Desde hace varios meses, las noticias protagonizadas por Objetos Volantes No Identificados (OVNI´s) han copado las portadas de periódicos e informativos de medio mundo. Incluso, instituciones de gran prestigio internacional han prestado atención a este tema. Para muestra, el caso de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos –más conocida por sus siglas en inglés, NASA–, cuyos dirigentes impulsaron a finales de 2022 la creación de un grupo de investigadores independientes, con el fin de investigar “a fondo” esta realidad. O, en un sentido más amplio, para profundizar sobre la naturaleza de los Fenómenos Anómalos No Identificados (FANI), como se les denomina en la actualidad. Ante todo, aclaran que no es lo mismo “lo inexplicado” que “lo inexplicable”. “Se avecinan tiempos muy interesantes”.
Tras meses de arduas labores, el esfuerzo de los investigadores no ha arrojado resultados concluyentes. De acuerdo a su informe Fenómenos anómalos no identificados, que se presentó el pasado 14 de septiembre en la sede de la NASA en Washington, no se han producido hallazgos de impacto sobre los OVNI´s. “La detección de los FANI suele ser fortuita, capturada por sensores que no fueron diseñados ni calibrados para este propósito y que carecen de metadatos completos”, se narra en dicho documento.
¿Se trata, por tanto, de un fracaso? Quizá no sea justo calificarlo así, ya que investigar los cielos siempre permite un progreso del conocimiento científico. Pero en ningún caso se hallaron representantes de civilizaciones alienígenas, como esperaban los más crédulos. “El equipo de estudio independiente de la NASA no encontró ninguna prueba de que los FANI tengan un origen extraterrestre, aunque todavía no sabemos en qué consisten estos avistamientos”, enfatizaba Bill Nelson, administrador general de la entidad aeroespacial estadounidense. Sin embargo, el veredicto de estos hombres de ciencia –condensado en el citado informe– insistía en el desconocimiento de la naturaleza de los OVNI’s. “A pesar de los numerosos testimonios e imágenes, la ausencia de observaciones consistentes, detalladas y contrastadas significa que –a día de hoy– no tenemos los datos necesarios para llegar a conclusiones científicas definitivas sobre los FANI”. Eso sí, se reconocía que existen un número de elementos que “no pueden identificarse con globos, aviones o fenómenos naturales conocidos, pero las observaciones de alta calidad son limitadas”. En consecuencia, se debe seguir investigando.
Se ha de recordar que las disciplinas científicas siempre son cautas. Si no hay informaciones que sostengan una hipótesis, no se puede hacer una aseveración categórica. Se insiste en continuar con la investigación. “La naturaleza de la ciencia es explorar lo desconocido, y los datos son el lenguaje que utilizan los investigadores para descubrir los secretos de nuestro universo”, subrayaban desde la NASA. “El problema es que, a menudo, no existen las referencias imprescindibles para explicar estos avistamientos anómalos”, añadía Nelson.
Por tanto, se debe seguir investigando, con el fin de avanzar en la sapiencia de lo que se desarrolla más allá de la Estratosfera. Entender a los FANI es muy relevante, ya que “brinda la oportunidad de ampliar nuestra comprensión del mundo que nos rodea”, añadía Daniel Evans, uno de los expertos participantes en el informe independiente presentado a la NASA. Además, “la presencia de los No Identificados plantea serias preocupaciones sobre la seguridad de nuestros cielos, y es obligación de esta nación determinar si los citados fenómenos suponen algún riesgo potencial para la seguridad del espacio aéreo”, planteaba el investigador en unas declaraciones recogidas por el Servicio de Información y Noticias Científicas (Agencia SINC).
Como consecuencia de esta filosofía, los mandamases del organismo aeroespacial de Estados Unidos han nombrado a un director de investigación de fenómenos anómalos. Este servidor público, cuyo nombre es Mark McInerney, tendrá como principal competencia el establecimiento de una “visión científica” en el estudio de los FANI. De esta forma, bajo el mandato de McInerney se centralizarán las comunicaciones, los recursos y la capacidad de análisis de informaciones para establecer una base de datos de suficiente entidad, como para poder analizar los referidos fenómenos aéreos inexplicados. “La NASA hará el trabajo de forma transparente en beneficio de la Humanidad», subrayó Bill Nelson.
De esta forma, se creará un departamento ex profeso en torno a Mark McInerney, “tras haber constatado que los OVNI´s no se están estudiando adecuadamente”, informan desde la Agencia SINC. A través de la nueva sección gubernamental, se pretende “encontrar sentido a los sucesos observados en el cielo que no pueden identificarse con globos, aeronaves o fenómenos naturales conocidos desde una perspectiva científica”. Así, se emplearán “la inteligencia artificial y el aprendizaje automático para buscar anomalías en los cielos”, añadía Bill Nelson.
En definitiva, lo que se anhela es apostar por la perspectiva científica en una temática en la que –hasta ahora– los magufos campaban a sus anchas. En otras palabras, se pretende que “la conversación sobre este fenómeno pase del sensacionalismo al ámbito experimental”, explicaba el administrador general de la NASA. De esta manera, se evitará que las pseudociencias sigan protagonizando este ámbito. Por ello, se atenderá siempre el método académico, sin olvidar que no es lo mismo algo “inexplicado” que “inexplicable”. Además, si se invierten los medios humanos, materiales y económicos necesarios, se arrojará luz sobre el tema y llegarán las explicaciones astrofísicas, atmosféricas o militares a este tipo de fenómenos.
El origen de todo.
Pero, ¿por qué, de un tiempo a esta parte, la NASA ha comenzado a mostrar un interés creciente por los No Identificados? Para algunas voces, el inicio de esta nueva fiebre se enraíza hace apenas seis años. Más concretamente, a partir de en diciembre de 2017, cuando apareció un reportaje en The New York Times sobre este tema.
. Este artículo fue calificado por algunos como “sensacionalista”. La pieza periodística llegó hasta las altas instancias del gobierno estadounidense, que comenzó a abordar la materia y que incluso cambiaron la terminología del fenómeno, que pasó a llamarse FANI. De esta forma, se pretendía separarlo de las connotaciones negativas de conceptos como el de “platillos volantes” o el de OVNI´s, tan denigrados por los científicos.
Así, “la NASA entró en la vorágine de los No Identificados del Pentágono para intentar ofrecer respuestas científicas y colaborar de forma activa con el Departamento de Defensa de EE UU en la resolución de este apasionante enigma”, asegura el investigador, escritor y reportero especializado en estas temáticas José Antonio Caravaca. Además, “la agencia espacial estadounidense pretende que sus estudios no estén envueltos en la constante polémica de las declaraciones gubernamentales, que generan una alta desconfianza en la opinión pública”.
Por ello, el nuevo departamento impulsado por la NASA –y dirigido por Mark McInerney– deberá trabajar en una línea experimental, fundamentándose en análisis profesionales y separándose de las luchas partidistas y parlamentarias diarias. “Su principal misión consistirá en recabar información de alta calidad que permita una evaluación adecuada del fenómeno, ya que, hasta el momento, no existen casos documentados científicamente que faciliten su comprensión. Por ello, se ha propuesto implantar una metodología que hará posible un acercamiento científico al fenómeno”, añade Caravaca.
Hasta el momento, “los casos OVNI recogidos se han registrado mediante el método cualitativo, que se trata de una forma habitual de recoger datos, a través de la realización de entrevistas a los testigos”, explica Ángel Arroyo, especialista en la materia. Sin embargo, “lo ideal es hacer investigación cuantitativa, que es lo que entiende y desea la NASA. Pero eso es casi imposible para estas situaciones”.
En cualquier caso, para desarrollar un buen trabajo de indagación, se habrán de tener en cuenta tanto los procedimientos de trabajo como los datos existentes. Según National Geographic, “en las últimas tres décadas se han analizado alrededor de 800 FANI y, en la mayoría de ellos, su naturaleza ha sido identificada fácilmente. Sin embargo, entre el 2% y el 3% de los casos son de origen desconocido y siguen clasificados como anómalos”.
Este porcentaje no debe dar pie como una justificación para los conspiranoicos. Se trata de un límite encuadrado dentro de los márgenes habituales en ciencia, y que, de todos modos, no significa que los marcianos nos estén visitando. Simplemente, nos indica que se debe continuar investigando sobre dichos sucesos, con el fin de darles una explicación comprensible y adaptada a los estándares científicos. De hecho, en otras disciplinas, como la criminología, también se distinguen unas cifras similares de sucesos sin resolver.
Una circunstancia que no es sinónimo de que, tras estos casos, se encuentren conspiraciones oscuras o personajes ignotos y poderosos. Todo lo contrario. Se ha de seguir apostando por la exploración para, de esta forma, esclarecer los márgenes porcentuales que todavía no cuentan con una explicación convincente. “La NASA no sólo quiere contribuir al estudio de la casuística del fenómeno OVNI, sino que desea implementar nuevas herramientas y protocolos para conseguir una mejor y más sólida información sobre estas observaciones, por lo que se espera que –en un plazo razonable– la agencia espacial estadounidense esté en disposición de ofrecer resultados óptimos para desentrañar el misterio FANI”, agrega Caravaca. “Se avecinan tiempos muy interesantes”.
Por ello, debemos seguir apostando por el avance del conocimiento científico. Es la única forma de separarnos de las teorías acientíficas, sensacionalismo y de magufos militantes. También en el ámbito de los supuestos OVNI´s. Una realidad que también buscan desde la NASA, con el fin de estimular el avance del conocimiento. Al fin y al cabo, y como señaló el físico alemán Max Planck: “La ciencia es la progresiva aproximación del hombre al mundo real”.