La clase obrera pone la cuota más alta de muertos por la infección
Por Froilán Meza Rivera
En la planta maquiladora Smith Medical de Tijuana, una obrera comenzó a sentirse enferma en los primeros días de mayo. Le pidió a su supervisor que la mandara a casa a pasar la pasar la cuarentena, pero la obligaron a seguir trabajando y no le dieron ni un día de descanso de los que estaba pidiendo. Su caso se cuenta entre los más dramáticos conocidos. Ella estaba contagiada de Covid-19, y en la casa, sin ninguna atención ni tratamiento médico, contagió a todos en su familia: sólo sobrevivió su esposo Juan, quien ahora está exigiendo una disculpa a la Smith Medical. Esta empresa produce respiradores para el tratamiento de enfermedades respiratorias que, en la actual emergencia sanitaria, son cada vez más cotizados por los gobiernos. La firma saltó a la fama pero no por el caso de la obrera muerta por negligencia de los patrones, sino porque se negó a vender sus respiradores al gobierno de Baja California, lo que causó indignación, dada la alta incidencia de infectados y de muertos en esa entidad. Smith Medical sigue trabajando como si no hubiera pasado nada.
En el estado de Baja California, de los más de 500 muertos por coronavirus, el 80 por ciento, más de 400, eran obreros de la industria maquiladora. “Suman 519 muertos por Covid-19 en BC; 432 eran empleados de maquilas”, reportó La Jornada. En la empresa Clover Wireless hubo un brote comunitario: 6 obreros murieron. Los trabajadores decidieron protestar y la empresa fue clausurada el 24 de abril, pero regresó al trabajo el 4 de mayo. Igual que la Clover de Tijuana, en Ciudad Juárez, decenas de empresas maquiladoras que habían cesado actividades porque su producción era considerada como “no esencial”, volvieron a trabajar y mandaron llamar a sus obreros para continuar labores normalmente, sin haberlos capacitado, sin haber sometido al personal a los cursos de capacitación que en el papel manifestaron y juraron ante los inspectores laborales que iban a hacer. Muchas maquilas ni siquiera pasaron por ese trámite inútil. ¿Para qué?
Parece que la verdadera epidemia en México son los patrones inconscientes y rapaces, en complicidad con las autoridades que, por negligencia, por incapacidad o por mera solidaridad entre miembros de la clase dominante, se hacen de la vista gorda y permiten que sucedan estos actos, verdaderos homicidios planeados y cometidos con premeditación, alevosía y con la gigantesca ventaja que les otorga su poderío económico.
En Ciudad Juárez, según estiman algunos sindicalistas, hay por lo menos 104 obreros muertos por Covid-19, expuestos al virus y contagiados en el ambiente de sus labores. Uno de esos casos es el de Ramón García, quien trabajaba como operario en la empresa Wistron. El trabajador pidió guardarse en cuarentena, pues se sintió mal, expresamente con los síntomas típicos del coronavirus que han sido dados a conocer. “Le dieron unas pastillas para volver al trabajo de la línea”. Murió, por supuesto, y su homicidio se encuentra, también, en la total impunidad. Recordamos que en Regal y Lear también hubo brotes comunitarios y muertos. De esta última maquiladora cayeron muertos seis en el Hospital Regional número 66 del Instituto Mexicano del Seguro Social. Otros pacientes con cuadros respiratorios y con síntomas similares al coronavirus, se recuperan en casa.
Sumados tan solo los 400 trabajadores de maquiladora muertos de Baja California y los alrededor de 100 obreros de Juárez, tenemos un resultado terrible. Poco más del 10% de los muertos por coronavirus son obreros maquiladores, sin tomar en cuenta que seguramente hay cifras de trabajadores muertos que no estén registradas. Hay un registro extraoficial de más de 200 personas
de Ciudad Juárez que han fallecido por Covid-19, contadas tan sólo entre empleados de las empresas maquiladoras, de acuerdo a la abogada laboralista Susana Prieto Terrazas. Volviendo a Tijuana, la mortalidad fuera de los hospitales se incrementó drásticamente durante el pico de la pandemia, que dura ya alrededor de 10 días de subidas sin fin. De la estadística que fue documentada por el sistema de emergencias médicas de la Cruz Roja Tijuana y que fue objeto de estudio por analistas locales y otros de la Universidad de California, se colige un incremento en decesos de personas en casa o camino al hospital, con sintomatología relacionada a padecimientos respiratorios. En menos de un mes, 329 personas murieron en su casa con síntomas asociados a la enfermedad del coronavirus. Pero al respecto, la Secretaría de Salud únicamente reconoce ocho.
Otros hechos inquietantes dan una idea más aproximada a la verdad: la saturación de cuerpos en funerarias y la alta demanda en inhumaciones, también revelan la gravedad de la crisis sanitaria en Tijuana, y que es algo que no se expresa en los números reportados por la Secretaría de Salud estatal. Leímos la noticia de que 329 personas fallecieron entre el 14 de abril y el 11 de mayo, en su domicilio o a bordo de una ambulancia de la Cruz Roja que los trasladaba a un hospital que fue adaptado especialmente para pacientes de coronavirus. Esa cantidad significó un incremento del 145 por ciento (195 pacientes) en eventos de muertes extrahospitalarias, si se comparan con el registro estadístico de años anteriores, relacionados con sintomatología de enfermedades respiratorias, pero que faltan en los registros oficiales que describen la enfermedad Covid-19 en Baja California. Los medios informativos de esa frontera dan cuenta de que de los 438 decesos reportados por la Secretaría de Salud al viernes 22 de mayo pasado, solamente 8 se identificaron como fallecimientos fuera de hospital.
La clase obrera, que es la protagonista de la historia contemporánea y forjadora de toda la civilización y de sus avances técnicos, tecnológicos, científicos, artísticos, culturales y sociales de todo tipo, es también la creadora, junto con las otras clases trabajadoras y explotadas de toda la riqueza que se produce en el mundo y en nuestro país. Su protagonismo no se agota ahí: los obreros, en conjunto con los campesinos pobres y todos los asalariados de México habrán de ser asimismo los hacedores de la nueva sociedad que seguirá a la actual. Una en la que dominen los intereses de todos los trabajadores y de todos los explotados.