Más clara ni el agua…
La rueda de prensa a la que convocó el exalcalde de Chihuahua, Javier Garfio Pacheco, encarcelado por varios delitos y después liberado bajo confesión, no es más que la representación viva de lo que se les viene a muchos que estuvieron de alguna manera vinculados al exgobernador César Duarte Jáquez.
No es casualidad que un día después de que la defensa del exmandatario anunció la extradición inminente de Duarte Jáquez a Chihuahua (en un mes aproximadamente), Garfio haya decidido salir a defender las causas que lo llevaron a su liberación, al declarar en contra del ex titular del Ejecutivo Estatal.
Así como Javier, muchos expriistas, panistas y de otros partidos con quienes “El César”, o “El Patrón” habría tenido actividades o relaciones irregulares, comenzaron a “temblar” ante los posibles “hechos” que ventilará durante el juicio que las autoridades en su momento realizarán en su contra.
No es raro que Javier haya salido a decir que “no iba a aguantar 5 años” en la cárcel, pues a todas luces quiso justificar el por qué habría acordado con el gobierno de Javier Corral su salida del penal de Aquiles Serdán, a cambio de “evidenciar” supuestas ilegalidades de quien fue gobernador del 2010 al 2016.
Garfio alegó una y otra vez: “fui presionado”, con el objetivo (entrelineas), de enviarle el mensaje al exgobernador y “pedirle perdón” por haber hablado sobre algunas de las situaciones del Gobierno estatal que promovía el slogan “Chihuahua Vive”.
En la cartera de personajes que seguramente están pensando en tramitar algún amparo se encuentran excolaboradores que fungieron como testigos protegidos del gobierno “Del Amanecer”, otros exallegados que simplemente guardaron silencio pero que abandonaron al “patrón” a su suerte cuando fue detenido en Miami, así como exlíderes de partidos tanto en el Congreso de Chihuahua como en el Poder Legislativo Federal.
Asimismo, dicen las malas lenguas, varios que aún ostentan cargos dentro del PRI nacional pararon antenas ante el anuncio de la extradición de Duarte, al igual que exfuncionarios del gobierno federal anterior que han sido señalados por haber tenido algún “negocio” y pacto con Duarte Jáquez.
Regresando a la conferencia de Javier Garfio, el semblante que tuvo durante toda la charla con medios fue de persona atemorizada, disfrazada de fiel oveja que va a ser sacrificada y tiene que hacer su “show mediático” para evitar posibles represalias en su contra por haber hecho señalamientos contra quien será presentado ante los tribunales en el mes de abril.
Los enterados del tema, dicen que Duarte Jáquez trae la lengua afilada, con pruebas fehacientes que le podrían ayudar a reducir la condena de las autoridades si colabora con las mismas, y delatar a altos mandos de aquel “PRI corrupto” que hizo trizas a la organización política y que derivó en el desplome contundente de ese partido.
Este caso dará para mucho rato, pues apenas comienza, y hay distintas perspectivas, la de los enjuiciados y sentenciados, los que aún permanecen bajo arraigo, los que se escondieron esperando que el tiempo les “echara la mano” pero que a final de cuentas no fue así; los que siguen ostentando cargos públicos; los que se cambiaron de bando y se definieron como enemigos de Duarte; quienes ya cumplieron su condena y andan “acomodándose” en algún otro lugar para seguir viviendo del erario; y quienes le declararon la guerra frontal al exmandatario, sea el caso de quienes operaron en el gobierno anterior toda la estrategia contra la supuesta corrupción de la administración de “CDJ”.
En tremendo embrollo está inmerso el Poder Judicial Estatal, pues tendrá que analizar carpetas de investigación, engrosadas a más no poder, declaraciones de decenas de personas involucradas, así como pruebas claras y otras no tanto que sin duda tendrán que derivar en una resolución y sentencia, a favor o en contra del Ballezano, pero de la cual seguramente emergerán otros procesos judiciales contra actores ya conocidos y otros no tanto. RAPI-COLUMNA)