Por: Miriam Arvizu
Argentina.- Ella es «La Gorda Kika», una mujer que se la pasó prácticamente toda su vida en prisión. En el barrio Müller, al sudeste de Córdoba es muy conocida, es una leyenda, a la cual describen como la persona que posee el mayor récord en años de permanecer en la cárcel.
María Ramona Reyna (75) nació en 1943 en el barrio General Paz de Córdoba Capital. Ella fue una pieza clave en la operación de tráfico de cocaína entre Argentina y Europa en los años 80’s. Hoy, la denominada la “narco más famosa”, de 74 años de edad terminó de cumplir la prisión domiciliaria.
La actividad de la organización de narcotráfico inició en 1987, señaló para PERFIL. Dicha organización se desintegró en 1991 y fue condenada a veinte años de prisión, pero la Cámara Federal le redujo la pena a 13. En el año 2000 salió en libertad condicional, sin embargo volvió a traficar.
El 13 de mayo de 2005, el Tribunal Oral Federal N° 2 de la Ciudad de Córdoba la condenó a ocho años de prisión y la unificó en 18 por lo que restaba cumplir de la anterior.
En el 2012 volvió a ver la luz pero el duro le duraría poco, pues un año después de haber salido de nuevo de la cárcel volvió a pisarla. En ese tiempo fue detenida con 836 gramos de cocaína y dos celulares. “No sé hacer otra cosa”, confiesó ella. Le dieron cuatro años de prisión.
En los años 80, Argentina era una plataforma ideal para enviar droga con destino europeo. Así surgieron las organizaciones de narcos locales. La Conexión Holanda fue una de las primeras bandas que traficaba cocaína a los Países Bajos; los reportes de la época hablan de 4.800 kilos. Kika fue una pieza fundamental.
Una infancia dura
Kika recuerda que cuando tenía 6 años su tío quiso abusar de ella, sin embargo no lo logró. Un año antes, a los 5 años, confesó que cmetió su primer robo.
“Entonces mi abuelita me llevó con mamá al Buen Pastor (un lugar que durante cien años funcionó como asilo y cárcel de mujeres, conocido por la fuga de 26 presas políticas y nueve asesinadas en 1975), allí no estábamos siempre juntas, los chicos estábamos en otro edificio, pero todos los días me llevaban a verla, yo jugué mucho allí”, cuenta a PERFIL. Cuando su mamá cumplió la condena salieron las dos juntas.
Su madre se volvió a casar y Kika regresó con su una hermana de su abuela, quien se dedicó por muchos años a robar en tiendas sin usar armas, todo lo hacía en una distracción de los empleados.
Así me fui criando en ese mundo y aprendiendo. Nunca fui de armas, lo mío fue tarea liviana, dijo.
Dice el periodista Miguel Durán que “la ambición la llevó a convertirse en ‘pieza clave’ de la Conexión Holanda, banda de narcotraficantes que desde Córdoba colocaba importantes cantidades de cocaína en Holanda y desde allí también la distribuía a otros países, entre ellos España”. Sin embargo, desde su casa en La Falda, Kika prefiere recordar el glamour de las amistades y los escenarios que “el oficio le dio”.
Si estaba el día feo, era en un salón (Aula Pablo VI), y cuando salía el Papa todos querían tocarlo, llegar a el, y nosotros aprovechábamos para hacer lo nuestro.
Kika también dice que gracias a su oficio conoció a importantes personajes, como celebridades, viajó por toda Europa y estuvo en los eventos más importantes. Disfrutaba de la vida que tenía. A la edad de 15 años se casó y tuvo siete hijos. Hoy le viven solo dos, pues los demás se dedicaron a lo mismo que ella, los que le sobreviven radican en Córdoba.
Si me ves ahora, no podés creer todo lo que he vivido, y si yo me miro no me reconozco, asegura.
A pesar de todo, la mujer asegura que es una buena persona y quisiera ayudar a las víctimas de los delitos. Cuando se le cuestionó si cambiaría su vida, ella aseguró, sin especificar si o no o qué cambiaría de ello, solo se limitó a decir que no volvería a hacer tantos “disparates”