La solidaridad cotidiana de los trabajadores se expresa en maneras monumentales
Por Froilán Meza Rivera
** En el ejido Caridad Guerrero, de Tacotalpa, Tabasco, la Secretaría de la Marina destinó un helicóptero para llevar las despensas que envió a los pobladores el Movimiento Antorchista, ante la pérdida de un puente por las inundaciones y la incomunicación que sufren desde hace dos meses.
Tacotalpa, Tabasco.- “Ah, diantre, compadre, cáite con el refresco, ¿o eres tan tacaño que no comes huevo por no tirar la cáscara?” Sonrisas, piquetes de ombligo, fintas y gestos del interlocutor, quien termina por compartir la botella. El marcado acento del Sureste, alto, claro e inevitable cambiador de las eses por jotas suaves; el tono festivo y de guasa, tan de la ocasión, y el propio semblante relajado de la gente, daban realce a lo que se estaba viviendo en el momento, porque a esas alturas, los pobladores ya se habían puesto alegres. Y no era para menos. Éste era ya el tercero y último viaje que realizaba el helicóptero de la Secretaría de la Marina con provisiones: agua embotellada y comida, principalmente, algo de lo que carecieron durante por lo menos los dos meses que ya tenían incomunicados en el Ejido Caridad Guerrero. El desbordamiento del río Oxolotán destruyó su puente colgante, el único con el que contaban y que, ya una vez que la corriente lo desplomó, se quedaron sin oportunidad de pasar al otro lado. Sin comida, sin combustible, sin medicina, ni nada.
Para describir ese momento faltan palabras, faltan expresiones certeras. El sentimiento que provoca este escenario, la llegada del pájaro de metal, la gigantesca libélula cargada en su vientre de vida y de esperanzas, no se puede traducir en los términos exactos que describan un acontecimiento de épicas proporciones. “Épicas”. ¡Me lleva! ¡De repente ya estoy usando los lugares comunes de la crónica deportiva vulgar! Pero épico es aquello relativo a la epopeya o a la poesía heroica, y así quisiera alcanzar a escribir algún día, para que la crónica no sea pasada de largo por la mirada del lector que se desencanta por la pobreza del lenguaje.
Ya bien lo dijo alguien en un día parecido a éste, que: “Nomás entrar a la catedral, feligreses y visitantes sienten de golpe la influencia del lugar y los subyuga la atmósfera contenida en sus formas de piedra. Bien dicen que las catedrales, sean góticas o barrocas, están hechas fuera de toda medida, a una escala que no es humana. En un sentido, las inmensas catedrales cumplen a la perfección con la encomienda que les asignaron sus arquitectos, de empequeñecer al hombre, una especie de intento por hacerlo sentir como un insecto”. Pues así mismo se sintió acá.
La escala de este acontecimiento, tan mundana, tan de humanos de carne y hueso, no dejó de hacernos sentir fuertes latidos en el pecho, y yo sostengo que no sólo no faltaron lágrimas entre los presentes: tan explicables porque el arribo del auxilio debió ser agradable y placentero cuan conmovedor; pero yo vi y sentí -lo juro- lágrimas derramadas en otros que miraron el video en lejanías tan largas como de un extremo a otro de esta patria tan extensa.
LLEGÓ LA LIBÉLULA DE ACERO
¿El hecho? ¿Qué fue lo que sucedió acá?
El hecho fue el descenso de un helicóptero de la Secretaría de la Marina en un terreno llano en medio del bosque. La gente del poblado (son 150 familias) se organizó de inmediato y con enormes expectativas, para formar una fila larga de uno en fondo, para acarrear, pasándolas de mano en
mano, las despensas que se iban descargando de la aeronave, y subirlas al altozano en donde se ubica el pequeño núcleo urbano. En medio de la catástrofe de las inundaciones que han azotado a este estado del Sureste mexicano, el ejido Caridad Guerrero, del municipio de Tacotalpa, Tabasco, se quedó incomunicado al haberse caído sin remedio el puente, su única salida y entrada. Sin embargo, se debe destacar que, de ninguna manera, estas personas se quedaron con los brazos cruzados porque, al enfrentar la limitación de no poder cruzar el río para salir a la carretera que conduce a la cabecera municipal, las autoridades intentaron habilitar un sistema de poleas y arneses, además de una lancha, para cruzar a las personas, aunque estos mecanismos fueron insuficientes.
El transporte de los bastimentos lo realizó de manera generosa y desinteresada, en tres descensos, personal militar a bordo de un helicóptero del tipo Cougar propiedad de la Marina Armada de México, un aparato majestuoso de los que, de hecho, se están fabricando en México desde 2013 en una planta armadora de Querétaro, merced a una transferencia tecnológica que le hizo al país la empresa Airbus Helicopters.
FRUTOS DE LA CAMPAÑA DE ANTORCHA
Como parte de la campaña nacional que emprendió el Movimiento Antorchista para recabar alimentos, medicina, agua purificada, latería, artículos de limpieza y ropa y calzado en buen estado, se establecieron centros de acopio en las capitales de los 32 estados y en muchas otras ciudades de la república, que serán llevados (de hecho, ya ha habido cargamentos que se han hecho llegar a diversos poblados y sectores afectados en la zona del desastre) a Tabasco. En este marco se inscribe el envío a Caridad Guerrero.
Los ejidatarios y sus familias completas acá, se desbordaron entusiastamente en organización, en orden y alegre colaboración mutua. Al final de la operación, hubo numerosas muestras de agradecimiento hacia los elementos de la Marina Armada de México, que tan bien se portaron. “Gracias, Antorcha, gracias por esta ayuda”, se escuchó también y se vio en los testimonios grabados en video, de personas que apreciaron los esfuerzos de sus iguales, los trabajadores del país, de la clase obrera en acción, por hacerles llegar el preciado apoyo.
El hecho noticioso que tuvimos ante nuestros ojos, es digno de ser objeto de más amplia difusión, porque algo así, en estos tiempos, en esta contingencia por las inundaciones, no se ha manejado en su verdadera magnitud, ni por la prensa local de Tabasco, que tiene en gran medida las manos amarradas, pero mucho menos por la prensa nacional que, por una mala y reiterada costumbre, omite todo tipo de hechos importantes que no ocurran en las grandes urbes. Para el antorchismo nacional, sin embargo, el hecho tiene una importancia crucial, y aunque tal vez no sea la noticia más importante, sí es una de las más sobresalientes, si la enmarcamos dentro de la presente campaña nacional de solidaridad para con los afectados por las inundaciones. Esto, por supuesto, no quiere decir que no existan otros acontecimientos igual de dignos de ser ponderados, que por cierto suceden todos los días en las filas de Antorcha en esta campaña, así como en la lucha “gris y cotidiana”. Y destaco -sólo por poner un único ejemplo de fuera del estado- el esfuerzo que han hecho en el municipio modelo de Chimalhuacán con sus acopios y los envíos de víveres hacia la zona del desastre.
EL PUEBLO SIEMPRE HA SIDO EL HÉROE
Pero es nuestro deber como periodistas, tomar estos hechos cotidianos y elevarlos ante los ojos de los lectores al nivel humano que les corresponde, hacerles saber que la lucha por construir una
patria mejor, está pletórica a cada paso de cosas magníficas. Cosas que, por cierto, son impensables por completo dentro de las mentalidades estrechas del individualismo burgués tan en boga. Los comunicadores y opinadores de la prensa nacional suelen admirarse cuando les toca presenciar, por ejemplo, cosas tales como la cooperación que ha surgido para el rescate de víctimas entre los escombros de edificios derrumbados durante los temblores. Se quedan pasmados como si eso fuera cosa de otro mundo, igual que si fueran maravillas extraordinarias. Pero al respecto, les traigo la cita de una reflexión del ingeniero Omar Carreón Abud publicada en aquellos días aciagos que siguieron a la desgracia del sismo de septiembre de 2017; en ese entonces, los medios de información de la burguesía inventaban, con fines de manipulación y con hipócrita admiración, supuestos “brotes” y “renacimientos” de heroísmo entre el pueblo:
“¿De qué se admiran? –Dice el ingeniero Carreón.- ¿Cuál es la novedad? El pueblo siempre ha sido el héroe, siempre el que produce, construye, lleva el agua y da de comer. Sólo que en los días ordinarios está oculto, silencioso, anónimo, desdeñado en las fábricas, en los talleres, en las parcelas, en las bodegas, en las cocinas, en las cabinas de los transportes o vendiendo arrinconado en las banquetas. Nada cambia que ahora su labor colosal irrumpa, salga a la calle y haga presencia en multitudes abarcándolo todo, en nuevas y duras circunstancias, y torne a ocuparse del consuelo, del cobijo, del agua, del alimento, de la vida, de todo. Eso lo ha hecho siempre.”
¿DESGRACIAS INEVITABLES?
Por último, hay que destacar el otro hecho, igual de importante, de que estos desastres, si bien son de origen natural, son perfectamente evitables con todos los recursos tecnológicos a disposición de los países en estos tiempos, e igualmente en lo que se refiere al financiamiento de las obras pertinentes. Destacar que la burguesía gobernante -incluido por supuesto el gobierno de la llamada 4ª Transformación del tabasqueño López Obrador- ha tenido en sus manos la solución a esta problemática que, en lapsos de más o menos cada cinco años, sumerge a los pobres en la misma catástrofe de las inundaciones. Decir, en el sentido de las palabras del Maestro en Ciencias Abel Pérez Zamorano en su artículo Tabasco, la tragedia de un pueblo abandonado: “Para que la gente no enfrente, cada año, inundaciones como las de 2020, en Tabasco se necesita construir cárcamos, realizar dragado de ríos, instalar diques para retener agua, elaborar un Atlas de Riesgo para reubicar a la gente susceptible de perder su vivienda y otorgarle financiamiento para que adquiera otra en un lugar más seguro, etcétera. Pero en lugar de este tipo de soluciones, el actual gobierno, igual que los anteriores, se limita a manipular a la gente con discursos demagógicos y a ejecutar acciones paliativas o anestésicas que dejan al pueblo humilde y desprotegido en la misma condición de siempre.”
Debo subrayar, establecer, que de estos hechos se deben sacar conclusiones, y no encuentro otra mejor que “Sólo el pueblo ayuda al pueblo”. Sin duda.