El rostro de Florence Pugh lo dice todo: la peligrosa moda que critican los músicos llega a las estrellas de cine
La actriz recibió un golpe en la cara con un objeto arrojado en el panel de ‘Duna – Parte Dos’ en Brasil
La actriz nominada al Óscar se encontraba posando para los fotógrafos junto a sus compañeros Timothée Chalamet, Zendaya y Austin Butler el pasado domingo, cuando un objeto arrojado desde la audiencia aterrizó volando sobre su rostro.
El momento no tardó en circular en redes sociales a través de un vídeo donde se puede ver a Pugh y al resto de actores reaccionando en shock mientras la actriz hace gestos de dolor y se agacha a buscar el objeto. No obstante, además del impacto del golpe, también se puede apreciar la velocidad con la que el objeto -aparentemente firme y robusto- la golpea con fuerza en la zona de la ceja derecha. A milímetros del ojo.
El altercado ocurrió momentos después de que la actriz de Midsommar hablara de su entusiasmo por haber participado en la secuela y encontrarse en Brasil con los fans. “Lo pasé genial entrando [al reparto] y pasando el rato con estas personas, y mucho más trabajando con ellos”, dijo. “Entrar aquí, el poder en esta sala, se debe a esa primera película, y lo sentimos cuando íbamos al set todos los días. Así que se siente realmente especial estar aquí con la segunda”.
Sin embargo, seguramente no terminó la velada con el mismo entusiasmo tras llevarse un golpe innecesario que deja en evidencia un comportamiento tan peligroso como necio. Y es que si bien la tendencia no es nueva, últimamente está alcanzando proporciones preocupantes entre artistas, llegando hasta el punto de provocar pánico al no saber desde qué esquina puede caerles un objeto pesado o cómo puede lastimarlos, a sus bailarines, músicos, etc.
DE ARROJAR BRASIERS A PROVOCAR PÁNICO ENTRE ARTISTAS
La tendencia de arrojar objetos se remonta a más de 150 años atrás, cuando nació el ritual de lanzar flores a las bailarinas de ballet en actuaciones celebradas para aristócratas de Europa. Sin embargo, la idea fue mutando con el paso de los años.
Las fans de Elvis Presley le arrojaban panties sobre el escenario como reflejo de la famosa fiebre sexual que provocaba el rey del rock con sus caderas. A Tom Jones lo bañaban de brasieres (incluso le arrojaban llaves de habitaciones de hotel en los ‘60s), al igual que a Sandro en Argentina y Luis Miguel en toda Latinoamérica…
Sin ir más lejos, Luis Miguel volvió a vivir el fenómeno en uno de sus conciertos en Chile el pasado mes de septiembre. Una tendencia que, con el tiempo, se convirtió en una expresión humorística, lúdica e inofensiva del fandom femenino.
Camisetas de selecciones de fútbol, banderas, cartas, ropa íntima… son algunas de las cosas que el público solía arrojar a los artistas sobre el escenario. Objetos livianos que no dañan a nadie cuando vuelan por los aires. Sin embargo, la situación ha escalado últimamente de una manera que ha perdido todo el raciocinio.
En pasado mes de junio, la cantante Bebe Rexha resultó herida en el rostro después de que un asistente lanzara un teléfono al escenario durante su espectáculo en The Rooftop at Pier 17 de la ciudad de Nueva York. La cantante tuvo que recibir puntos después del incidente y el ‘lanzador’ -un hombre llamado Nicolas Malvagna- fue arrestado por acusaciones de agresión.
Harry Styles incluso sufrió situaciones similares durante su reciente gira, recibiendo golpes de objetos arrojados hacia él sobre el escenario. Objetos que vuelan por sorpresa y, en alguna ocasión, lo golpearon en el rostro y cerca del ojo.
Drake también recibió el golpe de un teléfono en uno de sus conciertos hace unos meses y, la semana pasada, la cantante Ari Lennox reaccionó enojada cuando un asistente lanzó una botella en su dirección mientras estaba comenzando una canción en un concierto de California.
La moda esconde el potencial de provocar un accidente tan peligroso que Adele incluso reaccionó en uno de sus conciertos en Las Vegas, cuestionando que el público se haya olvidado de la ‘etiqueta’ en los shows en vivo. “Los reto, carajo. Te atreves a tirarme algo y te mataré”, dijo sin miramientos.
Billie Eilish comentó a ET que lleva “seis años” lidiando con la tendencia del público moderno de arrojar objetos sobre los escenarios, diciendo que es “exasperante”, mientras rogaba en la misma entrevista que dejaran de hacerlo. Taylor Swift también hizo un llamamiento a sus fans durante uno de sus recientes conciertos en Buenos Aires, confesando que le aterra la moda. Y aunque intercambiar objetos, como brazaletes de la amistad y sombreros, forman parte de la experiencia de los conciertos de Taylor, la cantante tiene sus límites.
“Realmente me asusta cuando tiran cosas al escenario. Porque si están en el escenario, un bailarín puede tropezar con ellas. Me encanta que hayan traído regalos y eso es muy lindo, pero ¿podrían por favor no tirarlos al escenario? Los quiero mucho», decía desde su piano.
Esta moda tan bizarra hace que uno se pregunte en qué está pensando la gente cuando lo hace. Sandro dijo en una ocasión que llegó a cansarse de levantar brasieres y ropa interior en sus conciertos porque le hacían perder la concentración. “Se convirtieron en mis peores enemigos”, dijo a La Nación en 2007. “Había creado toda esa imaginería sexy en escena, pero llegó un punto en el que preferí quedarme sólo con la música”, sentenció. Sin embargo, en la actualidad parecen sutilezas menores comparadas con el riesgo al que se enfrentan los artistas cuando se exponen al público.
‘¿Qué sentido tiene arrojar un teléfono u objeto pesado al artista de turno?’, me pregunto. Arrojar banderas, cartas, prendas de ropa se puede comprender. Después de todo son muchos los artistas que levantan esas banderas como herramientas de conexión con el público de los países que representan. La ropa íntima siempre estuvo ligada al sex appeal y engrandecimiento de la etiqueta de sex-symbol que rodea a un cantante masculino desde la época de Elvis Presley… pero, ¿arrojar objetos? ¿Qué se gana con eso?
Me pregunto si se trata de notoriedad. De un público que simplemente busca llamar la atención sin medir las consecuencias o de un reflejo preocupante sobre la cosificación de los famosos. Sin embargo, más allá de las conclusiones y motivaciones que podamos sacar, es una cuestión de sentido común. Es evidente que si arrojamos un objeto pesado puede lastimar a la persona que tenemos delante. Puede herirlos, aterrizar en un ojo, hacerlos tropezar… son muchas las consecuencias que podemos imaginar cuando ejercitamos un nivel básico de sentido común. Y en este caso estamos hablando de músicos y (ahora) actores que viven del escenario con profesiones que los exponen al público. ¿Es justo que tengan que vivir el miedo y la inseguridad de no saber desde qué esquina pueden recibir un golpe inesperado? ¿Que el escenario se esté transformando en una plataforma con daños colaterales en el aire? Creo que no.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.