La columna
POR CARLOS JARAMILLO VELA
· El saldo del conflicto por el agua de Chihuahua.
Finalmente, el conflicto por el agua de las presas de Chihuahua derivó en la muerte de Jésica Silva, esposa del agricultor Jaime Torres, así como en las graves lesiones sufridas por este, todo ello a manos de la Guardia Nacional. Esto le ha complicado el escenario al presidente Andrés Manuel López Obrador. Desde un principio, a comienzos del presente año, la postura presidencial ha sido rígida, pues en todo momento el mandatario nacional y la Comisión Nacional del Agua (CNA) se han negado al diálogo con los agricultores, y contra la voluntad de éstos el presidente ordenó el traslado del Ejército y la Guardia Nacional para posesionarse de las presas “La Boquilla”, “El Granero” y “Las Vírgenes”, con el fin de extraer de éstas el escaso y preciado recurso hídrico para enviarlo a Estados Unidos, en pago del tratado internacional de límites y de aguas firmado hace 76 años con el país vecino.
Chihuahua es un estado con importante actividad agrícola y ganadera, donde el agua es un recurso muy preciado porque llueve poco; además, este año se registra una dura sequía. Esto no parece preocupar al primer mandatario del país. Los agricultores temen que la CNA vacíe las presas, y no exista agua para las siembras y plantaciones durante el año próximo.
Los trágicos hechos ocurrieron durante la noche del pasado martes 8 de septiembre, horas después de la tarde de ese día cuando cientos de agricultores –algunos aseguran que fueron miles- armados de valor se enfrentaron cuerpo a cuerpo con los elementos militares, logrando el retiro de éstos de la presa “La Boquilla” así como la recuperación de las instalaciones y el cierre de una de sus válvulas de desagüe. Hoy, el luto y el malestar invaden a la comunidad agrícola y a la sociedad en general, por la muerte causada a la señora Jésica Silva, y las graves heridas provocadas a su esposo Jaime Torres, debido al exceso cometido por los miembros de la fuerza pública. Se afirma que los oficiales dispararon a sus víctimas por la espalda.
El fatal desenlace, cuya trascendencia social y política es innegable, ha hecho que resulte impensable la posibilidad de una nueva instrucción de presidente López Obrador para que los militares vuelvan a posesionarse de las principales presas chihuahuenses, mismas que desde el punto de vista material ahora se hallan bajo el control y custodia de las airadas mujeres y hombres del campo. El presidente jamás supuso que los agricultores de Chihuahua fueran capaces de obligar a los militares a entregarles las presas. Quizá Andrés Manuel López Obrador subestimó a los chihuahuenses porque desconoce el temple indomable de las mujeres y los hombres de esta tierra, quienes son capaces de dar su vida por su patrimonio y sus familias. El costo ha sido alto para ambas partes: Por un lado, Jésica perdió la vida dejando en el desamparo a Jaime y los menores hijos de ambos, así como lastimada la dignidad de los agricultores y del pueblo de Chihuahua; por el lado
opuesto, AMLO perdió la posesión que mediante el uso del poder y la fuerza venía ejerciendo desde hace ocho meses sobre nuestras principales presas.
El conflicto del agua de Chihuahua escaló al nivel de noticia nacional, tanto por la injustificada muerte ocasionada a una persona inocente, así como por la falta de sensatez y sensibilidad política del Gobierno de México. La negligente obstinación hizo crecer el problema, y terminó derrotada por una ira colectiva cuyos sentimientos de injusticia e impotencia fueron superiores a la cerrazón y el desdén en los que las autoridades se enfrascaron. Los falsos argumentos dirigidos a la minimización o descalificación del asunto han sido un elemento constante en el discurso del Presidente. Malos manejos del agua para beneficio de algunas personas influyentes; “intromisión de “grilla” por intereses político-electorales; y/o la supuesta garantía de la suficiencia de agua para el próximo ciclo agrícola; han constituido la esencia de las explicaciones mediante las que AMLO ha intentado desacreditar el legítimo reclamo y lucha de las y los agricultores.
El titular del Poder Ejecutivo recibió en varias ocasiones cartas públicas y privadas mediante las cuales se le solicitó la atención al problema. Tales misivas fueron enviadas por los productores agrícolas y organismos empresariales; lo mismo hicieron Fernando Baeza, Patricio Martínez y Reyes Baeza, ex gobernadores del Estado. La solución nunca llegó, la Presidencia de la República siempre evitó darla. La disputa por el agua de las presas de Chihuahua segó la vida de Jésica, dejó mal herido a su consorte Jaime, y terminó ahogando al presidente Andrés Manuel López Obrador, principal responsable del conflicto.
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