Balcón | La fórmula 40-40-20 en Chihuahua
– El endoso de lonjas políticas en campaña
– Empate técnico y otros escenarios
Un debate poco o nada cambia el estado de cosas en una contienda electoral. Los estrategas saben perfectamente que los debates son solo un concurso de esgrima verbal e imagen, aunque en la realidad que flashea el IEE y su peculiar manera de manejar los segundos, ni siquiera lleguen a eso. Así, en estos ejercicios poco o nada se gana y poco o nada se dice.
Esto lo pudimos corroborar nuevamente en el debate del jueves pasado, cuando los ciudadanos presenciamos un encuentro entre los candidatos a la gubernatura de nuestro estado que no pudo ser más insustancial.
La tónica fueron los señalamientos, las acusaciones y los ataques, mientras que los discursos estructurados y las propuestas de Gobierno fueron los grandes ausentes. Las preguntas preparadas para el evento fueron bastante malas. Lo bueno es que ningún candidato se preocupó realmente por responder alguna.
Más allá de los debates, la fórmula clásica de un proceso electoral sigue vigente y, en toda elección, del total de la lista nominal de electores, hay aproximadamente un 40 por ciento de electores que integran el voto duro de cada organización política y que no se moverán. Pase lo que pase, su elección ya está hecha.
Generalmente otro 40 por ciento ya decidió no ir a votar y de allí no se moverá. Así de grande es el porcentaje de electores que prefiere descansar un domingo de elecciones antes que caminar hasta una casilla. Su elección es no participar.
Y finalmente, señoras y señores, tenemos al elector estratégico, el tipo de elector que termina como el verdadero decisor en una contienda cerrada. Estos electores son los que usan su muy personal criterio, los que se ponen sus moños o roñosos al momento de decidir, los que dicen que emitirán su voto dependiendo de las personas o las propuestas.
En un escenario tan cerrado como el que hoy tenemos en Chihuahua entre los candidatos punteros del PAN y de Morena, el elector estratégico se convierte en el centro de atención de los estrategas electorales. A ellos se les suele dedicar gran cantidad de recursos en la campaña para intentar convencerlos.
Si bajamos esta fórmula del 40-40-20 a la elección de Chihuahua, fórmula que es solo un punto de referencia para plantear escenarios, tenemos que en nuestro estado, de acuerdo con algunas casas encuestadoras, del total de la lista nominal electoral solo del 45 al 50 por ciento de los electores participarán este próximo 6 de julio.
Entonces, si sostenemos que el voto duro es del 40 por ciento y votarán solo el 45 al 50 por ciento del total de los electores, podemos decir que esta será una elección definida por el voto duro de los partidos punteros. Será una elección de fieles, pero también una elección en donde ese 5 o 10 por ciento de los electores estratégicos, que no pasarán a engrosar las filas del abstencionismo, pueden ser el fiel de la balanza en los resultados. También sostenemos que la chiquillada toma en este contexto una importancia significativa.
Y usted, estimado lector, ¿qué tipo de elector es?
A Mirone seguido le preguntan por qué los datos de una misma casa encuestadora, en Juárez o Chihuahua capital, muestran diferentes datos de intención de voto para gobernador y para presidente municipal. Este es un fenómeno que se observa en los candidatos de todos los partidos.
Hay varios motivos: esto pasa porque aunque la contienda por la gubernatura y las presidencias municipales se desarrolla en el mismo espacio geográfico, son elecciones diferentes, pero sobre todo porque cada una de ellas tiene un distinto nivel de competencia.
También sucede por motivos políticos, calentando los cuartos de guerra de los punteros y generando la percepción de que los candidatos a presidentes municipales no están apoyando lo suficiente a las campañas del candidato a gobernador/a.
Los morenos le cuestionan a Marco Quezada que se haya diferenciado en la comunicación y propaganda del diseño de la campaña institucional de Juan Carlos Loera y los panistas le cuestionan a Mocken que no le endose a Maru Campos toda su intención de voto, mientras los crucistas le gritonean a los morenos que Loera no hace lo suficiente para apoyarlos con la marca Morena en la frontera.
En esta campaña nadie estará endosando su capital político a otro perfil porque, como diría el filósofo de Rubio: “Corren el riesgo de que en el endoso el beneficiario no engorde y ellos terminen más flacos de lo que empezaron”. Para qué pasarle lonjas al de al lado, si cada quién puede comerse solo sus tacos.
Así lo ve Mirone cuando revisa datos de intención de voto tan diferentes entre Maru y Mocken o entre Cruz y Loera en Juárez. En la capital, Bonilla se olvidó en alguna esquina los 200 mil votos de diferencia que ganó Maru, un reclamo que ya le llegará, porque puede provocar un boquete que hunda la llegada del barco de Maru al palacio chihuahuita. Al otro Marco, el de Morena, le puede pasar lo mismo, que no achique la diferencia y no le dé a Loera el empujón necesario para llegar al Gobierno estatal.
El voto útil expresa el deseo de que los diversos contrincantes se sumen al candidato puntero que parezca la mejor opción. Forzar a la disyuntiva bipartidista, o sea al voto útil, puede resultar un error estratégico donde el ganador sea el abstencionismo. Los arreglos en lo oscurito que argumentan basarse en el pragmatismo, creen que el electorado puede ser marcado con un fierro candente, como el ganado.
Parece difícil que en las dos últimas semanas de campaña, los porcentajes de cada partido cambien por la dimisión de algunos candidatos que están de la quinta posición hacia abajo, aunque si esto sucede con las bolsas electorales del tercero o cuarto, las expectativas aumentan, pero sin el fierro candente de la propiedad electoral no es seguro que también vengan los votos.
A 15 días de las elecciones las encuestas de Reforma y la de Massive Caller afirman coincidentemente que hay un empate técnico entre Maru Campos del PAN y Juan Carlos Loera de Morena.
En la contienda de las diputaciones, Mirone hace el siguiente escenario, para ir pensando: si Morena arrasa en Juárez con los 20 puntos de diferencia que tiene contra el PAN local, ganaría 4 de 9 distritos federales y 10 distritos locales de los 22. En el resto del estado el PAN ganaría sin problema los distritos federales 5, 6 y 8 (zona centro-sur) y los dos de la capital.
Los distritos federales 7 y 9, de Cuauhtémoc y Parral, agregan en la pelea a los priistas y MC. En síntesis: Morena con 4 distritos, 3 para el PAN y dos indefinidos. Del resto de los distritos locales fuera de Juárez, 10 serán seguros para el PAN y dos estarán en la disputa entre Morena, el PAN, MC y PRI.