba de filmar y nunca le interesó la política. Llegó incluso a decir que desconocía la existencia de los campos de concentración y que nunca se paró a pensar en el efecto que tenía en el público, sobre todo en el alemán, las imágenes que grababa. Cabe subrayar que Riefenstahl nunca fue condenada por crímenes de guerra ni como cooperante necesaria del nazismo ni ningún otro delito de lesa humanidad. Un hecho que es de justicia señalar, pero que no la exime de su papel clave en la propagación del aparato simbólico de una ideología totalitaria como pocas que acabó con la vida de millones de personas y cuyas consecuencias monstruosas han trascendido a nuestros días.
Tras el derrumbe del nazismo, Leni Riefestahl reformuló su trayectoria a raíz de su recién estrenada fascinación con África. Viajó en numerosas ocasiones al continente donde se dedicó a grabar las diferentes formas de vida de las tribus autóctonas. En especial, los nuba de Sudán. Tal fue su idilio con estas comunidades que, en 1974, el presidente del país, Yaafar al-Numeiry, le concedió la nacionalidad sudanesa. Toda una paradoja… Su personalidad aventurera la llevó a sacarse la licencia de submarinismo a los 72 años, a tirarse en paracaídas a los 90 y casarse a los 101 años con el camarógrafo Horst Kettner, 42 años menor que ella y con el que llevaba algo más de tres décadas de sólida relación. El matrimonio apenas duró 17 días debido a la repentina muerte de la directora de cine.
Leni Riefenstahl fue una mujer de pasiones extremas y odios. Los mismos que despertó su figura y su legado. Para muchos, una obra maestra irrepetible y, para tantos otros, una apología atroz e insalvable de uno de los periodos más siniestros de la historia de la humanidad. A cada cual su condena.