POR CARLOS JARAMILLO VELA
Postura de AMLO ante la Cumbre de las Américas: estrategia política.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha continuado en el centro de la controversia generada por él en torno a la Cumbre de las Américas, próxima a realizarse en la ciudad de Los Ángeles, California, Estados Unidos. Controversia que ciertamente fue alimentada por el mismo presidente mexicano al tratar de presionar al gobierno estadounidense para que invite a dicho evento a los presidentes de Cuba, Venezuela y Nicaragua, a pesar de los cuestionamientos que en materia de respeto a las normas democráticas y a los derechos humanos pesan entorno a estos mandatarios latinoamericanos.
Ante la repercusión de las declaraciones del presidente López Obrador, que incitaron otros líderes a manifestar también su posible inasistencia a la reunión cumbre si se excluía de la misma a los tres países mencionados, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se vio obligado a enviar al ex senador Christopher Dodd, en calidad de representante diplomático, para dialogar con el jefe del estado mexicano. Esto revela que el actual titular del poder ejecutivo en nuestro país se convirtió en un vecino incómodo para la administración del presidente norteamericano, y en particular para la organización de la Cumbre de las Américas.
Quizá para el presidente Andrés Manuel López Obrador no sea la principal preocupación la eventual presencia o ausencia de Miguel Díaz Canel, Nicolás maduro y Daniel Ortega en el magno evento americano, pues tal vez el verdadero propósito de la escaramuza protagonizada por él sea la obtención de dividendos políticos en el plano interno de nuestro país, es decir, de naturaleza electoral. Durante el desempeño de su gestión gubernamental ha sido palpable y manifiesta la forma en la que el mandatario mexicano ha intervenido para tratar de ejercer influencia electoral dentro o fuera de los procesos electorales. Las declaraciones presidenciales en torno a grupos o sectores específicos de la sociedad, así como la personal manera bajo la cual el presidente concibe ciertos aspectos de la vida política y social del país, han sido el dogma cotidiano expresado a través de su discurso diario, emitido en las conferencias de prensa mañaneras encabezadas y dirigidas por el mismo presidente. Esta forma de operar es, evidentemente una especie de campaña electoral de carácter permanente.
Las expresiones frecuentemente usadas por el presidente López Obrador para tratar de marcar una diferencia entre su gobierno y “los otros”, entre el ahora y el “antes”, entre él (“liberal”) y los que no piensan como él (“conservadores”), entre los actuales servidores de la nación “honestos” y los anteriores funcionarios “corruptos”, denotan la muy peculiar forma en la cual el presidente juzga –con o sin razón- la realidad en la que vive, y necesariamente conducen a deducir que el interés principal del mandatario es el aprovechamiento del podio presidencial para
desplegar sistemáticamente una acción de adoctrinamiento ideológico de manera permanente, es decir, una campaña electoral ininterrumpida.
El desenlace de la conversación sostenida entre el diplomático Christopher Dodd y el presidente Andrés Manuel López Obrador, aún se desconoce, púes este último ha dicho que será la semana próxima cuando definirá si asiste o no a la Cumbre de las Américas. Sin embargo, el presidente López Obrador está en lo suyo y ha conseguido una vez más su objetivo, es decir, ha logrado atraer hacia sí las miradas y los reflectores de una buena parte del mundo, gracias a su habilidad para sacar provecho político de las circunstancias.