AN DE DIOS OLIVAS / ESPECIAL PARA LA VERDAD
Entre todos los hombres que fueron a pelear en la Revolución Mexicana, en contra de la dictadura de Porfirio Díaz, sobresale medio centenar de extranjeros, estadounidenses, en su mayoría, un sudafricano y un italiano, éste último nieto del héroe Giuseppe Garibaldi, quienes ofrecieron sus servicios a la causa, por idealismo en algunos casos y por la paga en otros.
Los mercenarios escoltaron a Francisco I. Madero a su regreso a México por Chihuahua, el 14 de febrero de 1911, después de que desde Estados Unidos convocó a los mexicanos a levantarse en armas en contra del viejo general, que amañó las elecciones para perpetuarse en el poder por un periodo más de gobierno.
En aquella legión extranjera se encontraban personajes como José Garibaldi, e incluso se le uniría más adelante el general B. J. Viljoen, veterano de la guerra de los Bóers, un conflicto bélico que se registró en Sudáfrica en contra del imperialismo británico.
El llamado a tomar las armas de 1910 tuvo el mayor eco en el estado de Chihuahua donde motivados por diferentes agravios, se alzaron diferentes facciones comandadas por Abraham González, Pascual Orozco y Francisco Villa, que al unificarse lograron derrocar la dictadura de Díaz y desterrarlo del país.
Sin embargo, el exilio del viejo general lejos estaba de traer la paz y el país cayó en una guerra civil que se prolongó por 10 años, que cobró la vida del mismo Madero y de una cantidad no cuantificada de miles de mexicanos que cayeron abatidos en los campos de batalla y de otros miles más por las condiciones de insalubridad que se generaron.
DE ITALIA Y SUDÁFRICA A TOMAR CIUDAD JUÁREZ
De 30 años, Giuseppe Peppino Garibaldi, fue uno de los extranjeros que ingresaron con Madero a México para encabezar la lucha armada. Sin embargo, no se trataba de algún mercenario, sino del mismo nieto de Giuseppe Garibaldi, el libertador de Italia que hizo suyo los postulados de la Revolución Mexicana, quien, por cierto, no fue del agrado de Pascual Orozco ni de Pancho Villa, quien en un altercado desarmó a todos los extranjeros.
Antes participó en las guerras de los Bóer en 1897, en la primera guerra de los Balcanes, la revolución libertadora de Venezuela y tras participar en la Revolución Mexicana, también estuvo en la Primera Guerra Mundial peleando por su país.
Hijo menor de Ricciotti Garibaldi, nacido en Melbourne, Australia, es entrevistado por periodistas al concluir la Batalla por Ciudad Juárez en mayo de 1911 y en sus declaraciones destaca su admiración por Madero.
—¿Que qué pienso acerca de Madero y de la revolución?
“Madero es un hombre de gran fuerza de carácter, de principios sumamente elevados, y su influencia fue absoluta y decisiva durante todo el proceso revolucionario que ahora en estos instantes, ve usted resolverse”, respondió.
El 11 de mayo de 1911, Garibaldi se batía en la Toma de Ciudad Juárez con los federales en las trincheras que se construyeron cerca del margen del río Bravo. Al anochecer del primer día de combates, se encontraba junto con sus compañeros posesionado de cuatro manzanas de la ciudad, mientras que Francisco Villa hacía lo propio en el sur de la mancha urbana.
Al día siguiente, el fuego de sus hombres hizo blanco en el correo de Ciudad Juárez, mientras que la misión de Guadalupe fue incendiada, replegando al ejército federal a sus cuarteles.
Finalmente, el 11 de mayo, el general Juan Navarro, comandante del ejército federal y defensor de la plaza, se rinde y entrega su espada a Garibaldi.
Durante el conflicto, Madero le otorgó el grado de general a Garibaldi y lo integró a su estado mayor, una decisión a la que se opuso Pascual Orozco, quien lo rechazaba por ser extranjero.
De igual modo, Pancho Villa lo veía con recelo y cierto día al enterarse el centauro de que Garibaldi desarmó a uno de sus soldados, se enfrentó al extranjero.
“Señor Garibaldi: Tenga usted la bondad de entregar a mi soldado su rifle y parque y si tiene usted alguna queja contra él, pase a exponerla, pues yo no me meto con su tropa, para que usted no se meta con la mía”, envió Villa en un mensaje.
“Señor Francisco Villa: no entrego nada de rifle y si usted es hombre, yo también lo soy. Pase usted por él”, le contestó Garibaldi, y al poco tiempo, Villa con 30 hombres lo embestía con su caballo obligándolo a regresar las armas.
Tras el incidente, Madero se vio obligado a poner orden y hacer ver que los extranjeros peleaban por una causa, como lo hizo en el pasado Francisco Javier Mina por la independencia de México.
Otro de los integrantes de aquella legión que peleó en la Revolución lo fue el general Benjamín Viljoen, un hombre nacido en Woodhouse, al este de Colonia del Cabo, en Sudáfrica en 1868.
Fue en Estados Unidos donde radicaba cuando Viljoen se unió a Madero y en poco tiempo se convirtió en su asistente militar.
El sudafricano era un hombre de guerra, a los 18 años emigró junto a su familia a Transvaal y al paso del tiempo fue uno de los principales generales del Ejército Boer durante las llamadas Guerras de los Bóers en contra del imperialismo británico.
Sin embargo, tras las derrotas emigró a Estados Unidos y en Nuevo México donde radicaba, decide unirse a los insurrectos junto con un grupo de veteranos de las guerras de los Bóers.
CAMINO A LA REVOLUCIÓN
La madrugada del 6 de octubre de 1910, Madero, con ayuda de su hermano Gustavo, escapa de la Penitenciaría de San Luis Potosí donde fue hecho prisionero para evitar su participación en las elecciones para presidente de México.
Se dirige a cruzar la frontera para refugiarse en San Antonio, Texas, donde ya era esperado por su esposa Sara y sus familiares.
Ese mismo día, junto con sus colaboradores Federico Gónzalez Garza, Juan Sánchez Azcona, Enrique Bordes Mangel y Roque Estrada, revisan el borrador del Plan de San Luis y redactan el documento final. En tanto, su hermano Gustavo viaja a Nueva York a comprar armas y conseguir fondos para la lucha armada convocada para las 18:00 horas del 20 de noviembre de ese año.
Desde el hotel Hutchins, en San Antonio, Francisco I. Madero organiza la rebelión, el acopio de armas y pertrechos, recluta a mercenarios extranjeros y prepara la ruta a seguir, llevando como principal objetivo la toma de ciudad Porfirio Díaz.
“Tengo absolutamente resuelto que la Revolución estalle el día 20 de noviembre (domingo) y me parece muy conveniente que usted y don Emilio o por lo menos usted, acompañado con su familia se venga a unir conmigo a territorio americano. En este caso mi proyecto será declarar a usted Vicepresidente Provisional de la República, así como yo me voy a declarar Presidente Provisional con facultades para declarar la guerra, pero con especial obligación de convocar a elecciones generales a los dos meses de terminada ésta”, escribía Madero al doctor Vázquez Gómez.
Madero tenía el ofrecimiento de su tío Catarino Benavides de tener listos 400 hombres que lo esperarían en la frontera, pero el 20 de noviembre al cruzar la frontera de Coahuila, junto con un puñado de sus seguidores, nadie lo esperaba.
Horas después, aparece Benavides, pero sólo con 10 hombres, por lo que ordena retirada y regresa a San Antonio pensando que el plan había fracasado y que el pueblo no había reaccionado como se esperaba.
Sin embargo, en Chihuahua con Pascual Orozco y Francisco Villa, se dio el levantamiento armado y Madero decidió regresar al país y ponerse a la cabeza del movimiento.
En El Paso, Texas, establece un centro de mando y cruza a México la noche del 13 de febrero de 1911.
En Casas Grandes, otorga el grado de coronel a Garibaldi y emprende el primer combate en esa población.
De ahí, se reúne en la hacienda de Bustillos con Villa y Orozco y parten a Ciudad Juárez, donde el 8 de mayo, mientras se inician las negociaciones con el gobierno de Porfirio Díaz, se inicia sin su autorización el combate que le daría el triunfo y expulsaría al dictador del país.
Francisco Villa ataca desde el Cerro Bola y el Centro; Pascual Orozco lo hace por el norte y Giuseppe Garibaldi por el este y cercan la ciudad, la van rodeando, por lo que los militares se repliegan en el Cuartel del 15.
Durante el sitio a Juárez, Madero otorgó el grado de general a Garibaldi quien lideró la legión extranjera y quien recibió en sus manos la espada del general Juan Navarro como señal de rendición.
Al asumir Madero la presidencia de la República, Garibaldi se marcha del país a emprender nuevas aventuras en otras guerras y de su pasó por el país, solo una plaza con su nombre quedó en la ciudad de México.
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Fuentes: Hacia la Verdad, Gonzalo G. Rivero; Alan Knight, La Revolución Mexicana; Pancho Villa, Fiedrich Katz; Luis Aboites, en Breve Historia de Chihuahua; www.inehrm.gob.mx; www.sedena.gob.mx