el primer estudio sobre la interacción entre pérdida de hábitat tropical y cambio climático mundial durante una década
PARÍS. La deforestación tropical galopante, combinada con los cambios climáticos, impide a las especies salvajes desplazarse hacia climas más frescos, aumentando el riesgo de extinción que pesa sobre ellas, alertaron investigadores.
Menos de dos quintas partes de los bosques de América Latina, Asia y Africa facilitan a los animales y a las plantas escapar a los aumentos de temperatura potencialmente intolerables, subrayan en la revista Nature Climate Change.
«La desaparición de bosques tropicales entre 2000 y 2012 condujo a la pérdida de una extensión superior al tamaño de la India que protegía a las especies del cambio climático», advierte Rebecca Senior, de la universidad de Sheffield.
«No sólo la pérdida de bosque suprime su hábitat sino que hace más difícil el desplazamiento de las especies», afirman.
La ausencia de vías que posibiliten a los animales migrar hacia hábitats más frescos significa que el calentamiento «causará la extinción de las especies vulnerables en el plano nacional y mundial».
Al ritmo actual del cambio climático, los animales y plantas tropicales, inclusive aunque logren desplazarse a zonas más frescas, podrían en promedio estar expuestas en 2070 a un medio ambiente 2.7°C más caluroso que durante la segunda mitad del siglo XX, según el estudio.
En una perspectiva más favorable en la que la humanidad lograra limitar el calentamiento climático planetario en 2°C con relación al inicio de la era industrial -perspectiva cada vez más improbable-, las especies de las regiones tropicales sufrirían un alza de 0.8°C en 2070.
El Acuerdo de París sobre el clima de 2015 pide a las naciones mantener el calentamiento «bien por debajo» de 2°C.
El aumento de un solo grado desde la Revolución Industrial ya reforzó la frecuencia e intensidad de las olas de calor, las sequías y las tormentas tropicales.
Durante los anteriores cambios climáticos, las especies animales y vegetales subieron o bajaron de las montañas, se acercaron o alejaron de los polos, o fueron hacia aguas más frías o más cálidas.
Pero esos cambios raramente fueron tan rápidos como el actual y nunca estuvieron combinados con una fragmentación extrema del hábitat, indica el estudio.
Unas 550 especies -de las cuales más de la mitad ya están amenazadas de extinción- figuran en la lista de especies vulnerables a la sequía y las temperaturas extremas, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Entre ellas se encuentran mamíferos como el mono aullador de manos rojas, los jaguares y las nutrias gigantes.