ÁLVARO DELGADO
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Beneficiario del gobierno de Enrique Peña Nieto con 144 millones de pesos en el sexenio, 24 millones al año, 2 millones al mes y 166 mil pesos diarios, el historiador Enrique Krauze olvidó que fue crítico del “hampa periodística” de México, como él mismo la definió.
“No recuerdo haber acuñado la frase ‘hampa periodística’, que el presidente me atribuye. Lo importante, en todo caso, es que él la utilice para intimidar a los periodistas críticos”, respondió Krauze después de que Andrés Manuel López Obrador usó esa frase para referirse a los periodistas corruptos de México.
Luego, volvió a escribir en Twitter:
El empresario Enrique Krauze, director de la revista Letras Libres, escribió en su ensayo “Por una democrcia sin adjetivos”, en 1983, que “si en el futuro alguien quiere conocer la vida en México y toma un ejemplar de cualquier periódico actual no entenderá nada”.
Añadió: “Dejemos a un lado la corrupción, los embutes, las plumas mercenarias y toda el hampa periodística. Si se juzga el contenido de la prensa no oficial, a pesar de que no faltan los buenos periodistas, el panorama es desolador”.
Krauze, quien también ha sido contratista de los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón, sobre todo de este último y su esposa, Margarita Zavala –“siempre los tengo presentes a ti y a Felipe en mi mente y en mi corazón”–, ha hecho una cruzada contra López Obrador por “populista”.
Enrique Krauze aparece en la lista que el gobierno de López Obrador entregó al diario Reforma sobre los periodistas y locutores beneficiarios del gobierno de Peña Nieto, vía publicidad oficial, con 144 millones de pesos, al lado de personajes como Joaquín López-Dóriga, Óscar Mario Beteta, Raymundo Riva Palacio, María Eugenia Rojas, Ricardo Alemán, Paola Rojas y Pablo Hiriart.
Se trata de un elenco de beneficiarios de Peña por mil 81 millones de pesos, una pequeña parte de los casi 60 mil millones que el expresidente destinó a periodistas y medios, muchos de los cuales también se beneficiaron de los 40 mil millones de pesos que presupuestó Felipe Calderón, otro mecenas de Krauze.
Hace 36 años, en su ensayo, Kauze fue crítico de lo que ahora es partícipe: “La prensa comercial independiente usa su libertad para promover sus negocios. Es un escaparate de novedades para la burguesía, una zona rosa en blanco y negro, inocua políticamente. Su divisa es aplaudir o callar.
“A su derecha prosperan algunas publicaciones que además de escaparate son heraldos del conservadurismo más rancio y antidemocrático. No hay una prensa de centro: la tierra de nadie. En el centro izquierda hay varios periódicos apreciables pero anodinos: soles en el crepúsculo, días nublados, universales particulares.
“El diario de mayor circulación, ‘Excelsior’, vive de su capital acumulado, contiene buena información y cuenta con algunos editorialistas intelectualmente respetables, pero es sensacionalista, venal e ideologicamente tendencioso.
“Su problema mayor es la falta de autoridad moral: las manos sucias del golpe de 1976 y su ya proverbial política de calumnias. Uno más uno, el diario más joven, tiene por el contrario cierta autoridad moral, es creativo e inteligente, pero le falta información e incurre, con frecuencia, en el terrorismo verbal, la distorsión y el dogma. Una oportunidad perdida: da al campus lo que es del campus pero se lo niega a la verdad.
“La ecuación de nuestra prensa despeja, por eliminación, la incógnita: falta la voz de la opinión pública, un periódico independiente, plural, crítico, profesional, liberal, que compita con los mejores diarios de Occidente tanto por la calidad de sus plumas –nacionales y extranjeras– como por la creatividad, precisión, oportunidad y objetividad de su información.
“Un diario así sería –además de un gran negocio– la mejor Secretaría de Educación política del país”.
Y de los opinócratas, Krauze escribió: “¿Y los intelectuales? Nuestros émulos de Swift, Defoe y Dickens, nuestros valerosos abajofirmantes que con grave riesgo de sus vidas denuncian día a día las conspiraciones de las bestias negras que nos vigilan y asedian, no rebosan convicciones democráticas. Nada menos habitual en ellos que realizar encuestas de campo –con un sindicato, municipio, ejido, transeúnte u obrero– para averiguar lo que la gente pide o es. Nada les repugna más que confrontar sus emociones convertidas en teorías o sus ocurrencias transformadas en doctrinas con los datos empíricos y las cifras de la realidad”…