Keanu Reeves se encuentra de manteles largos debido a que este jueves cumple sus 57 años de edad con grandes proyectos cinematográficos bajo la manga.
El querido histrión canadiense se ha ganado el corazón de quienes lo han visto crecer frente a la pantalla, no solo por sus personajes, sino también por la humildad con la que se desenvuelve dentro y fuera de esta.
Desde sus inicios en la industria, el actor nacido en Líbano ha demostrado ser una estrella reluciente en Hollywood, y estás son algunas películas que lo demuestran: Relaciones Peligrosas (Stephen Frears, 1988)
El vodevil estilo Luis XVI más aristocrático que se recuerda contaba con un Keanu Reeves interpretando a “Raphael Danceny”, un inocentón profesor de arpa. Keanu quedaba eclipsado por titanes de la interpretación en lo mejor de su carrera como Michelle Pfeiffer, Glenn Close y John Malkovich. La magnífica aventura de Bill y Ted (Stephen Herek, 1989)
La primera gran película como protagonista de Keanu Reeves. Era una especie de versión instituto de El ministerio del tiempo, con dos cenutrios cateadores que debían viajar al pasado y encontrarse con toda una serie de celebridades históricas (Freud, Juana de Arco, Napoleón Bonaparte) para arreglar el futuro. Circuló mucho entre la juventud aficionada a los cigarritos de la risa. De pura disparatada tiene su encanto y, por lo menos, lanzó al estrellato a Keanu. Idaho: el camino de mis sueños (Gus Van Sant, 1991)
Si después de Bill y Ted alguien pensaba que Reeves iba a ser un caricato estaba muy equivocado, aunque a Keanu le costara cuatro años demostrarlo. La cinta de Van Sant, libre adaptación de Enrique IV de Shakespeare, fue un hito en la representación de la homosexualidad en la gran pantalla y una de esas películas que no pueden faltar en la lista de lo mejor de los noventa. La historia de amor y amistad entre los chaperos interpretados por Keanu y el difunto River Phoenix pone los pelos de punta solo con recordarla. Keanu era “Scott”, el rebelde que solo quería fastidiar a su familia. Punto de quiebre (Kathryn Bigelow, 1991)
Como indica el título, a Patrick Swayze le llaman “Bodhi” en este filme. Pero el protagonista absoluto es un Keanu Reeves al que nombran “Utah”. Es una película de lo más curiosa que se ajusta como un guante al cine con el que se identifica a Reeves: coquetea inquietantemente con lo hortera (esos surfistas peliteñidos), lo pedante (con constantes líneas de diálogos sacadas de los mismos libros que lee Paulo Coelho) y la exuberancia física (tanto Swayze como Reeves insistieron en rodar sus propias escenas subidos a una tabla de surf). Y, sin embargo, funciona. Una cinta definitoria del nuevo tipo de masculinidad que encarnará el actor. Drácula, de Bram Stoker (Francis Ford Coppola, 1992)
Para Keanu fue un bofetón a mano abierta. Coppola insistió en juntar a dos de los grandes iconos de la Generación X, Keanu Reeves y Winona Ryder, en su adaptación del vampiro eterno. La crítica anglosajona afiló los colmillos y le hincó el diente a su encarnación de “Jonathan Harker”. ¿Su gran pecado? Impostar un acento británico. Hoy, con el tiempo recorrido, no se puede negar que Coppola tenía razón: Keanu y Winona hacían una pareja encantadoramente carismática. Máxima velocidad (Jan de Bont, 1994)
Tras el desastre de Drácula, y cuando nadie daba un duro por él, Keanu resucitó. De nuevo, el cine de acción vino en su ayuda. En esta ocasión se trató de una modesta producción en la que Sandra Bullock tenía que pisar el acelerador de un autobús si no quería que se activara una bomba adosada a sus bajos. Reeves era el policía encargado de desactivar el artefacto… y hacer estallar la adrenalina. Sandra y Keanu volverían a reencontrarse en La casa del lago, pero la química no volvió a funcionar en taquilla. Uno de los grandes negocios en relación coste-beneficio del cine de los noventa. Un paseo por las nubes (Alfonso Arau, 1995)
Es probable que ni Keanu se acuerde de esta película que, sin embargo, siempre tendrá un huequito en el corazón de muchos de los que la vieron. ¿Cómo olvidar este intento de hacer una segunda parte de Como agua para chocolate en el que Keanu retozaba con Aitana Sánchez-Gijón entre viñedos? ¿Cómo olvidar a Aitana haciendo de campesina mexicana?.El abogado del diablo (Taylor Hackford, 1997)
La crítica se ensañó con este thriller esotérico, pero lo cierto es que al público le encantó y situó a Keanu en el club de los actores que podían pedir 10 millones de dólares por filme. Como en Las amistades peligrosas, era un abogado panoli con el que jugueteaba todo un veterano maléfico como Al Pacino. Fue su primer trabajo junto a Charlize Theron. Pronto se reencontrarían. Trilogía Matrix (Hermanas Wachowski, 1999 y 2003)
Un antes y un después en la carrera de Keanu Reeves tras protagonizar esta distopía en donde interpreta a “Neo”, el mesías de la era cibernética, supuso cuatro meses de duro entrenamiento físico. Su gabardina negra y sus gafas de sol se convirtieron en un icono universal. Sweet November (Pat O’Connor, 2001)
Charlize Theron le descubre al estresado publicista interpretado por Keanu las cosas importantes de la vida. La clásica historia de amor imposible porque ella tiene cáncer. Alguien tiene que ceder (Nancy Meyes, 2003)
Pocos sex symbols se habrían atrevido a hacer lo que Keanu en esta comedia que cuestionaba el papel de las actrices en Hollywood. Aquí, el actor cae perdidamente enamorado de una mujer mucho mayor que él interpretada por Diane Keaton. No solo eso: cuando descubre que no es correspondido se aparta discretamente para permitir la felicidad de Keaton. Trilogía John Wick (2014, 2017, 2019)
Después de una temporada de descanso, Keanu regresó por todo lo alto con esta trilogía sobre un asesino a sueldo que ha sido toda una sorpresa a nivel de crítica y público.
Actualmente Keanu está próximo a estrenar la cuarta película de Matrix junto a su colega Carrie-Anne Moss el próximo 22 de diciembre.
Desde 1989, el actor ha sido una estrella reluciente en Hollywood
LUISA CASTRUITA /