En un contexto donde el fraude se ha convertido en el delito más común en 19 entidades federativas, incluido Chihuahua, las cifras revelan una realidad preocupante. La extorsión y el robo, tanto en la calle como en el transporte público, siguen de cerca, reflejando una diversidad de amenazas que afectan la vida cotidiana de los ciudadanos. El costo de la inseguridad se traduce en un gasto exorbitante para los hogares mexicanos, alcanzando los 282 mil millones de pesos, lo que significa un impacto significativo en el Producto Interno Bruto (PIB) del país.
Chihuahua no es una excepción en esta tendencia alarmante. La tasa de víctimas de delito en el estado aumentó un 9.3% entre 2022 y 2023, pasando de 20,651 a 22,565 por cada 100,000 habitantes. Este incremento no solo resalta la creciente vulnerabilidad de la población, sino que también subraya la necesidad urgente de respuestas efectivas por parte de las autoridades. Aunque a nivel nacional se observa un aumento generalizado en la victimización, la situación en Chihuahua pone de manifiesto la falta de avances concretos en la seguridad pública.
Particularmente preocupante es el aumento en la victimización de mujeres, cuyas cifras superan las de los hombres, lo que plantea serias preguntas sobre la eficacia de las políticas de género y seguridad. A nivel nacional, se registraron 22,903 mujeres y 23,817 hombres como víctimas por cada 100,000 habitantes, sugiriendo que las estrategias implementadas aún no han logrado ofrecer un entorno seguro para todos.
Los datos también revelan que, a pesar de un ligero descenso en las tasas de victimización en algunas entidades, la mayoría se mantienen estancadas o han incrementado. Las cifras de inseguridad en lugares como el Estado de México, Aguascalientes y la Ciudad de México son alarmantes, y si bien algunas entidades muestran mejores indicadores, no hay margen para la complacencia.
La percepción de inseguridad también es un tema crítico. En marzo y abril de 2024, el 73.6% de la población de 18 años y más consideró que vivir en su estado era inseguro, y aunque Chihuahua reportó un 67.7%, esto no es motivo de celebración. La sensación de inseguridad impacta la calidad de vida y puede llevar a un círculo vicioso de desconfianza en las instituciones.
En conclusión, la situación de la seguridad en Chihuahua y en el resto del país es insostenible y demanda atención inmediata. Las estrategias actuales no parecen ser suficientes y es vital que las autoridades implementen soluciones integrales que no solo aborden los delitos más frecuentes, sino que también fortalezcan la confianza de la ciudadanía en las instituciones. Sin una respuesta efectiva, la inseguridad seguirá siendo un obstáculo para el desarrollo y bienestar de la población.