JIRONES DE NUESTRA HISTORIA
Por: José Luis Jaramillo Vela
LA EXTRAORDINARIA E INCREÍBLE HISTORIA DE “LA JUANACATA”, MUJER ALTRUISTA, PATRONA Y BENEFACTORA DEL ISTMO DE TEHUANTEPEC… Y SEGÚN LOS “DÍCERES”, AMANTE FIEL DE PORFIRIO DÍAZ.
OLVIDADA POR LA HISTORIA OFICIAL DE MÉXICO.
La historia de esta extraordinaria mujer oaxaqueña, de origen muy humilde, forjada a sí misma desde cero, una mujer digna, altiva y respetable, a pesar de que su niñez y juventud transcurrió entre tropas y soldados, donde aprendió y vivió cosas que por lo general sólo atañen a los hombres; pero también aprendió a templar su carácter y a darse a respetar a como diese lugar.
Varios historiadores consideran a la Juanacata como la primera mujer mexicana política y diplomática, a pesar de que nunca ejerció la política ni ocupó ningún cargo de esa naturaleza; también fué la primera mujer empresaria e industrial en el Continente Americano, al formar sus propias y muy exitosas industrias y negocios que le permitieron ejercer una gran labor altruista; por estos motivos, un grupo de historiadores mexicanos han tratado de que esta gran mujer tenga el lugar, el reconocimiento y el respeto que merece en la Historia de México.
Los orígenes de La Juanacata.
Nació el 27 de noviembre de 1837 en Tehuantepec, Oaxaca bajo el nombre de Juana Catalina Romero Egaña, hija de Juan José Romero y de María Clara Egaña; familia de condición muy humilde, pero muy
trabajadores, su padre se dedicaba al cultivo de la tierra en el entonces casi virgen Istmo de Tehuantepec y también poseía un primitivo telar, con el que fabricaba burdas telas para los “enredos”, como se le llamaba al vestido de las mujeres tehuanas. Por su parte, su madre María Clara además de las labores hogareñas, se dedicaba a fabricar cigarrillos y puros de hoja, aprovechando la calidad del tabaco de la región.
Debido a la condición de extrema pobreza de la familia y a la escasez de escuelas en la región, Juana Catalina no asistió a la escuela, permaneciendo en estado de analfabetismo, fué hasta su edad adulta, cuando aprendió a leer y escribir. Su padre fallece cuando ella aún era una niña, entonces se vieron obligadas ella y su madre a cambiar de barrio y mudarse, ahí mismo en Tehuantepec a la casa de su abuela materna, quien la perfeccionó en el arte de elaborar puros y cigarrillos.
Popular entre la tropa.
Siendo todavía una niña, ya era una verdadera especialista en la elaboración de cigarros y puros, su abuela le enseñó el arte de hacerlos más agradables, agregando al tabaco una pequeña dosis de una mezcla de especias como clavo, canela y anís, y eso producía un sabor muy agradable a los fumadores y un aroma delicioso a quienes rodeaban al fumador. La precaria situación económica de ella y su madre, la obligó a salir desde que era una niña a vender su producción de cigarros, recorriendo las calles, el mercado y rematando su recorrido en los cuarteles, en donde los soldados eran su mayor clientela para sus cigarrillos y los oficiales y generales para sus puros.
Más rápido que pronto, la tropa la bautizó como “La Juanacata”, en referencia a sus dos nombres y con ése apodo, que a ella no le molestaba para nada, sería conocida por el resto de su vida. Y así transcurrió la niñez de la pequeña Juanacata, entre hombres, soldados y oficiales, gente dura y ruda, gente curtida en las duras batallas y guerras que se libraban en esa época, principalmente contra invasores extranjeros, pero también entre grupos políticos antagónicos que se disputaban el poder en México.
… y la niña se convirtió en una atractiva joven.
Desde luego que la Juanacata fué creciendo y desarrollándose, y en ese proceso natural, su cuerpo embarneció y se torneó en una bonita y seductora figura, además de una belleza singular, por supuesto que estos cambios físicos comenzaron a despertar las pasiones de los soldados y de la gente de la calle y nunca faltó el que se quiso propasar con la joven Juanacata; lo que no sabía mucha gente era que la Juanacata en sus muchos años de roce con los soldados, había aprendido a forjar su carácter, a hacerse respetar con toda su dignidad de mujer; aunque fabricaba y vendía cigarrillos y puros, ella no fumaba ni tomaba, pero Juanacata hacía cosas que estaban reservadas solo para los hombres: era una hábil jugadora de cartas, jugaba muy bien al billar y dominaba muy bien el manejo de las armas de fuego, del mosquete, la pistola y el manejo del sable, armas indispensables en los soldados de la época; también
tenía conocimientos de artillería, sabía usar el cañón. Era respetada y se hacía respetar de una manera muy digna.
La Juanacata hace gala de sus artes políticas y diplomáticas.
En 1856 se gestaban ya los primeros escarceos bélicos entre liberales y conservadores, que a la postre derivaría en la Guerra de Reforma; por ese motivo, los gobiernos eran una serie de vaivenes entre liberales y conservadores; en el Istmo de Tehuantepec, a veces gobernaban unos y luego los otros, siempre en actitud belicosa entre ambas partes y esa situación generaba mucho nerviosismo e incertidumbre entre la población de la región.
En esa época, la Juanacata contaba con diecinueve años de edad y continuaba con su actividad de venta de cigarrillos y puros; sin embargo, todos los jefes militares y políticos que llegaban a la región eran sus asiduos clientes, por lo que desarrolló una muy buena relación con ellos, de tal modo que ya fueran liberales o conservadores, ella estaba en muy buenos términos con todos.
Apenas era una jovencita, pero la Juanacata se da cuenta de que se había ganado el respeto de todos y decide hacer algo para lograr la paz en la región del Istmo de Tehuantepec; reúne a los jefes de ambos bandos y logra una convivencia pacífica en toda la región del Istmo. Cada vez que llegaba un jefe político nuevo de ambos bandos, la Juanacata intervenía con sus buenos oficios diplomáticos para que no se rompiera la armonía; durante dos años la Juanacata mantuvo el orden y la convivencia en el Istmo de Tehuantepec en base a pura diplomacia, algo que no sucedía en el resto del país.
Aparece en escena Porfirio Díaz.
En enero de 1858 ya con el inicio de la Guerra de Reforma, el Presidente Benito Juárez designa al Capitán Porfirio Díaz para hacerse cargo como jefe político y militar del Istmo de Tehuantepec, con la encomienda de derrotar a los conservadores en esa región; el Capitán Díaz que entonces tenía 28 años de edad, ya conocía de los logros de la Juanacata en la pacificación de la región; pero ahora era diferente, había estallado la Guerra de Reforma y ni liberales ni conservadores estaban dispuestos a la convivencia armónica mientras uno no derrotara al otro.
Como hacía con todos los jefes que llegaban, la Juanacata se presentó ante el Capitán Porfirio Díaz a ofrecerle sus aromáticos productos tabacaleros, a Porfirio le llamaba la atención saber que una jovencita de 21 años vendedora de cigarros tuviera pacificada a toda la región durante dos años. De inmediato Porfirio notó la escultural figura de la Juanacata y su natural belleza, pero también notó su altivez, su prestancia y el respeto que infundía su juvenil presencia; por su parte para la Juanacata tampoco pasó desapercibido el porte, la gallardía y la imponente y recia personalidad del Capitán Díaz.
La Juanacata entendió muy bien que las cosas habían cambiado, se declaró liberal y juarista y se puso a las órdenes de Porfirio Díaz para ayudarle en lo que él considerara conveniente y Porfirio aprovechó
las dotes políticas y diplomáticas de la Juanacata para que continuara su relación política con los conservadores o “patricios” como él los llamaba y desde esa relación obtener información acerca de los movimientos y planes de los conservadores, para poder atacarlos o neutralizar sus acciones. De esa manera la Juanacata proveía de información valiosa para Porfirio y los liberales.
Una relación de ese tipo generaba reuniones constantes para evaluar la información y esto dió pie a las habladurías acerca de un supuesto romance entre el Capitán Porfirio Díaz y la Juanacata, mismo que nunca se comprobó y tampoco hubo jamás alguien que los hubiera visto en actitud romántica o erótica, pero la vox populi es la voz de Dios, sea o no sea verdad. Nunca se supo de alguna carta romántica entre ellos dos, ni de alguna cita en algún lugar, pero la gente de Tehuantepec creía que si había un romance ahí, pero muchos lo veían como algo que de ser cierto, no era de su incumbencia.
La Juanacata, a sus 21 años ya poseía una pequeña fortuna personal, producto de su esfuerzo y sacrificio desde su niñez; es verdad que en ocasiones la Juanacata, de su propio dinero, cubrió los pagos de la nómina de las tropas de Porfirio Díaz en Tehuantepec, al retrasarse los pagos federales por motivo de la guerra; también es verdad que Porfirio Díaz aceptó ese apoyo de la Juanacata para sus tropas, pero nunca para cubrir su salario personal, prefería esperar la llegada del pago y acogerse a lo que su tropa, que admiraba ese gesto le compartiera, eso lo unía más a sus soldados. La Juanacata nunca le cobró a Porfirio esos favores económicos, sin embargo, Porfirio le hizo llegar cada peso del apoyo a sus tropas.
Benito Juárez llama a Porfirio Díaz a otra misión y la Juanacata inicia su despegue empresarial.
Al ganar la Guerra de Reforma, las necedades del Presidente Juárez, su idea de acabar con el clero y con los ricos le trajo muchos problemas con otros países y los problemas con los conservadores no se terminaron, aunque mantenía una excelente relación con el Presidente de Estados Unidos Abraham Lincoln, tenía serios problemas con el Vaticano y la potencia mundial en ese momento, ni más ni menos que con Napoleón Bonaparte, Emperador de Francia, por lo que ante la inminente segunda invasión francesa, manda llamar a Porfirio Díaz a la defensa de la Patria.
Mientras tanto la Juanacata, con el producto de sus ahorros establece una fábrica de puros y cigarros en Tehuantepec, ya no era una producción casera, buscaba industrializar el tabaco, así que con la ayuda del ahora Coronel Porfirio Díaz, logró que el Presidente Juárez la apoyara con un viaje a Cuba, para conocer y aprender sobre la manufactura de el tabaco, el puro y el cigarrillo; la Juanacata regresa de Cuba y emprende su fábrica de puros y cigarros, convirtiéndose en la primera mujer empresaria industrial del continente americano y comienza su despegue económico. Se trajo de Cuba las técnicas y secretos en la elaboración de puros y cigarrillos, pero nunca les reveló a ellos sus secretos para aromatizar el tabaco.
La Juanacata era muy respetada y comenzó a ser muy querida en la zona de Tehuantepec, pronto diversificó sus negocios, estableció una serie de locales comerciales en toda la región en donde vendía sus productos de tabaco, abarrotes, artículos para el hogar, ropa, etc. y abrió un negocio de importación de artículos diversos llegados desde Europa a Veracruz, donde los embarcaba hacia Oaxaca; el común
denominador en todos sus negocios era que ofrecía fuentes de empleo exclusivamente a personas de la región, su éxito empresarial y comercial le permitió empezar a hacer obras de caridad y de beneficio social en todo el Istmo de Tehuantepec, debido a esos dos factores, el respeto que le tenían se convirtió en verdadero cariño popular.
En 1867, se suceden una serie de eventos en la vida de la Juanacata que impactaron de manera muy positiva no solo en ella, sino en la región del istmo. Primero, ya contaba con treinta años de edad y todavía no sabía leer ni escribir, aunque ya tenía mucha influencia en la región; acude a la Arquidiócesis de Oaxaca con el Arzobispo Eulogio Gillow y Zavalza para solicitar más párrocos e iglesias en la zona del istmo, Gillow le responde creando la Diócesis del Istmo, y envía al Obispo José Mora y al Sacerdote Alberto Cajigas para reforzar la labor parroquial; el Obispo Mora se da cuenta de su analfabetismo y la enseña a leer y escribir y los conceptos básicos de la aritmética.
Segundo, llega a Tehuantepec el sacerdote francés Charles Etienne Brasseur, que además es arqueólogo e historiador, quien queda impactado por la belleza y la fuerte personalidad de la Juanacata y la nombra “Didjazá”, que en la mitología zapoteca era una enigmática mujer de imponente belleza y a la vez temida y respetada; aunque Brasseur llegó en misión pastoral, la Juanacata, gracias a sus excelentes relaciones con el Arzobispo Primado de México, Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos lo convenció para que Brasseur trabajara en el rescate de las tradiciones históricas y culturales de Tehuantepec, así como rescatar “La Fiesta de la Zandunga” y darle un sentido de identidad y pertenencia a la gente del istmo.
Tercero, ese mismo año, la Juanacata adquiere una finca cañera en decadencia en La Mixtequilla, cerca de Tehuantepec, a dicha finca la llamó “Finca Santa Teresa”, muchos le aconsejaron convertirla en finca ganadera, pero ella decidió seguir sembrando caña; luego, en Salina Cruz consiguió una vieja caldera de un buque varado y con ella se puso a obtener azúcar y compró un alambique para destilar aguardiente, creando más fuentes de empleo. La Juanacata emprende un segundo viaje a Cuba, que era el mayor productor de azúcar en el mundo, para aprender lo último en el procesamiento de la caña de azúcar; de Cuba se trae no solo conocimientos, sino mejores variedades de caña para mejorar la calidad de su azúcar y de sus aguardientes y rones.
Porfirio Díaz asume la Presidencia de la República… y la Juanacata, feliz.
En 1877, el General de División José de la Cruz Porfirio Díaz Mori, asume el cargo de Presidente de México, considerado como un auténtico héroe militar; la Juanacata, feliz de la vida le escribe una carta en la que lo felicita, se pone a sus órdenes y le pide respetuosamente que no se olvide de sus paisanos oaxaqueños ni de sus amistades. Lo que la Juanacata pretendía era aprovechar su gran amistad con Porfirio para lograr beneficios en el Istmo de Tehuantepec.
La Juanacata le dice a Porfirio que se necesitan por lo menos diez escuelas en la zona del Istmo de Tehuantepec y muchas más en todo Oaxaca y le dice “Tú construye las escuelas, yo me encargo de los maestros”; la respuesta presidencial fué: “Las tendrás”, y Porfirio cumplió, Juanacata consiguó con el Obispo Gillow de Oaxaca que las madres Teresianas y Salesianas se hicieran cargo de la
educación de los niños en esas escuelas; la Juanacata insistió tanto, que Porfirio acudió a inaugurar las diez escuelas.
Posteriormente, la Juanacata le pide apoyo a Porfirio para organizar y relanzar el Festival de la Zandunga y celebrarlo anualmente; para ello la Juanacata rediseñó los ropajes típicos de las mujeres tehuanas, haciéndolos más vistosos y de mejor calidad, introdujo la guayabera y el sombrero de cuero en la indumentaria varonil y con el apoyo del padre Brasseur le dieron brillo a esta hermosa fiesta tehuana. Por supuesto, Porfirio asistió a inaugurar el relanzamiento del festival.
Juanacata veía que comenzaba a haber desarrollo en el país y le propone a Porfirio la construcción de un ferrocarril trans-iístmico que uniera a Coatzacoalcos, Veracruz con Salina Cruz, Oaxaca; Porfirio acepta la idea e inicia con la construcción del ferrocarril, asistiendo al inicio de la obra. En ese acto inaugural, el,Presidente Porfirio Díaz invita a los embajadores de Inglaterra, Alemania, Japón y Estados Unidos y ahí públicamente Díaz reconoció a la Juanacata por sus aportes a la guerra contra los franceses, al desarrollo del país y promotora fundamental del Ferrocarril del Istmo. Según algunos historiadores, la Juanacata contribuyó gestionando ante Porfirio Díaz la realización de otras rutas ferroviarias en el país.
Juanacata para el mundo.
Las industrias de la Juanacata estaban en su apogeo, tanto la tabacalera, la azucarera y la de destilación, se había propuesto elaborar productos de máxima calidad, para exportación; por otra parte, sus múltiples negocios marchaban de manera muy exitosa. A partir de aquí, Juanacata se propone exportar sus productos e inicia cambiando el nombre de su azucarera, llamándola JCR Azúcar, que producía azúcar refinada, azúcar morena, piloncillo, aguardiente de caña y ron; contrata a Don Alberto García y su esposa Juana Gallegos para manejar la industria y mantener un nivel de máxima calidad.
En 1904 asiste a Saint Louis, Missouri a la “Louisiana Purchase Exposition”,donde obtiene la medalla de oro como el azúcar de más alta calidad en el Continente Americano, recibiendo un reconocimiento de la United Fruit Company, con quien firma contrato para comercializar su producto en el continente americano; al año siguiente, asiste a la “Great Exhibition of the Works of Industry of All Nations”, celebrada en Londres, Inglaterra, ahí su azúcar marca “Santa Teresa de Jesús” obtiene la medalla de oro como el azúcar de más alta calidad en el mundo.
Con estos reconocimientos se le abren las puertas del mundo, no solo a su azúcar, sino a todos sus productos, incluidos los de su industria tabacalera; durante su estancia en Londres, concertó negocios de exportación a Inglaterra, Francia, España, Portugal, Turquía, Italia e Israel y Alemania, países que también visitó.
Su obra política, diplomática, social y altruista.
Juanacata nunca desempeñó ningún cargo político ni diplomático, sin embargo los historiadores clasifican como legado diplomático el haber concertado la paz en el Istmo de Tehuantepec durante dos años, siendo una jovencita de 19 años; consideran como legado político las innumerables gestiones que hizo ante diferentes gobiernos e instancias, en beneficio de Tehuantepec, incluido todo el apoyo que gestionó con Porfirio Díaz, cuya cereza del pastel fue lograr la construcción del Ferrocarril Trans-ístmico; también se le atribuye el haber gestionado la construcción de rutas ferroviarias en otras partes del país.
Como legado social están las muchas escuelas que con su propio dinero construyó y mantuvo en todo el Estado de Oaxaca y que producto de sus dos entrevistas personales con el Papa León XIII en el Vaticano logró que el Papa ordenara que monjas de diferentes órdenes se hicieran cargo de la educación de los niños en sus escuelas, a cambio de que se implementaran los postulados de la Encíclica Rerum Novarum; también estas dos entrevistas de Juanacata con el Papa León XIII, sirvieron para restablecer los lazos con el gobierno mexicano. También esto se le reconoce como legado diplomático.
Su legado altruista es incontable, ayudaba de muchas formas a la gente necesitada, porque ella surgió de ahí, de la necesidad; ayudaba con dinero, con alimentos, con medicamentos, con cuentas de hospital, hubo infinidad de niños de los que ella se hizo cargo de su educación, de su ropa y de su alimentación; en 1904 financió los gastos y sueldos de todo el personal médico que atendió la epidemia de viruela que azotó al Istmo; se hizo cargo de todos los gastos de las monjas que envió el Papa León XIII para su escuelas; construyó y sostuvo dormitorios para estudiantes; construyó la Catedral de Tehuantepec, a la que le puso pisos de mármol de Carrara; construyó el Mercado Central de Tehuantepec, construyó el Palacio Municipal de Tehuantepec y financió las obras de embellecimiento de Tehuantepec, Oaxaca
Datos, anécdotas y el final de la Juanacata.
Mucho se ha comentado acerca de los supuestos amoríos entre Porfirio Díaz y la Juanacata, pero no existe ninguna prueba de ello, únicamente rumores, sospechas y especulaciones; se dice que si acaso hubo romance, lo más probable es que ambos lo hayan olvidado muy pronto; lo que si existió fue una sólida, verdadera y duradera amistad entre ambos personajes.
Otro aspecto, es que Porfirio siendo Presidente siempre se hacía acompañar por su esposa, Doña Carmen Romero Rubio, por lo tanto, las tres veces que lo acompañó a Tehuantepec, no se iba a exponer a un escándalo público; doña Carmen sabía de los rumores, pero también estaba consciente de que en caso de ser ciertos, habría sido mucho tiempo atrás.
En 1994, la empresa Televisa lanza al aire la serie histórica “El Vuelo del Águila”, en la que el papel de la Juanacata es interpretado por la actriz Salma Hayek; causó verdadera indignación en el Istmo el ver como se satirizaba a su benefactora, a su “Mamá Grande”, como si fuera una vulgar mujerzuela teniendo amoríos con el joven Capitán Porfirio Díaz (interpretado por el actor Humberto Zurita); esto provocó miles de protestas de ciudadanos y autoridades oaxaqueños hacia la empresa televisora y el gobernador Diódoro Carrasco Altamirano, solicitó revisar la historia para poner a la Juanacata en su contexto original; el entonces propietario de la televisora, Emilio Azcárraga Milmo tuvo que enviar a
Tehuantepec al historiador Enrique Krauze y al productor de la serie Ernesto Alonso a ofrecer las disculpas por haber tergiversado el personaje.
Juanacata nunca se casó ni tuvo hijos, pero si adoptó a Mariano, hijo natural de Juana Gallegos, a quien le dió sus apellidos; Mariano Romero Egaña, hijo adoptivo sí se casó y tuvo familia, actualmente sus descendientes son los herederos de los bienes de Juanacata.
En la actualidad los municipios del Istmo y el Gobierno del Estado de Oaxaca están en tratos para comprar la mansión de Juanacata en Tehuantepec, con el fin de instalar el “Museo Histórico del Istmo de Tehuantepec”.
Juana Catalina Romero Egaña, la Juanacata, un ejemplo de mujer digna, primera empresaria de América, mujer muy querida y respetada en el Istmo de Tehuantepec, benefactora y Mamá Grande de Tehuantepec, Salina Cruz, Ixtepec, Ixtaltepec, Juchitán, Puerto México, Veracruz-istmo y Chiapas, símbolo de la mujer zapoteca, la Juanacata ya muy enferma de cáncer, fallece el 19 de octubre de 1915 en Orizaba, Veracruz cuando viajaba a la Ciudad de México para hospitalizarse. Tres meses antes, había fallecido Porfirio Díaz en París, Francia.
Fuentes Bubliográficas:
+ oaxaca.com.mx/indelebles}
+ comitemelendre.com.mx
+ oaxaca.quadratín.com.mx
+ panopticoixhuateco.wixsite.com
+ meganoticias.mx
+ imparcialoaxaca.mx
+ despertaferro-ediciones.com
+ eleconomista.com.mx
+ ermoquisbert.tripod.com
+ diplomaciacultural.mx
+ es.wikipedia.org