Los bosques de Chihuahua fueron escenario de una extraña aparición, donde se dice que la Virgen sanó las dolencias de un anciano
Gabriela Hinojos |
Se cuenta que en los profundos bosques de Majalca, Chihuahua, ocurrieron en un pasado no muy lejano, hechos increíbles que hoy se considerarían como meros relatos fantásticos, uno de ellos causó tal impresión entre los habitantes del lugar, que al día de hoy, se sigue recordando como la leyenda de «la Virgen de Namiquipa».
La leyenda narra que un anciano habitante de estos bellos parajes, a quien se le conoce solamente como «Juan», que en aquel momento contaba con 75 años de edad, salía desde muy temprano al monte con el propósito de cuidar el ganado, regresando hasta tres días después a la ranchería donde habitaba con su hijo y su nuera.
A sus 75 años de edad, Juan era obligado a trabajar en el monte para desquitar los gastos de su manutención. Foto: Pixabay
No obstante, muchos consideraban a la familia de «Juan» como unos desconsiderados con el adulto mayor, quien a pesar de su edad avanzada, era obligado a desempeñar esta ruda labor para desquitar su manutención, sin importarles que el viejo fuera medio sordo y casi ciego, además de padecer artritis y otras dolencias. Aún así, el anciano resignado prefería realizar este trabajo en el campo, antes de estar cerca de sus familiares, debido a los malos tratos que de ellos recibía.
Una extraña mujer hace su aparición en el bosque
Un buen día en que Juan caminaba por la sierra en busca de sus animales, llegó por casualidad al sitio conocido como «Ojo del Chuchupaste», un manantial del que brotaban frescas y cristalinas aguas. Por lo que el pobre viejo no dudó ni por un instante en tomarse un breve descanso en aquel lugar, encendiendo una fogata y calentando sus alimentos.
Al terminar su humilde almuerzo, se hincó junto a las rocas para beber un poco de aquella agua increíblemente limpia, que emanaba de las entrañas mismas de la tierra; sin embargo, al disfrutar del fresco líquido, vio reflejada en la superficie del agua, la figura de una rubia y angelical mujer, de bello rostro y profundos ojos azules, que despedía un brillo celestial, por lo que Juan dio por hecho que se trataba de la mismísima Virgen María.
Presa del asombro, Juan dio por hecho que aquella hermosa mujer era la mismísima Virgen María. Foto: Pixabay
Presa del asombro y sin dar crédito a sus ojos, Juan solamente atinó a darle las gracias a aquella misteriosa mujer por permitirle contemplar su grata belleza; «Concédeme salud», pidió el pobre anciano, esperando que la Virgen respondiera a sus peticiones.
«Toma un vaso con agua y me lo prestas», le contestó la figura, lo cual él no dudó en desobedecer. Tomó una vieja lata oxidada (el único recipiente que pudo encontrar en aquél lugar) y, llenándolo con agua del manantial, se lo entregó a la mujer.
Ella cubrió el líquido brevemente con su mano derecha y se lo devolvió a Juan; «Toma, bébelo todo», le ordenó con una dulce voz que resonaba como el cristal.
Obediente, el anciano bebió todo el líquido y de inmediato se quedó dormido, presa de una inesperada somnolencia.
Juan despierta sintiéndose 10 años más joven
Al despertar luego de algunas horas, lo primero que notó el abuelo, era que sus sentidos mejoraron notablemente y su artritis había desaparecido, ahora incluso podía escuchar a lo lejos el suave murmullo del arroyo y el canto de las aves. Se sentía más vigoroso que nunca.
Sin pensarlo dos veces, se incorporó ágilmente y regresó al rancho,sin hacer ningún comentario a su familia; sin embargo, su nuera inmediatamente lo notó más joven y revitalizado, pareciéndole extraño; «¿No notas a tu padre como si hubiera quitado algunos años de encima?», preguntó ésta a su esposo.
Intrigado, el hijo de Juan respondió afirmativamente a su mujer, que su padre lucía mucho más joven y sanado.
Los meses fueron pasando y la salud de Juan no desmejoraba, por lo que la duda entre su hijo y nuera crecía cada vez más. Pronto, aquel señor de 75 años tenía la fuerza de un hombre de 50, para lo cual no hallaban explicación.
Le insistieron al anciano para que explicara el motivo de esa transformación, creyendo que se trataba de brujería u obra del demonio. Al no obtener respuesta, decidieron llevar al sacerdote del pueblo para que Juan confesara.
Presa de su fervor cristiano e incapaz de mentir al cura, el viejo contó su increíble anécdota con lujo de detalles, lo que emocionó enormemente a aquel ministro de Dios; «Amigos míos, les comunico con gran alegría que la santísima Virgen María, nuestra madre, ha hecho su aparición en el ‘Ojo del Chuchupaste’, bendiciendo a Juan con salud y juventud. Para celebrarlo, hagamos una procesión mañana mismo hasta ese santísimo lugar».
Con gran devoción acuden en busca de la Virgen
Llevando flores y veladoras, los vecinos llenos de fe iniciaron la caminata con Juan y el Sacerdote por delante. Entre rezos y alabanzas llegaron hasta el manantial y se hincaron fervorosamente, pidiendo a la Virgen María que los sanara de sus enfermedades.
Entre rezos y alabanzas la procesión llegó al manantial, pero la Virgen no apareció. Foto: Pixabay
Estuvieron allí durante quince largos días en espera del susodicho milagro; no obstante, la mujer jamás apareció, por lo que volvieron a sus casas sintiéndose tristes y decepcionados, dejaron por la paz el tema de la santa aparición.
Temiendo que la fe en aquel pueblo se quebrantara, el sacerdote solicitó la construcción de una capilla en aquel lugar, a lo que los vecinos en un principio se negaron. Acudiendo por su cuenta a donde el anciano para interrogarlo, en busca de respuestas.Tras mucha insistencia, el cura logró finalmente logró que se erigiera una pequeña ermita dedicada a Santa Lucía, ya que Juan aseguró que la mística figura se manifestó un 31 de diciembre, día consagrado a esta piadosa mujer. Por lo que hasta nuestros días, se dice que los leñadores que habitan en aquellos caminos, continúan llevando sus ofrendas a la capilla, en la que es posible observar monedas y la imagen de una mujer con los ojos en un plato.