LA NACION
La muerte de Robin Williams conmocionó a Hollywood, sobre todo porque él era quien se encargaba de hacer reír al mundo entero y eligió, para sí, un final trágico. En 2014, el actor de 63 años se suicidó, sumergido en una depresión provocada por la enfermedad que creía que tenía. Ahora, a una década de su muerte, uno de sus hijos contó cómo vivió sus últimos días y la verdad detrás de su autopsia.
Este domingo 21 de julio, el comediante hubiera cumplido 73 años. A modo de homenaje, Zachary, su hijo, utilizó su cuenta de Instagram para escribir un sentido mensaje. “Papá, en el que sería tu cumpleaños 73, te recuerdo por toda la esperanza y alegría que trajiste al mundo. No hay una semana que pase sin que alguien comparta conmigo cómo les ayudaste a pasar un momento oscuro o un mal momento. Estoy tan agradecido y orgulloso de ser tu hijo. Te amaré por siempre”, sostuvo.
Las palabras del primogénito llegan después de que se conociera qué enfermedad transitaba, en realidad, el actor. Es que él había sido diagnosticado con Parkinson, noticia que le causó depresión y que desencadenó el suicidio. Sin embargo, la autopsia reveló que lo que verdaderamente sufría era demencia con cuerpos de Lewy (LBD), que estaba causando síntomas similares a la afección erróneamente diagnosticada.
Según el sitio web de la Clínica de la Universidad de Navarra, España, la demencia por cuerpos de Lewy se caracteriza por el “depósito cerebral anómalo de proteína alfa-sinucleína, que forma agregados conocidos como cuerpos de Lewy”. En fases iniciales, los síntomas pueden ser muy leves y solaparse con los que aparecen en otras enfermedades, como la enfermedad de Alzheimer o la enfermedad de Parkinson.
Entre los síntomas se encuentran: fallos de memoria, desorientación espacial, fluctuaciones del nivel de alerta, alucinaciones visuales, problemas de movimiento y alteraciones del sueño.
Fue en 2021 cuando Zak habló de la enfermedad neurológica y el diagnóstico médico erróneo de su padre en el podcast The Genius Life de Max Lugavere. “Lo que él estaba viviendo no se parecía en nada a lo que viven muchos pacientes con Parkinson. Creo que fue muy duro para él”, recordó en ese momento y siguió: “Había un problema de concentración que lo frustraba, había problemas relacionados con cómo se sentía y también desde una perspectiva neurológica, no se sentía muy bien. Estaba muy incómodo”. Asimismo, aseguró que la información incorrecta por parte de los médicos podría haber “exacerbado la situación”.
Por otra parte, Zak habló de los efectos de la medicación, los cuales consideró “muy duros para la mente y el cuerpo”. “El diagnóstico fue diferente a la enfermedad, así que creo que podría ser una situación en la que estás tomando cosas y experimentando únicamente los efectos secundarios (del medicamento)”, agregó.
Según él, el diagnóstico que recibió el actor impidió que siguiera realizando lo que tanto amaba, por lo que terminó afectando a su salud mental. “No quiero decir que fue un período corto. Pareció mucho más largo de lo que fue en realidad porque para él fue un período de intensa búsqueda y frustración. No pude evitar sentir empatía. No pude evitar sentirme frustrado por él”, completó.