CHIHUAHUA – La contradicción es evidente y difícil de comprender. Hace apenas unas semanas, activistas se congregaban en las afueras de la plaza de toros, exigiendo el fin de la tauromaquia con gritos de “¡Asesinos, asesinos!” dirigidos a empresarios y espectadores. Hoy, muchos de esos mismos sectores celebran en redes sociales la aprobación del aborto, argumentando que es un avance en derechos humanos.
La paradoja resulta innegable. Se lucha con fervor por los derechos de los animales, pero se despoja de valor la vida humana en gestación. Se clama por humanidad para los toros, pero se ignora el derecho esencial del ser humano: la vida misma.
El debate continúa encendido en Chihuahua, donde sectores de la sociedad cuestionan hasta qué punto se puede hablar de derechos humanos cuando el derecho primordial, el de existir, es puesto en duda. La incongruencia no solo es brutal, sino también un reflejo de una sociedad que, al parecer, ha perdido el rumbo en la definición de la justicia y la moral.