Sira Acosta
Fiestas que implican a mucha gente, patrones que se repiten, promesas de éxito, amenazas, grabaciones… Solo cambia el nombre: Weinstein, Epstein y ahora el turbio caso que tiene al rapero y productor estadounidense Sean ‘Diddy’ Combs (conocido por sus nombres artísticos Puff Daddy o P. Diddy) en un centro de detención federal de Brooklyn, hasta que se realice el juicio acusado de tres cargos por conspiración de crimen organizado, tráfico sexual y transporte para ejercer la prostitución.
El efecto dominó está en marcha, cada día surgen nuevas acusaciones y hay una enorme polémica que ha puesto en jaque la imagen de todos aquellos que han tenido una amistad con él. Sin embargo, nada apunta a que el caso pueda afectar en círculos reales, aunque Sean Combs, desde su trono en la industria musical, sí buscó la foto con los príncipes William y Harry, a los que extendía insistentes invitaciones.
En el año 2011 el poderoso rapero de Harlem ya era conocido por sus grandes fiestas, aunque se desconociera lo que sucedía allí, así que el tema solía salir en las entrevistas y Combs fanfarroneaba sobre ello. Cuando la BBC le preguntó si los príncipes William y Harry habían estado invitados a sus fiestas, él esquivó la pregunta con un confuso “ya no”, lo que dio a entender, en pleno año de la boda real, que William se había quedado fuera de la lista por ser un hombre casado. En definitiva, la broma quedó allí, pero ahora sus fiestas no tienen ninguna gracia, así que esa entrevista ha vuelto a la actualidad, sobre todo porque la Casa Real británica todavía se está recuperando de la caída del príncipe Andrés a raíz de su vinculación nunca juzgada (se llegó a un acuerdo antes) con el ‘caso Epstein’.
‘Diddy se esforzó por invitarlos a sus fiestas’
Es el periodista estadounidense Christopher Andersen, número uno en ventas del New York Times y que ha escrito varios títulos sobre la realeza británica, entre ellos El Rey, la primera biografía de Carlos III desde que se convirtió en monarca, el que ha querido investigar sobre el tema. “Diddy se esforzó por invitarlos a sus fiestas», explicó Andersen aFox News. «Pero esas invitaciones fueron sabiamente rechazadas, Diddy captó la indirecta y dejó de invitarlos por completo después del compromiso de William y Kate», aclara.
«Como jóvenes solteros, William y Harry podrían haber dicho que sí y haber asistido a una de las fiestas salvajes de Diddy. Gracias a sus agentes de palacio, esquivaron una bala», comenta el periodista, que sitúa las invitaciones en el momento el que los príncipes fueron noticia por sus salidas en la noche de Londres. Es decir, a Sean Combs que según Andersen tenía aspiraciones de moverse en círculos reales e intentó conseguir algún tipo de audiencia con Isabel II, le interesaron los príncipes en un momento muy concreto de su vida, cuando todavía eran jóvenes y, según dijo el propio rapero, les gustaba “meterse en problemas”. Una expresión algo elástica, ya que los problemas de William y Harry no tienen nada que ver con los suyos, los príncipes atravesaban los conflictos propios de la edad, de unas circunstancias peculiares y estando bajo la máxima presión mediática.
En definitiva, los mencionados «agentes de palacio» supieron ver (él ya había protagonizado algún episodio violento) que la amistad de Sean Combs era lo que menos les convenía y a fuerza de bloquear invitaciones estas dejaron de llegar.
¿Cuál es la conexión entre ellos?
Hay que remontarse al verano de 2007 para encontrar explicación a la foto que está dando la vuelta al mundo de los príncipes William y Harry con Sean Combs y Kanye West en lo que parece una fiesta porque es una fiesta, la que se celebró después del concierto benéfico que los príncipes británicos organizaron en memoria de Diana de Gales el día que ella hubiera cumplido los 46 años. Es más, Sean Combs lleva una camiseta con la imagen de Diana y a esa fiesta estaban invitados todos los que participaron en el concierto.
Entonces el príncipe William acababa de cumplir los 25 años y Harry no había alcanzando los 23, pero llevaban ya diez años sufriendo la perdida de su madre en silencio y habían comenzado a procesar el dolor de otra manera. Además el Reino Unido lo deseaba y el Diana se lo merecía, así que organizaron un espectáculo como solo los Windsor saben: un concierto benéfico que fue seguido en 140 países, alcanzó una audiencia potencial de 500 millones, puso al mundo a contemplar su recién inaugurado estadio de Wembley y demostró (una vez más) la capacidad de la realeza británica para montar una “super bowl” en cualquier momento. El plan salió redondo: apoteósico de principio a fin.
El concierto comenzó directo al corazón y sin rodeos: Elton John al piano y la memoria colectiva viajando al 6 de septiembre de 1997, cuando se celebró el funeral de la princesa en la Abadía de Westminster. Fue él mismo, amigo de la princesa, el que se encargó de presentar a William y Harry que subieron al escenario con energía y complicidad. Manteniendo las reglas jerárquicas, Harry rompió el hielo con un breve saludo y William, que todavía no dominaba los discursos como ahora y se apoyó en una pequeña tarjeta que llevaba en la mano y abrió un espectáculo que contó con figuras de primera línea de todos los ámbitos. Desde Tony Blair hasta Nelson Mandela, desde el Ballet Nacional hasta P. Diddy.
Así fue como se tomó esa foto, en un día en el que William y Harry ejercieron de anfitriones y en el que no faltó nadie, incluidas Kate Middleton y Chelsy Davy; además de una buena selección de familiares Windsor, Spencer y Middleton. Todavía faltaban tres años para el compromiso matrimonial, así que evitó la fotografía de los actuales príncipes de Gales juntos, sin embargo, el príncipe Harry se sentó junto a Chelsy Davy, a la que inclusó besó durante el concierto, su caso era distinto, él no es el futuro rey.