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Matías Recalt, quien da vida a Roberto Canessa, uno de los sobrevivientes del accidente de aviación de los Andes inmortalizado en la superproducción, se llevó el único premio actoral al que optaba la cinta, el de actor revelación.
El argentino agradeció el premio “a mis amigos de la montaña (…), a los sobrevivientes de los Andes, a los que no volvieron y a los familiares (…) por dejarnos contar esta historia”.
La película de Bayona —rodada entre España, Uruguay y Argentina y que según el director han visto más de 150 millones de personas en todo el mundo a través de la plataforma de streaming Netflix— se impuso en todas las categorías técnicas, desde sonido hasta dirección de arte, montaje, efectos especiales o maquillaje y peluquería, cuyo equipo también opta al Oscar.
David Verdaguer y Malena Alterio fueron reconocidos por su papel protagonista en “Saben aquell” y “Que nadie duerma”, respectivamente.
Recalt, que mandó un “abrazo muy grande a mi país, que está pasando un momento muy delicado”, en referencia a la llegada de Javier Milei a la presidencia, se sumó al tono reivindicativo de la noche.
La primera en hacerlo, nada más empezar la noche, fue una de las conductoras de la gala, la actriz Ana Belén, quien abordó la reciente polémica que salpica al cine español por las denuncias de acoso sexual contra dos directores que se hicieron públicas en las últimas semanas.
“Es urgente que todos exijamos certezas de igualdad. Eso pasa por condenar todos los abusos y la violencia sexual, y por revisar de manera profunda las estructuras que lo permiten. Aquí, en el cine, también se acabó”, agregó, utilizando el lema que popularizaron las futbolistas de la selección española de fútbol luego de que su victoria en la Copa Mundial quedó eclipsada por un beso no consentido a la jugadora Jenni Hermoso.
En el primer año con mayoría de mujeres nominadas a los premios, un 61%, el “Se acabó” fue el mensaje más repetido de la noche: desde la interpretación de la canción del mismo nombre popularizada por la fallecida María Jiménez, en las voces de Niña Pastori, María José Llergó e India Martínez, al discurso de Susi Sánchez, vicepresidenta de la Academia.
Sánchez pidió “un futuro donde la igualdad sea la norma y no la excepción (…) Queremos espacios de respeto e igualdad en nuestra profesión y en cualquier otro ámbito de la sociedad. Se acabó el abuso de poder y la violencia contra las mujeres”.
Estibaliz Urresola Solaguren, que partía como la gran favorita de la noche con las 15 nominaciones que recibió su ópera prima por “20.000 especies de abejas” se impuso en las categorías de mejor dirección novel y mejor guion original por una cinta que narra el verano en el que Lucía se presenta como una niña transgénero ante su familia.
La película chilena “La memoria infinita”, donde Maite Alberdi relata cómo la pareja formada por Augusto y Paulina afronta el diagnóstico de Alzheimer de él, se llevó el premio a la mejor película iberoamericana en vísperas de medirse a Bayona en la pugna por el Oscar a mejor largometraje internacional.
Otra de las cintas presentes en los premios de la Academia estadounidense, la francesa “Anatomía de una caída”, de Justine Triet, se alzó con el galardón a la mejor cinta europea del año.
Otro de los triunfadores de la noche fue Pablo Berger, que optará al Oscar a mejor película de animación se impuso en la misma categoría en los Goya con “Robot Dreams” en su primera incursión en el género, además de llevarse el premio al mejor guion adaptado por su trabajo con la novela gráfica homónima de Sara Varon.
Berger quiso acordarse del “público que ha comprado su entrada y ha ido al cine a ver Robot Dreams, porque Robot Dreams solo está en el cine. Larga vida al cine en los cines”.
Al recoger su Goya Internacional, la estadounidense Sigourney Weaver destacó que a lo largo de su carrera su afán ha sido encontrar historias que enseñen a las mujeres lo poderosas que son. Con un discurso entremezclando inglés y español, dio las gracias a María Luisa Solá, la actriz que la ha doblado en más de 30 películas desde “Alien”.
Con más de 90 años de carrera a sus espaldas, el veterano director de fotografía, restaurador fílmico e investigador Juan Mariné, de 103 años, recibió el Goya de Honor.