Gracias a una tecnología desarrollada para el documental ‘Get Back’, el productor Giles Martin volvió a mezclar uno de los discos más disruptivos de la banda. Además, se presentan por primera vez una buena cantidad de material adicional
PorDaniel Bajarlía
“Quiero que mi voz suene como el Dalai Lama desde la cumbre de una montaña”, exigió John Lennon al productor George Martin y al joven Geoff Emerick -que debutaba en ese preciso instante como ingeniero de The Beatles– para su reciente composición, “Tomorrow Never Knows”. En 1965, la evolución de los Fab Four entró en una vorágine sin precedentes y, habiendo pasado apenas cuatro meses de la salida de Rubber Soul –que funcionó como la transición ideal entre el Merseybeat de sus comienzos y la experimentación de su siguiente etapa-, volvieron a los estudios de Abbey Road para grabar su sucesor, Revolver, que, editado el 5 de agosto de 1966, fue una revolución, la segunda que produjo el cuarteto de Liverpool desde su debut con “Love Me Do”. Siguiendo con la sana costumbre de traer el sonido del grupo al siglo XXI, el productor Giles Martin volvió a remezclar el álbum con una tecnología de punta y sumó a esta nueva reedición material inédito que no solo hurga en el proceso creativo de la banda más importante de la historia, sino que también derriba algunos mitos.
Por primera vez desde la explosión de la Beatlemania, los cuatro pudieron tomarse una pausa de tres meses para ocuparse de sus asuntos personales y sumergirse en sus propios intereses. George Harrison, que aprovechó el impasse para casarse con Pattie Boyd en enero del ‘66, se metió de lleno en la cultura de la India, mientras que Paul McCartney exploró en soledad tanto la música clásica como la concreta. Lennon, en cambio, empezó a consumir LSD y sus viajes lo llevaron a escribir canciones más complejas que incorporaron nuevos conceptos a la música de Occidente y que a su vez requirieron recursos técnicos que obligaron a los ingenieros del estudio de grabación a pensar en nuevas formas de materializar esas ideas. Además, la decisión de abandonar los conciertos (The Beatles hicieron su última gira unos meses más tarde y se retiraron de los escenarios hasta el célebre recital de la azotea de las sesiones de Let It Be) les permitió desarrollar su arte sin preocuparse por la ejecución en vivo. El estudio, a partir de ese momento, se convirtió en su santuario, en el lugar donde pudieron desplegar toda su creatividad con total libertad.
“Tomorrow Never Knows” fue escrita bajo los efectos del ácido y está inspirado en La experiencia psicodélica: Un manual basado en el Libro Tibetano de los Muertos de los psicólogos Timothy Leary, Ralph Metzner y Richard Alpert, que investigaron los efectos terapéuticos de las drogas psicodélicas. Para ellos, y en particular para Leary, estas sustancias abrían la mente y revelaban verdades ocultas a través de experiencias místicas. Lennon la compuso alrededor de un solo acorde introduciendo el pedal hindú (un sonido repetido o sostenido por largos periodos de tiempo) en el pop. Pero la canción tiene otra innovación que fue fundamental para el desarrollo de la música moderna, que es el uso de loops de cintas pregrabadas que, alteradas de diferentes maneras, aparecen y desaparecen durante el transcurso del tema. Se trató de una idea de McCartney, que, inspirado en la música avant-garde, fue precursora del sampling y le dio a la composición de John el toque que necesitaba para que sea un viaje sonoro completamente novedoso, en especial para los jóvenes que se habían criado con el rock ‘n’ roll de Elvis Presley y Chuck Berry. Como señala Ian MacDonald, que analizó con detalle las grabaciones de The Beatles en su libro Revolution in the Head: “la música pop no había escuchado nada como esto antes”. Revolver dio el puntapié inicial a la explosión del rock psicodélico que se dio al año siguiente, que tuvo a The Beatles como protagonistas, pero también a bandas como Pink Floyd, Procol Harum, The Doors, The Byrds, Love, Jefferson Airplane, Grateful Dead y Quicksilver Messenger Service, entre otras.
“La magia es el hecho de que estas personas en una habitación crearon el sonido más extraordinario”, admite Giles Martin sobre Revolver, al que considera un álbum que suena como ocho bandas distintas. “Hasta la batería suena diferente en cada canción”. El hijo del mítico productor ya había superado con creces el desafío de remezclar Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, el Álbum Blanco, Abby Road y Let It Be, pero con toda la discografía de Revolver para atrás existía la limitación de que fue grabada en pocas pistas y, por lo tanto, no era posible separar los instrumentos para hacer una nueva mezcla. Sin embargo, la tecnología desarrollada por el equipo de sonido del director Peter Jackson, que liderado por Emile De La Rey permitió escindir la música de los diálogos en Get Back, logró lo que parecía imposible. Martin, que participó en el documental de The Beatles que estrenó Disney+, les entregó “Taxman” y lo que recibió, gracias a esta revolucionaria tecnología que trabaja con inteligencia artificial, fue la grabación completamente desarmada. “Fue como darles una torta y que te devuelvan la harina, los huevos, la leche y el azúcar por separado”, explicó.
Como sucedió con las reediciones anteriores, la versión 2022 de Revolver viene en diferentes formatos, aunque la más esperada por los fanáticos es la edición de lujo de cinco CDs o cuatro LPs y un simple, que incluye la mezcla original en mono, el sencillo “Paperback Writer/Rain” –que se grabó en las mismas sesiones-, y dos discos con demos, ensayos, tomas descartadas y versiones alternativas que muestran el proceso creativo de The Beatles en uno de sus trabajos más colaborativos. “Los cuatro están en la misma etapa, madurando. Pero siguen siendo cuatro miembros individuales, con cuatro estilos eclécticos, y dispuestos a adentrarse en la misma ola”, afirmó Giles Martin a Rolling Stone.
La influencia del ácido en la música de Lennon es palpable en este álbum. Es cierto que su mente se dispararía más adelante con experimentos como “Strawberry Fields Forever”, “I Am The Walrus” y “Revolution 9″, pero en Revolver casi todas sus canciones están escritas bajo los efectos o la influencia del LSD y envueltas bajo un manto surrealista. “Tomorrow Never Knows”, con una cita directa a la mencionada obra de Timothy Leary, describe uno de esos viajes cósmicos, potenciado por la hipnótica música hindú que había llevado Harrison a la banda y los loops de cinta de musique concrète que tenían obsesionado a McCartney, mucho antes de que John se involucrara en la música experimental tras conocer a Yoko Ono. La toma uno, incluida en esta reedición, muestra cómo sonaba el tema con apenas un loop de guitarra y batería y tiene desde el principio la voz de Lennon distorsionada a través de un altavoz Leslie –que se utiliza en el órgano Hammond- para que suene como un conjunto de monjes tibetanos cantando en lo alto de una montaña (en la versión final se utilizó esta técnica solo en la segunda parte).
“Doctor Robert”, un rock que habría encajado perfectamente en Rubber Soul, también hace referencia a las drogas, ya que habla de un médico neoyorkino que proveía anfetaminas a los famosos. En esta grabación la voz de John fue doblada con un invento creado por los técnicos de EMI, el ADT (siglas de “artificial double tracking”), que grababa cualquier sonido en dos pistas y que, al ser desfasadas unos milisegundos, lo amplificaba. De esta forma se ahorraba tiempo porque no era necesario volver a grabar de nuevo para doblar la pista original.
“And Your Bird Can Sing”, en cambio, es todo un misterio. Lennon nunca explicó el significado de la letra y la canción fue mutando hasta su versión definitiva. Martin rescató dos versiones sustancialmente diferentes que habían sido descartadas -una de ellas claramente inspirada en The Byrds- y una toma que ya había sido salido en el segundo volumen de Anthology en la que John y Paul sufren un ataque de risa, probablemente a causa de la marihuana.
El aura psicodélica que aportó John a Revolver también está presente en “She Said She Said” y en “I’m Only Sleeping”. El demo de la primera llevaba el título de “He Said” y evidencia que fue pensada en formato acústico. La letra está inspirada en un episodio que vivió el músico en una fiesta en la que el actor Peter Fonda se le acercó y le contó que tuvo una experiencia cercana a la muerte durante una operación y él, que estaba en pleno viaje de ácido, temió pasarla mal y se alejó, pero la anécdota le sirvió de inspiración para la última canción que se grabó durante las sesiones del álbum. En Abbey Road la composición adquirió una estructura irregular, también influenciada por la música de la India. La pista instrumental que puede escucharse en la edición que salió hoy permite apreciar la potencia de las guitarras de John y George. Paul no participó de esta grabación, aparentemente por un altercado que tuvo con el resto de sus compañeros.
“I’m Only Sleeping” es una oda de Lennon a su vagancia, pero hecha bajo una atmósfera letárgica que remite indefectiblemente a los estupefacientes. Para generar ese efecto onírico, aprovechando la tecnología disponible, tanto las voces como la instrumentación sufrieron alternaciones. La toma cinco, que es parte de la edición de lujo, consta de la pista instrumental tocada a un tempo alto que luego fue ralentizada reproduciendo la cinta a otra velocidad. Lo que se escucha es una canción que, de haberse mantenido así, habría seguido el estilo de los discos anteriores y hubiera quedado encapsulada en la etapa anterior de The Beatles, como sucede en cierto punto con “Doctor Robert”. La coda tiene un solo de Harrison tocado especialmente para que se reproduzca al revés en lo que fue una de sus interpretaciones más difíciles. El material inédito muestra cómo fue mutando el tema, que en un ensayo incluyó un vibráfono que luego fue desechado.
La banda ya había experimentado con variaciones de velocidad y la reproducción de sonidos a la inversa en “Tomorrow Never Knows”, pero aprovechó al máximo estas técnicas en “Rain”, una composición de John sobre la gente que se queja del mal tiempo, pero que en verdad, según MacDonald, “expresa la vibrante lucidez de una experiencia benigna con el LSD”. Lanzada como lado B de “Paperback Writer” en mayo de 1966, fue una verdadera revolución que desconcertó a todos: con este sencillo, The Beatles dejaron de ser una banda pop y crearon un nuevo universo que el público recién comprendió con la salida de Revolver. Por un error involuntario de su autor, que puso en su casa una copia de la grabación al revés, descubrió, influenciado por el cannabis, que escucharla de atrás para adelante producía una sensación hipnótica. George Martin, ya acostumbrado a las extravagancias del grupo, estuvo de acuerdo en incorporar un fragmento invertido al final para que el efecto psicodélico sea mayor. Ringo, por su parte, considera que su trabajo en la batería es de lo mejor que hizo en toda su carrera: “Me impresiona. Conozco mi forma de tocar… y después está ‘Rain’. Siento que es otro el que está tocando. ¡Estaba poseído!” Basta con escuchar la pista instrumental en su tempo original, que sale a la luz por primera vez, para confirmar por qué el baterista está tan orgulloso. El cuarteto suena con una potencia tan arrolladora como la que desplegó en el lado A del simple o en “Day Tripper”.
Revolver es la prueba cabal de cómo The Beatles decidieron utilizar el estudio como laboratorio sin preocuparse por cómo interpretar sus creaciones en directo. Era un hecho que habían renunciado a las giras y apenas terminaron la grabación se embarcaron en su último tour, en el que solo interpretaron un tema nuevo (“Paperback Writer”). Sin la presión de los shows, los Fab Four pudieron explotar al máximo las capacidades de Abbey Road, pese a las limitaciones y rigurosas reglas que tenía en comparación con otros estudios, en especial de Norteamérica. De todas maneras, el ingeniero Geoff Emerick quebrantó varias de las normas de EMI para obtener un sonido más potente, en especial en el bajo y en la batería, y tanto él como George Martin se vieron obligados a innovar con nuevas técnicas para satisfacer las exigencias del grupo, que buscaba traspasar los límites todo el tiempo. El material inédito seleccionado para este lanzamiento muestra el esfuerzo del grupo por superarse y sacar entre todos lo mejor de cada canción.
El descubrimiento más sorprendente de la reedición de Revolver es el origen de “Yellow Submarine”. Siempre se creyó que fue una creación de McCartney, incluso Lennon lo afirma en Anthology. Sin embargo, el tercer disco de sesiones incluye dos grabaciones caseras tomadas durante el proceso de composición que muestran el aporte fundamental de John, en especial en la melodía de las estrofas. Su versión, más melancólica, podría haber sido una maqueta de Plastic Ono Band. Al final se trató de un trabajo colaborativo: Ringo la canta asombrosamente, el compositor Donovan aportó una línea y durante la grabación invitados especiales como Brian Jones y Marianne Faithfull ayudaron a crear los efectos de sonido. Para Paul es mucho más que una canción infantil porque, en el fondo, refleja el estado de ánimo del grupo en aquellos años: “The Beatles vivíamos en nuestra propia cápsula. Nuestro propio microclima. Nuestro propio ambiente controlado”, cuenta en su reciente libro The Lyrics, para luego agregar: “aunque no lo sabíamos en ese momento, expresar nuestra alegría de salir del mundo en blanco y negro realmente contribuyó a esa nueva explosión de color”. Macca se refiere al paso de los años de posguerra de su infancia, en la que todavía quedaban rastros de los bombardeos nazis, a la explosión del Verano del Amor, en donde la juventud salía a las calles a pedir por la paz.
La portada de Revolver, hecha por Klaus Voorman -un viejo amigo del grupo que luego tocó el bajo en los discos solistas de John, George y Ringo-, sigue el mismo concepto y también funciona como transición, ya que se trata de un collage con caricaturas y fotografías de The Beatles con una estética psicodélica, pero en escala de grises. La transformación final, desde lo visual, llegaría al año siguiente, con la carátula multicolor de Sgt. Pepper.
“Good Day Sunshine” continúa en esta misma dirección. Paul la escribió en la mansión de Lennon mientras esperaba a que se levante inspirado en “Daydream” de The Lovin’ Spoonful, un hit de la época que tenía una melodía veraniega y optimista.
Mientras Lennon se sumergía en las sonoridades de la psicodelia, Paul McCartney abría su mente no sólo a la música concreta, sino también a la clásica. “Eleanor Rigby”, que tiene uno de los mejores relatos escritos por el Beatle, siguió la recomendación de George Martin en “Yesterday” y fue grabada con un octeto de cuerdas sin la intervención de los demás. El productor, que estuvo a cargo de los arreglos, utilizó como referencia la banda sonora de Psicosis de Alfred Hitchcock, compuesta por Bernard Herrmann, construida con la misma tensión que necesitaba la canción de Paul para describir la solitaria vida de los protagonistas.
“For No One” también tiene instrumentación clásica, un clavicordio que Martin trajo de su casa y un corno francés tocado de forma sublime por Alan Civil, uno de los más prestigiosos ejecutantes de ese instrumento, que a requerimiento de McCartney logró llevarlo a una escala que creía imposible alcanzar. Escrita durante unas vacaciones en Suiza con su novia, la actriz Jane Asher, la letra habla del fin de una relación, aunque su vínculo con ella llegaría a su fin recién dos años más tarde. Para Lennon, se trata de una de las mejores composiciones de su compañero, al igual que “Here, There and Everywhere”, que también es una de las favoritas de Paul y de George Martin. Influenciada por “God Only Knows” de The Beach Boys –que la dupla compositiva pudo escuchar unas semanas antes de su salida-, tiene uno de los mejores trabajos de armonización de voz logrados por The Beatles en toda su carrera. A su vez, se trata de la interpretación más despojada del LP, hecha solo con guitarras, bajo y batería y sin efectos ni distorsiones.
Macca cambia radicalmente el enfoque en dos canciones fundamentales de este período. “Paperback Writer”, que fue editada como simple, es una pieza de rock ‘n’ roll con un riff poderosísimo, una base de bajo arrolladora –gracias a los experimentos de los ingenieros de Abbey Road- y coros también inspirados en la banda de los hermanos Wilson. La letra es una carta que un escritor le envía a una editorial para que publique su libro, un pequeño delirio producto de la marihuana. Con ella, “Las cosas se abrieron. Nos dimos cuenta de que no tenía que ser tan sencillo. Estábamos al acecho de temáticas que no eran típicas de la música popular”, explica el músico en The Lyrics.
Al mismo tiempo que John describía los efectos del LSD en “Tomorrow Never Knows”, Paul le dedicó una de sus más fantásticas composiciones al cannabis. “Got To Get You Into My Life” fue su relectura del soul y el rhythm and blues del sello Tamla-Motown, pero llevó un tiempo adquirir su forma definitiva. De hecho, existen dos versiones distintas. La primera, que se puede escuchar tanto en Anthology como en esta reedición, tenía unos versos adicionales que fueron eliminados de la segunda, que en un intento inicial se grabó con guitarras fuzz (la única mezcla sobreviviente fue incluida en el material extra de Revolver) que luego fueron reemplazadas por vientos tocados por miembros del grupo Georgie Flame and The Blue Flames.
La séptima placa de los Fab Four sorprende por ser la única que tiene tres temas de George Harrison, un hecho que lo afianzó como compositor. “Taxman” abre el LP con una letra mordaz contra el sistema impositivo británico, que absorbía cada vez más sus ganancias. El guitarrista, que canta desde el punto de vista de un súper recaudador de impuestos (“estás trabajando para mí”, advierte el personaje), lo menciona en el estribillo con una melodía que le hace un guiño a la canción de Batman, mientras los coros de John y Paul en falsetto nombran al Primer Ministro Harold Wilson y a su rival Edward Heath. En una toma alternativa, en vez de nombrar a los políticos, preguntan si “alguien tiene algo de dinero” en tono de comedia.
El otro aporte de Harrison es “I Want To Tell You”, una canción menor, pero no por eso menos brillante –en especial su riff-, “acerca de la avalancha de pensamientos que son muy difíciles de escribir o transmitir”, según escribió en su autobiografía, I, Me, Mine.
Su mayor contribución fue “Love You To”, su primera composición hecha con sitar. Ya había probado el instrumento hindú en “Norwegian Wood (This Bird Has Flown)” de Rubber Soul, pero aquí su sonido, junto con el de la tabla de Anil Baghwat, es el predominante. Con este tema, George selló de forma definitiva la fusión entre la música de Oriente y la de Occidente, algo que volvería a hacer con “Within You Without You” de Sgt. Pepper y el lado B “The Inner Light”. Es interesante escuchar cómo se fue complejizando durante el transcurso de la grabación. La toma uno tiene solamente a George cantando y tocando la guitarra acústica y Paul haciendo un coro. Luego se agregaron los demás instrumentos, incluyendo una guitarra acústica, una pandereta y una tambura tocada por Macca. De hecho, durante la producción de esta reedición se encontró el fragmento de un ensayo en el que los dos Beatles practican la sección de instrumentos de la India.
“En definitiva, no es un mal álbum”, confiesa McCartney en el prefacio del libro que acompaña esta reedición. Aquí, quizás por primera vez, hay que disentir con él porque, en realidad, hay un antes y un después de Revolver en la música de The Beatles y de la música popular en general. Fue el álbum que marcó la madurez de sus integrantes y que a su vez estableció la dirección que tomaría cada uno individualmente. A partir del séptimo LP del grupo sería más sencillo identificar quién había escrito cada canción, ya que la banda había dejado de ser una unidad para convertirse en la suma de sus partes. Resguardados en el estudio y sacando provecho de los efectos de las drogas, John, Paul, George y Ringo expandieron no sólo su creatividad sino los límites de lo que era posible hacer en una canción pop. Fue una segunda revolución que nació en oposición a la Beatlemanía y que manifestó la necesidad del cuarteto de Liverpool de patear el tablero y tomar un rumbo distinto que, más pronto que tarde, los demás terminaron siguiendo. Aunque no quisieran, ellos marcaban el pulso de la época. Esta nueva remezcla hecha por Giles Martin, acompañada de una buena cantidad de material adicional, no hace más que vigorizar el legado de una obra perfecta que sentó las bases para que, tan solo un año después, los Fab Four inauguraran una nueva era, tan fundamental como la que nació cuando sacaron su primera canción hace 60 años.