**Pinturas con más de 600 años de antigüedad, tesoro invaluable de los chihuahuenses. **Es el mayor mural prehispánico conocido en el norte de México.
La Crónica de Chihuahua
Por Froilán Meza Rivera
Chihuahua, Chih.- Enclavadas en el municipio de Chihuahua, las cuevas de Las Monas constituyen lo que quizá es el conjunto más grande y complejo del arte rupestre de las culturas anteriores a la colonización europea.
A la distancia de 500, 600 años o tal vez más, asombra al visitante la descripción de un fragmento de esta obra de arte de los desaparecidos indios conchos: «El grupo está compuesto básicamente por cuatro figuritas de hombre de pequeñas dimensiones, de color rojo, que muestran sus brazos abiertos en jarras y con los pies separados, el segundo de izquierda a derecha porta un objeto más o menos ovalado en la mano izquierda que quizás sea la estilización de un pescado».
Indudablemente, se trata de una riqueza monumental, a juicio del arqueólogo Arturo Guevara Sánchez, autor de un trabajo que describe el sitio y quien dio a conocer las cuevas al público. En Las Monas se conjuntan pinturas elaboradas antes de la llegada de los españoles y otras, que se realizaron en plena Conquista, según su descubridor, quien escribió el folleto titulado «Algunos sitios arqueológicos en proceso de transculturación del centro del estado de Chihuahua».
Las pinturas sobre las rocas son muy numerosas y para elaborarlas, los artistas utilizaron pigmentos de varios colores, aunque destacan el negro, el rojo y el blanco. Estas paredes pintadas están sufriendo un serio deterioro debido, principalmente, a la acción destructora de los visitantes vándalos, a los elementos naturales, y en algunos casos, a que las avispas han fabricado panales sobre ellas.
Las Cuevas de las Monas son una serie de pequeñas cuevas situadas en un paraje que se encuentra a 17 kilómetros al poniente del kilómetro 38 de la carretera Panamericana. Ahí existen vestigios de ocupación humana indígena previa a la Conquista, tales como restos de alfarería y de herramientas de piedra que localizó Guevara.
En otro sitio relacionado con esta cultura, en las inmediaciones de Las Monas, el reportero localizó hace dos años un paredón rocoso llamado provisionalmente «Punta de Agua I», en donde estuvo localizado un taller prehispánico de herramientas de piedra, para lo que los indígenas utilizaban una especie de piedra vidriosa de color guinda, igual a los fragmentos que se ven en las cuevas de las pinturas.
En Las Monas hay un gran número de pinturas y dibujos, algunos de ellos inquietantes y reveladores, como el hombre de la cruz. En el Grupo 13, Arturo Guevara lo describe: se trata de «un personaje de grandes dimensiones», de 1.06 metros de altura, de color blanco delimitado con una gruesa línea roja.
El hombre porta lo que parece ser una capa larga y presenta el brazo derecho doblado hacia fuera del cuerpo. Sostiene con la mano izquierda lo que parece ser una cruz procesional («una versión muy estilizada de la cruz de Jerusalem», dice Guevara), la que fue símbolo de la Orden de San Francisco. «Del brazo derecho de la cruz se desprende una línea de puntos blancos que posiblemente sean la representación de un rosario».
Éstas y otras de las figuras fueron hechas, indudablemente, en fechas posteriores a la colonización de los españoles, y fueron pintadas en algunos casos encima de otros diseños anteriores.
Las Cuevas de las Monas son, como las llama el arqueólogo, vestigios de una época en la que se empalmaron dos culturas: la de los indios conchos originales del Centro y Sur de Chihuahua, y la de los mismos conchos en pleno proceso de asimilación a la cultura judeocristiana de los españoles.