Miguel Ángel Castillo
El caso de Kaylia Nemour en la gimnasia olímpica da para una película. De esas historias donde una atleta, estrella en ciernes, no sólo debe luchar contra sus rivales, sino contra la burocracia misma de su país. Y como digna epopeya, el desenlace no pudo ser más emotivo y aleccionador. Una medalla de oro de una joven francesa de 17 años que terminó compitiendo por Argelia en los Juegos Olímpicos de París 2024.
Nacida en Saint-Benoît-la-Forêt, Francia, Nemour estaba llamada al estrellato y las autoridades deportivas lo sabían. Fue por eso que en el 2022, cuando cumplió la edad para poder competir a niveles internacionales, la Federación Francesa de Gimnasia quiso trasladarla a París para que entrenara bajo su supervisión y dejara a su club, el Avoine-Beaumont y por ende, a sus entrenadores.
El conflicto se agudizó en 2021, cuando fue sometida a una cirugía en las rodillas y la federación consideró que no estaba apta para volver a competir, incluso contra la opinión del cirujano de la atleta.
Esa disputa llegó a un nivel en donde Kaylia Nemour estaba impedida para competir representando a Francia, su país de nacimiento, llevándola a tomar la decisión de solicitar la nacionalidad de Argelia, de donde era su padre.
El cambio fue aceptado por la Federación Internacional de Gimnasia, aunque no pudo competir en eventos sancionados por este organismo sino hasta 2023, debido a los recursos interpuestos por la federación francesa.
A partir de ahí Kaylia no hizo más que brillar, sobre todo en las pruebas de barras asimétricas, cambiando la historia de este deporte en África, que nunca había tenido una representante capaz de colocarse entre las mejores del mundo.
Y así llegó a los Juegos Olímpicos de París 2024, donde la expectativa se disparaba en más de un sentido: ¿hasta dónde sería capaz de llegar y cómo sería recibida en su propia casa en un recinto atiborrado de gente del país que terminó perdiéndola?
Para efectos de dramatismo, quiso el destino que su turno viniera tras la deslumbrante actuación de Qiu Qiyuan, de China, quien había obtenido una puntuación de 15.500 y se había colocado en el primer lugar de la competencia, muy por encima de los 14.766 de la belga Nina Derwael, campeona olímpica en Tokio 2020, quien al final se quedó sin medalla al quedar desplazada del podio por los 14.800 de Sunisa Lee.
Fueron apenas 30 segundos los que duró la rutina de Kaylia Nemour. Pero suficientes para dejar a todos sin aliento en el Bercy Arena de París por su velocidad, dificultad y precisión.
La misma Nemour sabía de la dimensión de su hazaña y la ovación del público se lo confirmó y le provocó lágrimas. Después de todo, esa era su casa. Pese a todo el galimatías burocrático, los franceses la apoyaron como una local y pegaron un alarido cuando en las pantallas apareció el 15.700 que le daba la medalla de oro. La primera para Argelia en gimnasia en toda su historia. Y la primera de cualquier nación africana en este deporte.
Con todas esas emociones el cierre no pudo ser más conmovedor: Kaylia arropada en la bandera de Argelia mientras los franceses la aclamaban, aún sabiendo que esa medalla de oro pudo ser suya.